El periodista británico-americano analiza el voto católico en un escenario de alto voltaje Jonathan Liedl: "El próximo presidente de EE.UU. deberá unificar al país"
Los Estados Unidos de América enfrentan el próximo 5 de noviembre unas elecciones presidenciales de máxima tensión
El periodista británico-americano Jonathan Liedl (1989), uno de los editores principales del periódico National Catholic Register, analiza para FLAMA desde Estados Unidos el comportamiento del llamado ‘voto católico estadounidense’
Imagina los escenarios que se podrían abrir a partir del próximo 6 de noviembre, que marcarán no solo la política local, sino también la geopolítica global, y las relaciones entre la Casa Blanca y el Palacio Apostólico del Vaticano
Liedl manifiesta su preocupación por la creciente polarización política y asegura que la Iglesia católica de EE.UU. no puede encajarse en el eje liberal-conservador que actualmente domina la opinión pública norteamericana
Imagina los escenarios que se podrían abrir a partir del próximo 6 de noviembre, que marcarán no solo la política local, sino también la geopolítica global, y las relaciones entre la Casa Blanca y el Palacio Apostólico del Vaticano
Liedl manifiesta su preocupación por la creciente polarización política y asegura que la Iglesia católica de EE.UU. no puede encajarse en el eje liberal-conservador que actualmente domina la opinión pública norteamericana
| Israel González Espinoza
(FLAMA).- Los Estados Unidos de América enfrentan el próximo 5 de noviembre unas eleccionespresidenciales de máxima tensión, puesto que todas las encuestas predicen un empate técnico entre la actual vicepresidenta y abanderada del Partido Demócrata, Kamala Harris, y el expresidente Donald Trump como candidato del Partido Republicano.
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Así mismo, 244 millones de estadounidenses en la misma jornada electoral están convocados a renovar la totalidad de la Cámara de Representantes y 33 escaños al Senado.
El periodista británico-americano Jonathan Liedl (1989), es uno de los editores principales del periódico National Catholic Register,analiza para FLAMA desde Estados Unidos el comportamiento del llamado ‘voto católico estadounidense’y los escenarios que se podrían abrir a partir del próximo 6 de noviembre, que marcarán no solo la política local, sino también la geopolítica global, y las relaciones entre la Casa Blanca y el Palacio Apostólico del Vaticano.
Licenciado en Ciencias Políticas y Estudios Árabes por la Universidad de Notre Dame (Indiana) y con una maestría de estudios católicos por la Universidad de Saint Thomas (Minnesota), Liedl manifiesta su preocupación por la creciente polarización política y asegura que la Iglesia católica de EE.UU. no puede encajarse en el eje liberal-conservador que actualmente domina la opinión pública norteamericana.
-¿Cómo llega EE.UU. a estas elecciones presidenciales del próximo 5 de noviembre?
-Existe un clima polarizado en el que los los sectores políticos marginales tienen un impacto desproporcionado en la política electoral ha llevado a esta elección, en la que participan la ultraliberal, no probada y poco convincente Kamala Harris contra el ampliamente detestado, impredecible y grosero Donald Trump. Dada la insatisfacción con el estado actual del país, es fácil imaginar a un republicano más convencional derrotando a la actual vicepresidenta de Biden, pero las encuestas están muy igualadas. Sin embargo, lo mismo podría decirse del Partido Demócrata. Gracias al extremismo y falta de refinamiento de los demócratas, su candidata ha permitido que un ex presidente que la mitad del país no soporta se mantenga a una distancia sorprendente y, de hecho, que llegue a la noche electoral como el ligero favorito. Si bien Trump claramente ha tenido cierto grado de impulso a lo largo de octubre, la carrera aún está cerca de decidirse. Y muy probablemente se reducirá a unos pocos miles de votos en algunos estados clave.
-¿Cuál es el peso que está teniendo para los votantes católicos el tema migratorio y el aborto en estas elecciones?
-La triste realidad es que la mayoría de los católicos votan de la misma manera que los votantes no católicos. Un mejor predictor de cómo votan y de cuán importantes serán para ellos temas como la inmigración y el aborto es su afiliación política, no su pertenencia religiosa. Esto cambia un poco cuando miramos a los católicos que van a misa todos los domingos, un indicador de alguna práctica sistemática de su fe. A estos votantes ciertamente les importan más cuestiones como el aborto, pero, curiosamente, he visto datos que dicen que los católicos que asisten a misa también tienen muchas más probabilidades de oponerse a la pena de muerte que el conservador promedio. Esto sugiere que no es algo tan simple como ‘los católicos que asisten a las misas votan como los republicanos’. Al menos en este caso, las enseñanzas de la Iglesia tienen un impacto en la forma en que ven los problemas, y me imagino que eso también se aplica a otros temas, hasta cierto punto.
-Hemos visto una campaña bastante agresiva dialécticamente entre los candidatos a la presidencia. ¿La polarización y la violencia política es un signo de preocupación para los católicos estadounidenses?
-Sí, la polarización y el enfoque de suma cero de nuestro discurso político representan una seria amenaza al bien común estadounidense, y los católicos deberían estar profundamente preocupados por esto. Pero la realidad subyacente más problemática es que los estadounidenses ya no tienen una visión compartida de lo que es este país y, por lo tanto, de lo que debería ser. Los ‘estados rojos’ (republicanos, NdR) frente a los ‘estados azules’ (demócratas, NdR) se parecen cada vez más a países diferentes y no a estados diferentes que pertenecen a un mismo país. Las divisiones entre zonas rurales y urbanas, y quizás especialmente alarmantes entre hombres y mujeres, también son bastante preocupantes. Y a diferencia de otros países que se basan en vínculos lingüísticos, étnicos o culturales compartidos, la “idea” de Estados Unidos es en realidad todo lo que el país tiene en términos de un principio unificador. Entonces, si ya no tenemos eso, sugiere la posibilidad de una división seria. La realidad es que el miércoles una gran parte del país se despertará pensando que acaban de recibir algún tipo de golpe existencial.
-¿Cuáles, a su juicio, deberán ser las prioridades del próximo mandatario que llegue a la Casa Blanca?
-El próximo presidente de Estados Unidos debería buscar unificar el país pero no a través de tópicos vacíos, sino con una ética y una visión que todos podamos al menos respaldar de manera plausible. En particular, necesitamos un presidente que ponga la dignidad de la persona humana en el centro de nuestra cultura política y no los extremos del individualismo autónomo o el colectivismo brutal. Un enfoque inspirado en la dignidad humana tendrá que tener en cuenta tanto el bien de la comunidad como el de la persona, lo que nos permitirá buscar soluciones matizadas a la crisis de inmigración, el aborto, el control de armas, la ideología de género, la libertad religiosa y más. Por supuesto, se trata de una tarea ardua, porque hay opiniones claramente diferentes sobre qué es la dignidad humana y qué implica y exige. Pero necesitamos tener algún tipo de marco compartido para luego discutir y discernir soluciones políticas.
-¿Cómo valoraría las relaciones diplomáticas que mantuvo la actual administración de Joe Biden con el Papa Francisco y la Santa Sede, considerando que es el segundo católico en acceder a la presidencia norteamericana tras John F. Kennedy?
-El presidente Biden ciertamente se ha esforzado en resaltar su relación con el papa Francisco, llegando incluso a decir que el Pontífice le dijo que era un “buen católico” y que debía seguir recibiendo la comunión. El Vaticano no confirmó ni desmintió el relato del presidente. Sin embargo, aparte de los esfuerzos de Biden por ampliar el acceso al aborto -que el Papa Francisco ciertamente condena pero no considera una prioridad política importante-, existen algunas áreas importantes de tensión entre la administración Biden y el pontificado de Francisco. Una es lo que el Papa Francisco llama “colonización ideológica”, particularmente la imposición de ideas occidentales sobre sexualidad y género en lugares como África a través de presiones políticas y económicas. Los arzobispos africanos me han relatado que esta dinámica ha aumentado significativamente durante el mandato de Biden y es un objetivo declarado de su política exterior. Quizás aún más agudas, sin embargo, sean las diferentes opiniones sobre el conflicto en Ucrania -y, en menor grado, Palestina-. La administración Biden considera la derrota incondicional de Rusia en Ucrania como una máxima prioridad. Pero el Vaticano, y el papa Francisco en particular, han adoptado una respuesta más mesurada, instando a ambas partes a dar prioridad a poner fin al conflicto. Otra lección de que los objetivos de Roma y Washington no son los mismos, aunque a veces se superpongan.
-¿Cuál ha sido la orientación que la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU. han dado a los creyentes de su país para tener en cuenta a la hora de emitir el voto?
Los obispos estadounidenses siempre dan el mismo consejo: ‘Estudiad la enseñanza social de la Iglesia para formar vuestra conciencia y evaluad en consecuencia a los candidatos y sus posiciones’. Con ese fin, han proporcionado una versión actualizada de su documento didáctico, “Formando conciencias para una ciudadanía fiel”. Un beneficio del enfoque de los obispos es que no ‘cortocircuita’ el proceso de formación de la conciencia simplemente diciéndole por quién votar en una elección determinada. En cambio, invitan a los católicos a involucrarnos directamente con las enseñanzas de la Iglesia y a entrenarnos para ‘ver’ los problemas sociales y políticos como lo hace la Iglesia, aplicando estas verdades a los candidatos, por más desafiantes y poco directos que a veces estos puedan parecer.
-El Papa Francisco apeló a la conciencia de los católicos estadounidenses ante los dos binomios presidenciales en liza que no comparten en su totalidad el magisterio social de la Iglesia. ¿Qué tan escuchado ha sido la voz del Papa entre los católicos del país a votar por “el mal menor”?
-Los comentarios del papa ciertamente causaron revuelo, pero para ser honesto, elegir entre ‘el menor de dos males’ ha sido el enfoque católico básico en las elecciones presidenciales estadounidenses durante al menos los últimos 60 años. Desafortunadamente, la rica enseñanza social de la Iglesia ha sido dividida falsamente según líneas partidistas: los republicanos tienden a abrazar la cultura de la vida y expresiones más prudentes de la sexualidad mientras que los demócratas defienden la justicia social y laboral. Podría decirse que no ha habido ningún candidato presidencial de los dos principales partidos en la historia reciente que no haya defendido alguna posición política fundamentalmente defectuosa. Pero los católicos no estamos llamados a buscar santos para canonizar en época electoral. Estamos llamados a discernir con prudencia qué opción entre las disponibles será la mejor relativamente, o al menos la menos peor.
-El candidato y expresidente Trump mencionó en una entrevista con una influyente televisora católica que “el papa Francisco desea que los católicos norteamericanos voten por mí” mientras que la vicepresidenta Harris ha hecho guiños a la comunidad latinoamericana, que es mayoritariamente católica. ¿Qué influencia decisiva puede tener el voto católico en esta contienda electoral?
-Es difícil decir que existe un voto católico claramente identificable. Lo que parece tener más impacto en cómo vota un católico en Estados Unidos no es su afiliación religiosa, sino sus compromisos ideológicos. Los católicos más liberales votan a los demócratas y priorizan las cuestiones de justicia social mientras que los católicos conservadores votan a los republicanos y priorizan las defensa del no-nacido. Pero precisamente porque los votantes católicos tienden a ser un reflejo de un electorado más amplio, puede ser un barómetro confiable de quién ganará la carrera en general. Por ejemplo, Trump ganó el voto católico en 2016, pero Biden lo ganó en 2020. En este momento, parece que Trump vuelve a tener una ventaja. Curiosamente, él ha obtenido un apoyo significativo entre los hombres latinoamericanos, al menos para un republicano, pero solo ligeramente. Veremos qué impacto ha tenido el voto católico este martes.
-¿En qué áreas de política internacional cree que tanto los EE.UU. como el Vaticano podrían colaborar más de cara a una nueva administración norteamericana?
-Dependerá de quién sea elegido. Si Trump gana, podría vérsele colaborando con el Vaticano y otros actores internacionales para promover la paz en Ucrania y Tierra Santa. Si gana Kamala Harris, creo que un tema como el cambio climático podría seguir siendo un área de colaboración entre Roma y Washington.
-Desde Europa, a veces se mira un Episcopado norteamericano en posiciones bastante conservadoras y con ambigüedad hacia las reformas que impulsa el papa Francisco desde Roma. ¿Hasta qué punto la política y los medios influyen para que externamente se tenga esta visión de la Iglesia católica de EE.UU?
-Los obispos estadounidenses hablan en contra del aborto y la ideología de género, que para hacer constar, están mucho más liberalmente permitidas en Estados Unidos que en Europa, pero también condenan abiertamente la injusticia racial, la pena capital y la violencia armada, al tiempo que son una de las principales voces nacionales a favor de una reforma migratoria justa. Estas últimas son posiciones “liberales”, según el espectro político estadounidense. Los obispos estadounidenses, y la Iglesia estadounidense en general, no pueden ubicarse con precisión en el estrecho binario “conservador-liberal” y es un error hacerlo. Parte de por qué ocurre esta distorsión es por el poder del espectro político estadounidense y su tendencia a replantear todo según sus propios términos, pero creo que también es ayudado por entidades mediáticas católicas y seculares de corte progresista que tienen la intención de enmarcar al Episcopado estadounidense. De esta manera y, por alguna razón, parecen tener influencia en Europa y Roma.
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