Magníficat



¡Feliz sábado! Si llevas la cuenta de las obras que pongo a lo largo de la semana habrás caído en la cuenta de que falta el post dedicado a la música española, ¿verdad? Pues no desesperes que está aquí. Si también llevas la cuenta del tipo de obra sabrás que también he traído muchos magníficats. No es de extrañar ya que este himno de vísperas es muy común entre los distintos compositores, sobre todo el épocas más antiguas, a una de las cuales pertenece nuestro maestro de hoy.


Que no es otro que el grandísimo Tomás Luis de Victoria (c. 1548-1611), maestro español, abulense, nacido en Sanchidrián. Era la figura dominante en nuestro país en el siglo XVI. Fue enviado a estudiar a Roma y es posible que lo hiciese con Palestrina. Se sabe que sucedió a este en 1571 como maestro de coro del Seminario Romano. Luego ejerció dichas funciones en el Colegio Germánico de los Jesuitas. Tras ordenarse sacerdote volvió a España, sirviendo hasta su muerte para la emperatriz María y su hija. Toda la producción de Victoria es religiosa, destacando sus motetes, misas y música para la Pasión, así como su impresionante y famoso "Oficio de difuntos". Si comparásemos a Victoria con ese otros monstruo que fue Palestrina veríamos que en la obra del español predomina el cromatismo (dando color a la música) y el contraste dinámico. Victoria compone a menudo que bloques de acordes que nos hacen mirar adelante hacia el Barroco. Usa el texto de sus piezas de una forma totalmente eficiente, incluso muchas veces de una forma subjetiva. Todas son características que palidecen al lado de la propia música en sí, que nos sobrecoge cada vez que la escuchamos.

Disfrutemos hoy de su Magnificat primi toni. Fue publicado en el año 1600. El maestro compuso dieciocho de estos cánticos de los que dieciséis eran a cuatro voces alternando con los versículos de canto llano. Otro es para doce voces y está este para ocho voces (dos coros de cuatro). Desde el siglo XV era habitual componer series de magníficats en cada uno de los ocho tonos. El de hoy está en el primero de ellos, con variadas figuras melódicas en las secciones polifónicas. Aparecen secciones fugadas y pasajes con una sonoridad plena gracias a esas contundentes cuatro voces. También hay partes homofónicas y otras más antifonales, en las que el maestro también hace gala de su dominio del compás variando entre la métrica doble y triple. En fin, una maravilla.

La partitura de la pieza puedes descargarla aquí.

La interpretación es de La Capella Reial de Catalunya y Hespèrion XX dirigidos por Jordi Savall.

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