¿Te sabes buscado por Dios, elegido por Jesús, amigo suyo? V Viernes de Pascua
“… a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros” (Jn 15, 15-17).
En general, creemos que depende de nosotros alcanzar el favor de Dios y así, queremos convertir nuestras prácticas religiosas y el comportamiento moral en aval de nuestros derechos. Sin embargo, el Evangelio asegura que no somos nosotros los que hemos optado por Jesús, sino que ha sido de Él quien ha temado la decisión de asociarnos a su grupo de amigos. Vuelve el evangelista a la afirmación central de la revelación cristiana: la iniciativa de la salvación ha sido y es opción divina, manifestada en la Encarnación y consumada en el Misterio Pascual, la muerte y resurrección de Jesús.
Es cierto que Dios no suprime nuestra libertad; por el contrario, es el regalo que quiso entregar al ser humano como mejor distintivo de haber sido hecho a imagen suya. Sin embargo, desde el primer libro de la Biblia, no es el hombre quien busca a Dios, sino que es Dios quien busca al hombre. Así lo describe el Génesis: “Adán, ¿dónde estás?” Esta búsqueda anticipa lo que acontece en la plenitud del tiempo, cuando Dios mismo asume en su Hijo la naturaleza humana, y desde este Misterio, la humanidad entera se ha encontrado con Dios, porque Él ha decidido no solo buscar al hombre, sino hacerse uno de nosotros. Esta es la razón de la elección divina, y cada uno tiene la posibilidad de descubrir este misterio en sí mismo.
¿Te sabes buscado por Dios, elegido por Jesús, amigo suyo?
