Líbrame, Señor, del mal. 9 de Marzo: I Domingo de Cuaresma

Tentaciones
I Domingo de Cuaresma
Texto bíblico
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo. En todos aquellos días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan». Jesús le contestó: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre”». Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo». Respondiendo Jesús, le dijo: «Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”». Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden”, y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece contra ninguna piedra”». Respondiendo Jesús, le dijo: «Está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”». Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión” (Lc 4, 1-13)
Reflexión
Señor:
No me dejes caer en la tentación de mi amor propio herido, del cansancio de mí mismo, de la desesperanza ni del deseo de justificarme. No permitas que intente arreglármelas solo o que busque excusas en mi debilidad, en la mirada crítica hacia los demás o en mis batallas perdidas. Líbrame de aislarme en mi subjetivismo, de refugiarme en una soledad egocéntrica y avergonzada, de esa circunstancia propicia a la tristeza y el ensimismamiento, de creerme sin remedio y de la falta de confianza en Ti.
No me dejes caer en la tentación de todo aquello que se opone a tu amor y me separa de Ti: de anteponer algo a Ti, de convivir con el Mal, de la mala memoria persistente, obsesionada con lo negativo de mi vida, que me impide ver la obra de tu amor en mi historia. Líbrame de caer en el rechazo y en el juicio inmisericorde sobre mí mismo.
No me dejes caer en la tentación de la huida, de la infidelidad y del alejamiento de tu mirada. No permitas que la vulgaridad y la falta de delicadeza endurezcan mi corazón, ni que el egoísmo y el desamor me hagan insensible a la moción renovadora de tu Espíritu. No dejes que pretenda ser la norma de mi propia respuesta ni que caiga en la reacción primaria y compulsiva, fruto de una falsa comprensión de mí mismo.
Líbrame, Señor, del mal.