Trasciende la realidad. 17 de noviembre: Año de Oración XXXIII Domingo TO
“Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y “brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre” (Mc 13, 28-32).
Estamos en los últimos domingos del año litúrgico, los textos hacen alusión al final de los tiempos. En las actuales circunstancias, ante los efectos terribles de la DANA, las guerras en tantos países, la migración y desplazados, cabría interpretar que estamos al final del mundo, y con ello añadir mayor desesperanza y tristeza, al ver como la destrucción, la muerte, la violencia invaden a tantas comunidades. Pero, en esas mismas circunstancias, surge el amor, la generosidad, la ofrenda gratuita, lo más noble del ser humano.
Es tiempo recio, en el que no cabe ni la evasión ni la interpretación apocalíptica, sino la valoración de la vida y de la historia en su realidad frágil, sabiendo que la representación de este mundo termina, pero a su vez no huyendo del quehacer diario con esperanza y entrega. La Palabra de Dios permanece, y esta Palabra es de consuelo y no de aflicción. La higuera que muestra sus brotes indica la primavera y el verano. Ojalá sepamos interpretar todos los acontecimientos como anuncio de lo positivo.
La respuesta creyente nos la dicta el salmista: “Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa esperanzada. Porque no me abandonarás en la región de los muertos ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida, | me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha (Sal 15, 9-11)
Trasciende la realidad.
