El arzobispo de Córdoba lamenta que "la opulencia trae el olvido" Cardenal Ángel Rossi: "Francisco escribió a Trump que Estados Unidos sea tierra de acogida; pero parece que leyó lo contrario"

(ADN Celam).- En declaraciones a Radio Mitre de Buenos Aires, el cardenal argentino Ángel Sixto Rossi, arzobispo de Córdoba y vicepresidente 1° de la Conferencia Episcopal Argentina, se refirió a dos temas clave y de candente actualidad: las deportaciones de inmigrantes anunciadas por Donald Trump y el fuerte avance de la ludopatía entre los menores.

Sobre el primer tema, llevó al diálogo el mensaje* que enviara el Santo Padre al presidente de los Estados Unidos el pasado 20 de enero: “En la carta que el Papa le escribe a Trump le dice que Estados Unidos sea tierra de oportunidades y de acogida, y lo invita a construir una sociedad más justa, que no sea un lugar para el odio, la discriminación, para la exclusión, pero parece que leyó lo contrario”.

La opulencia trae el olvido

Y profundizó: “Yo digo así en mi reflexión: A veces se dice que la opulencia trae el olvido. La mayoría de los norteamericanos —como nosotros también [se refiere a los argentinos] somos hijos, nietos, bisnietos de indocumentados que llegaron hambreados. Por lo tanto, somos hijos, nietos, bisnietos de lo que algunos de ellos consideran ‘migrantes criminales’. La opulencia trae el olvido…”.

Quién se queda y quién se va

Rossi fue a otra arista de la cuestión: “No es un problema de nacionalidades porque de la misma nacionalidad son muchos empresarios y hombres ricos que no son expulsados ni se les cierra las puertas”.

Sobre que muchos extranjeros que ya viven legalmente en Estados Unidos avalan las propuestas trumpistas ante la llegada de nuevos migrantes, Rossi distinguió en eso “una reacción egoísta de cuidar la propia quintita, diríamos, y muestra una veta fea de nuestro corazón, nos olvidamos de dónde venimos”.

Triste que rumbeemos pa’ ese lao

El cardenal cordobés citó los dichos de una obispa episcopal**: “Cuántos y cuántos de los que dejarán de ser ciudadanos, cuántos de los que se van a convertir en ‘migrantes criminales’ son quienes los que les hacen el servicio doméstico, cosechan sus cultivos, limpian sus edificios, lavan los platos de sus restoranes, cubren los turnos de noche en sus hospitales… Estos serán indocumentados pero no son criminales, pagan impuestos, son buenos vecinos, son buenos fieles de las iglesias, de las mezquitas, de las sinagogas. Sin querer ser simplista, es triste que rumbeemos pa’ ese lao”.

¿Qué dijo el Papa Francisco en el programa italiano de televisión Che Tempo Che Fa?

Al ser consultado sobre los anuncios de deportaciones que realizara el presidente Trump luego de asumir la máxima autoridad del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos, Francisco respondió: “Si es cierto, será una vergüenza, porque hace que los pobres desdichados que no tienen nada paguen la cuenta. ¡Eso no se hace! Esa no es la manera de resolver las cosas. Así no se resuelven las cosas”.

Sobre la complicidad de los dirigentes en el avance del juego

El cardenal Rossi respondió al segundo tema durante la entrevista radial desde lo que conoce de su territorio: “Por ejemplo, la provincia de Córdoba tiene prohibidos los casinos en la ciudad capital, pero con esto [las apuestas on line] les hemos puesto un casino en cada celular, sobre todo pensando en los jóvenes y en los niños. La adicción al juego va in crescendo y va generando cosas muy tristes como la ludopatía, o enfermedades —sin querer ser trágico— que llegan al suicidio. Hace poco leía una carta de un jovencito que decía ‘me suicido porque no soporto la ludopatía’. Es clarísimo que bajo el disfraz del entretenimiento es una forma de lucrar. Acá hay mucha guita y de un modo muy fácil. Es tristísimo cuando una dirigencia lucra con la vulnerabilidad humana. El no cuidado de los niños y los ancianos es signo de la decadencia de una sociedad”.

Y fue contundente cuando al referirse al proyecto de ley de regulación del juego en su provincia afirmó: “Más que regular habría que eliminarlo”.

*Mensaje completo del Papa Francisco al 47.° Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump:

“Con motivo de su toma de posesión como cuadragésimo séptimo presidente de los Estados Unidos de América, le transmito un cordial saludo y la seguridad de mis oraciones para que Dios Todopoderoso le conceda sabiduría, fortaleza y protección en el ejercicio de su alto cargo.

Inspirado por los ideales de la Nación, tierra de oportunidades y acogida para todos, espero que bajo su liderazgo el pueblo estadounidense prospere y se esfuerce siempre por construir una sociedad más justa, en la que no haya lugar para el odio, la discriminación o la exclusión.

Al mismo tiempo, mientras nuestra familia humana se enfrenta a numerosos retos, por no mencionar el azote de la guerra, pido a Dios que guíe sus esfuerzos en la promoción de la paz y la reconciliación entre los pueblos.

Con estos sentimientos, invoco sobre usted, su familia y el amado pueblo estadounidense la abundancia de las bendiciones”.

**Texto completo del sermón de la obispa episcopal, reverenda Mariann Edgar Budde, que proclamó delante del nuevo presidente de los Estados Unidos:

“Permítame hacerle un último ruego, señor presidente. Millones de personas han depositado su confianza en usted y, como le dijo ayer a la nación, ha sentido la mano providencial de un Dios amoroso. En el nombre de nuestro Dios, le pido que tenga misericordia de las personas en nuestro país que hoy tienen miedo. Hay niños y jóvenes gays, lesbianas y transgénero en familias demócratas, republicanas e independientes, algunos de los cuales temen por sus vidas.

Las personas que cosechan nuestros alimentos y limpian nuestros edificios de oficinas, que trabajan en las granjas avícolas y las plantas procesadoras de carne, que lavan los platos después de que comemos en los restaurantes y hacen turnos nocturnos en los hospitales, tal vez no sean ciudadanos o no tengan la documentación en regla, pero la gran mayoría de los inmigrantes no son criminales. Pagan impuestos, son buenos vecinos y miembros fieles de nuestras iglesias, mezquitas, sinagogas, gurdwaras y templos.

Le pido misericordia, señor presidente, por aquellos en nuestras comunidades cuyos hijos temen que sus padres sean deportados, y que ayude a quienes huyen de zonas de guerra y persecución en sus propios países a encontrar aquí compasión y bienvenida. Nuestro Dios nos enseña a ser misericordiosos con el extranjero, porque todos fuimos alguna vez extranjeros en esta tierra. Que Dios nos conceda la fuerza y el valor para honrar la dignidad de cada ser humano, para hablarnos con verdad y amor, y para caminar humildemente juntos con nuestro Dios, por el bien de todas las personas, de esta nación y del mundo entero. Amén».