Jesuitas afirman que solo con el diálogo se acabará la violencia en México A 8 meses del asesinato de dos sacerdotes jesuitas, piden más seguridad en la Sierra Taraumara
Se cumplieron 8 meses del asesinato a sangre fría de los sacerdote jesuitas Javier Campos Morales (Padre Gallo) y Joaquín César Mora Salazar dentro del templo de la comunidad de Cerocahui, ubicada en el municipio de Urique, en la Sierra Tarahumara, en Chihuahua, México, por lo que la comunidad jesuita en la Ciudad de México ofreció una misa en su honor.
Ahí agradecieron los esfuerzos de las autoridades estatales y federales para que este asesinato no quede impune, pero también denunciaron que siguen pidiendo la presencia de las fuerzas de seguridad en el municipio de Urique, ya que se encuentran preocupados por la descomposición social que se vive en la zona.
Jimena Hernández corresponsal en México
A ocho meses del terrible asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier y Joaquín, la Comunidad Jesuita de la Parroquia de la Sagrada Familia en la Ciudad de México ofreció una misa en su memoria, así como de las víctimas Pedro Palma y Paul Berrelleza.
En su homilía el Jorge Atilano González Candia, S.J., afirmó que solo construyendo el diálogo podremos salir delante de los dramas de violencias, secuestros y asesinatos, que se viven en el país.
Pues nadie podrá resolver este problema solo, por lo que es necesario expulsar los demonios que nos tienen mudos y sordos, para dejarnos llevar por la fuerza de la palabra y el movimiento que genera armonía.
“Hoy recordamos los ocho meses de nuestros hermanos jesuitas asesinados en Cerocahui, su muerte es sólo un ejemplo de la sociedad de mudos y sordos que hemos creado, los intereses personales no permiten dialogar y construir caminos de paz, la realidad es tan compleja que sólo desde la fuerza de Dios, que es la palabra y el movimiento, podremos encontrar salidas”
El sacerdote jesuita reiteró que los desafíos que vive México, necesitan de personas capaces de dialogar y realizar cosas juntos; “entre más desafíos más la necesidad de dialogar; entre más desafíos más la necesidad de moverse. Vivir como mudos o sordos nos lleva a la destrucción”
He hizo un llamado a poner los intereses comunes por encima de los intereses individuales, aislados no podremos responder a estos desafíos.
Durante la celebración eucarística se elevaron oraciones por Noriel N, conocido como El Chueco, presunto responsable de los homicidios.
Además, reconoció a los indígenas de la sierra tarahumara, pues dijo son un ejemplo de cómo el movimiento armoniza, “sus danzas son ejemplo de construcción de comunidad, de resignificar el dolor y el sufrimiento, de crear esperanza y trabajar por la justicia”.
De la misma manera agradeció a las organizaciones de las sociedad civil que realizaron las gestiones necesarias para el otorgamiento de medidas cautelares para 11 sacerdotes y religiosas que trabajan en la Sierra Tarahumara,
“ Agradecemos la gestión del Centro de Derechos humanos Miguel Agustín Pro, COSYDDHAC y CEDEHM para el otorgamiento de las medidas cautelares por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, agradecemos los esfuerzos de las autoridades estatales y federales para que el asesinato de nuestros hermanos no quede impune”
Pero también aseguró que siguen pidiendo una presencia estratégica de las fuerzas de seguridad en el municipio de Urique, pues señaló que han visto signos de descomposición social que los preocupan, como fue el asesinato del presidente seccional de Cerocahui.
Piden al Estado Mexicano que garantice la seguridad de la comunidad jesuita.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) otorgó medidas cautelares a favor de once integrantes de la comunidad jesuita de Cerocahui, Tarahumara, del municipio de Urique, Chihuahua, en México, tras considerar que se encuentran en una situación grave y urgente de riesgo de daño irreparable a sus derechos.
La CIDH bajo la Resolución 2/23, hizo un llamado al Estado mexicano para que garantice la seguridad de la comunidad y adopten medidas que les permitan seguir con sus labores pastorales sin ser objeto de amenazas, intimidaciones, hostigamientos y actos de violencia.
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