La Caixa impulsa un establecimiento en Nicaragua atendido por personas sordas La esperanza se sirve en taza de café
En este bar de la ciudad de Granada, en Nicaragua, todos los trabajadores son personas sordas y los clientes se comunican con ellos en lengua de signos (gracias a unos cartelitos que ayudan a quien no conozca esta lengua)
Su reto para reconstruir las instalaciones, calcinadas en un incendio en enero, se ha convertido en La causa del mes impulsada por ”la Caixa” y la plataforma de micromecenazgo migranodearena.org
Irma ahora lo tiene todo para ser feliz: trabaja con su marido, también sordo, juntos han podido construir un hogar, tener un hijo en común y comprar todo lo que necesitan
Más información en miradasconalma.org
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| Bárbara Fernández
En el Café de las Sonrisas, los refrescos se piden con las manos. Y no nos referimos al típico gesto para llamar la atención del camarero, sino a que, en este bar de la ciudad de Granada, en Nicaragua, todos los trabajadores son personas sordas y los clientes se comunican con ellos en lengua de signos (gracias a unos cartelitos que ayudan a quien no conozca esta lengua). Se trata de un proyecto impulsado por la ONG Tío Antonio y que ha demostrado que la inserción laboral de este colectivo no solo es posible, sino que es cuestión de voluntad. Por eso, su reto para reconstruir las instalaciones, calcinadas en un incendio en enero, se ha convertido en La causa del mes impulsada por ”la Caixa” y la plataforma de micromecenazgo migranodearena.org.
El Café de las Sonrisas empieza con una historia de amor, y de curiosidad. La belleza del país centroamericano atrajo al empresario Antonio Prieto. Cuenta que primero lo enamoró, y después, le rompió el alma. “Por casualidades de la vida, conocí a Cano, un muchacho de 13 años cuyos vecinos se burlaban de él. Lo llevé al médico y descubrieron que tenía un 90 % de discapacidad auditiva”. Antonio le compró unos audífonos y contrató a una profesora para que le diera clase. Sin quererlo, el niño le había abierto las puertas a descubrir la enorme discriminación a la que están sometidas las personas con algún tipo de discapacidad en Nicaragua.
La profesora de Cano le habló de la escuela especial San Vicente de Paúl, donde alumnos con diversidad funcional reciben una educación específica. Antonio comenzó a apoyar al centro educativo, aportando material escolar y medicinas, pero pronto se dio cuenta de que el estado de este tipo de centros era un reflejo de la situación del propio colectivo en la sociedad. “Las familias escondían a sus hijos por vergüenza”, dice. Tampoco los veían capaces de adaptarse al mercado laboral y, al terminar la escuela, el 90 % se quedaban en casa en lugar de buscar trabajo. Esto indignaba a Antonio. “Intenté ayudarlos escribiendo una carta de recomendación para que fueran con ella a buscar trabajo, pero volvían llorando porque se burlaban de ellos”, recuerda. Ese mismo día, Antonio decidió que se convertirían en los protagonistas de su propia historia y que, en lugar de buscar trabajo, iban a crearlo.
Antonio comenzó a apoyar al centro educativo, aportando material escolar y medicinas
Así, en el año 2007 creó un taller de hamacas para emplear a personas con diversidad funcional. Una empresa que hoy emplea a 21 personas. A partir de ahí, Antonio Prieto empezó a ser conocido como el “tío Antonio”, un nombre que dio a lugar a la fundación de la ONG.
La idea de crear un café se materializó cinco años más tarde. “Estaba cenando con un grupo de empresarios que se quejaban de que algunos de sus empleados, a veces, no paraban de hablar”, recuerda Antonio. Ese comentario llamó su atención. “Desgraciadamente yo tengo la solución, ¡pero no les contratan!”, pensó. El resultado no se hizo esperar: tres semanas después, el Café de las Sonrisas abrió sus puertas con ocho empleados con discapacidad auditiva.
Al principio, el proyecto generó curiosidad e incredulidad a partes iguales. Hoy, reciben a más de 8.000 personas cada año, han tenido un gran impacto mediático, el proyecto ha inspirado otras iniciativas similares en Latinoamérica y hasta han recibido un reconocimiento internacional: el premio Excelencias Gourmet 2017 en su apartado de Integración Laboral Gastronómica.
Aunque el mejor premio ha sido, sin duda, demostrar a sus conciudadanos que la inserción laboral de las personas con discapacidad auditiva no solo es posible, sino que es cuestión de voluntad. Un ejemplo lo encontramos en Irma, que trabaja en el café desde su apertura. La joven nicaragüense siempre quiso ser médica, un sueño que no pudo realizar porque en su universidad no había traductor en lengua de signos. No obstante, indica que, aun así, ahora lo tiene todo para ser feliz: trabaja con su marido, también sordo, juntos han podido construir un hogar, tener un hijo en común y comprar todo lo que necesitan. En el café, le encanta conocer a gente de otros países, con los que se entiende perfectamente… en su lengua. “Una vez, una turista sorda de Estados Unidos, cuando vio el sitio y que éramos sordos, se puso a llorar. Me abrazó tan fuerte que no me soltaba; al final lloramos las dos”, recuerda emocionada.
Al cierre de este reportaje, el reto de migranodearena.org para reconstruir el Café de las Sonrisas ya había conseguido el 90 % de su objetivo, fijado en 20.000 euros. “El incendio fue terrible, el daño es enorme. Pero estamos muy satisfechos y sobre todo agradecidos con la respuesta de la gente. El coste de la obra es elevado y deberemos seguir peleando para volver a abrir y que los chicos puedan recuperar su empleo”.