Di Paola: "El papa puso en el mapa las villas argentinas y la situación de pobreza que se vive en el país" "Uno de los nuestros": Los curas villeros recuerdan a Francisco

"El papa de la villa". Así recordaron a Francisco los curas villeros de las barriadas populares y empobrecidas de Argentina, organizados desde los años sesenta en torno a un movimiento que impulsó Jorge Mario Bergoglio, primero, en el Arzobispado de Buenos Aires y luego en el Vaticano
| RD/Efe
“El papa de la villa”. Así recordaron a Francisco los curas villeros de las barriadas populares y empobrecidas de Argentina, organizados desde los años sesenta en torno a un movimiento que impulsó Jorge Mario Bergoglio, primero, en el Arzobispado de Buenos Aires y luego en el Vaticano, hasta convertirlo en un ejemplo universal.
“Cuando era arzobispo de Buenos Aires privilegiaba la visita de los barrios populares. Había una autenticidad en la vida de él muy grande, se ocupó de aquellos más desposeídos a lo largo de su vida, lo hizo en Buenos Aires y lo hizo en todo el mundo”, afirmó a EFE el padre José María “Pepe” Di Paola, uno de los curas villeros y designado por el papa argentino para organizar las parroquias en esos lugares.

"Di Paola: 'el papa puso en el mapa las villas argentinas y la situación de pobreza que se vive en Argentina'"
Di Paola, quien ahora oficia en la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, en La Banda, provincia de Santiago del Estero, afirmó que el papa “puso en el mapa las villas argentinas y la situación de pobreza que se vive en Argentina”. También recordó que iba a las cárceles y a los hospitales, visitaba los lugares donde «nadie quiere estar».
"Francisco es recordado en las villas como alguien cercano, a quien veían habitualmente en esas calles estrechas, bendiciendo una casa o charlando con los vecinos, incluso cuando ya era arzobispo de Buenos Aires"
“Lo sentimos como el ‘papa de la villa’, así le decíamos. Él venía muchísimo acá, celebró durante 15 años la misa principal del 8 de diciembre, compartía la vida, la fe y la actividad de la iglesia en la villa”, relató, también a EFE, el padre Lorenzo ‘Toto’ de Vedia, de la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, ubicada en la villa 21-24 del barrio de Barracas, en la ciudad de Buenos Aires.
Francisco es recordado en las villas como alguien cercano, a quien veían habitualmente en esas calles estrechas, bendiciendo una casa o charlando con los vecinos, incluso cuando ya era arzobispo de Buenos Aires.
“Venía en el colectivo 70 (autobús), caminaba las cuatro cuadras de la parada hasta acá, saludaba a la gente, bendecía las casas, se quedaba a comer, a charlar. Las pocas veces que un arzobispo ha venido a las villas era para algo muy puntual y muy a la distancia, con un chófer, pero él tenía una cercanía muy humana, por supuesto cristiana, y un apoyo a la tarea pastoral y social que hacemos”, contó de Vedia.
Fiesta popular
Cuando el 13 de marzo de 2013 el cardenal Jean-Louis Touran pronunció «habemus papam» y reveló que se trataba de Jorge Mario Bergoglio, en las villas argentinas se festejó como un triunfo propio, la población salió a la calle, gritó de alegría y lanzó fuegos artificiales.

"No podíamos creer que uno de los nuestros llegara al Vaticano"
“La gente lo quería mucho por esa simplicidad y su cercanía. Entonces cuando lo eligieron papa, lo vivieron como una fiesta. No podíamos creer que uno de los nuestros llegara al Vaticano”, recordó Di Paola.
Monseñor Eduardo García, obispo de San Justo (provincia de Buenos Aires), también tiene recuerdos inolvidables de aquel día: “En los barrios fue una explosión de afecto, de cariño, sentían que estaba en Roma alguien muy cercano a ellos, fue una alegría muy personal, como que alguien de la familia llegó al lugar más grande y más importante de la Iglesia. Se sentían acompañados, queridos, protegidos e identificados con el papa”, explicó.
Impulso a los curas villeros
“Desde sus comienzos (el papa Francisco) sintonizó con la forma de ser y de vivir de los curas de las villas, destacaba que decidieron ir a vivir a los barrios y tener una cercanía con la gente, la construcción de la vida de la Iglesia desde el mismo barrio”, expresó el padre Di Paola.
Si bien el movimiento de curas villeros surgió a fines de la década de 1960 en Argentina, con la llegada de Bergoglio al Arzobispado de Buenos Aires en 1988 tuvo un gran impulso y más tarde, cuando llegó al Vaticano en 2013, fue mundialmente reconocido este movimiento.
“Hay muchos curas y religiosos, e incluso laicos de distintas partes del país, que se fueron sumando a este proyecto y a esta forma de vivir la iglesia a partir del trabajo del papa Francisco”, resaltó el párroco de Nuestra Señora de Lourdes.
“Fue nuestro referente espiritual, cuando sos joven tenés crisis, planteamientos, situaciones en las cuales necesitás un acompañamiento y él era como un mayor, como un amigo, a mí me acompañó y esto te lo podrían decirte muchísimos otros religiosos”, según el padre Vedia.
"Siempre fue muy discreto y tenía un trato muy cordial y cercano. Nunca dejó de interesarse por lo que pasaba en su tierra"
A este sacerdote no se le olvida el gesto que tuvo el papa con su madre, a quien llamó por teléfono cuando estaba en su lecho de muerte para bendecirla.
Monseñor García, quien mantuvo un vínculo de amistad con Bergoglio, aseguró: “Siempre fue muy discreto y tenía un trato muy cordial y cercano. Nunca dejó de interesarse por lo que pasaba en su tierra”.

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