Pedimos dejarnos empapar de tu Espíritu para “partir el pan... y nadie pase necesidad” (He 2,42) Cuerpo y Sangre de Cristo (14.06.2020): “este es el pan que ha bajado del cielo”
Tras santiguarse, se bendice el agua (texto en domingo 2º Pascua)
| Rufo González
Gloria a Dios en el cielo...
Oración colecta:
Oh, Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú, que vives y reinas con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
Lectura del santo Evangelio según San Juan (Jn 6,51-58)
Comentario: “el que me come vivirá por mí” (Jn 6,51-58)
Esta fiesta se celebró por primera vez en 1247, en Lieja (Bélgica). Surge tras una visión de Santa Juliana, religiosa agustina del convento de Mont-Cornillón, muy devota de María, de la Pasión y del Santísimo Sacramento. La visión era la Iglesia como una luna llena con una mancha negra. Mancha, creía ella, era la ausencia de una fiesta solemne en honor del Santísimo Sacramento. Lo compartió con Roberto de Thorete, obispo de Lieja, con el dominico Hugh, después cardenal legado de los Países Bajos; y con Jacques Pantaleón, archidiácono de Liège, más tarde Papa Urbano IV. El obispo decidió convocar un sínodo en 1246 y decretó la celebración para el año entrante. En 1264 sucedió el milagro de Bolsena -brote de sangre de la hostia-, cerca de Orvieto, donde residía el Papa Urbano IV. El 8 de septiembre de 1264, la bula papal “Transiturus de hoc mundo”, establece esta fiesta en el jueves tras la octava de Pentecostés, 60 días tras la Resurrección.
Esta fiesta contribuyó a desconectar más la eucaristía de la Cena del Señor. Proceso ya iniciado cuando la comunidad es marginada en su celebración: decir en voz baja la plegaria, el sacerdote se coloca de espaldas, el pueblo ve y oye sin entender el latín o griego, se autorizan misas solitarias, el sacramento del Orden se centra en el poder exclusivo de celebrar de la eucaristía y vivir a su costa (“curas de misa y olla”), la mayoría asistente no comulga... La eucaristía se rodea de lujo y honor. Pierde la memoria de las comidas de Jesús y de su última Cena. Comensalía fraterna y significado querido por Jesús se pierden. Hoy se siente necesidad de renovarla. Dios quiera que acertemos.
Juan, fiel a su proyecto literario (narrar un hecho y explicar su significado), dedica el capítulo 6º a la multiplicación de los panes y a su significado (6, 1-60). Puede resumirse en tres partes: “el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo”(vv.26-34); “el que cree en mí tiene vida eterna” (vv. 35-47); “mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida” (vv. 48-59). Esta última parte, llamada “discurso eucarístico” (6,48-59), no se cree pronunciada en la sinagoga de Cafarnaún, sino en la última Cena. El evangelista la ha cambiado de lugar como continuación del significado de la multiplicación de los panes. El discurso es muy realista:
- “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre»...
- «Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros...
- Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí...”.
“Carne”expresa la realidad humana (“la Palabra se hizo carne”). “Carne y sangre” son la vida en totalidad. “Carne” recuerda la encarnación y “sangre” la vida entregada hasta la muerte. “Comer y beber” a Cristo es participar de la vida del Hijo, que posee la vida del Padre. Quienes comulgan tienen la misma vida del Padre, su Espíritu. “El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” es posiblemente la fórmula del evangelio de Juan para recordar la institución de la cena. Similar a “esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros” (Lc 22,19). Jesús alimenta con su vida, la vida en el Espíritu, la que llenaba su persona. Por ello la Eucaristía es alimento espiritual (sostiene y fortalece), entrega sacrificada (nos ayuda a tomarnos en serio nuestra realidad y a entregarnos como él a la fraternidad, siendo “alimento” para todos), y presencia permanente en sus símbolos.
Oración: “el que me come vivirá por mí”(Jn 6, 51-58)
El “cielo”, Jesús, es misterio que envuelve nuestra vida:
la fuerza creadora, que hace existir toda realidad;
la verdad inabarcable que mueve a buscarla incesantemente;
la esperanza soñada que aligera el hambre de felicidad;
la justicia que cura las heridas envenenadas...
Ese “cielo”, que tú llamas “Padre”, se ha abierto:
el Espíritu divino bajó sobre ti;
te señaló como el Hijo amado en cuya vida se complacía (Lc 3,22);
sentiste su unción y envío a evangelizar a los pobres y oprimidos (Lc 4,18);
te hizo caricia que cura y acoge a los leprosos;
respeto y dignidad para las prostitutas;
perdón y abrazo del “cielo” para los pecadores;
consuelo y fortaleza para los enfermos;
pan y peces compartidos con los hambrientos;
coraje para los que luchan por la justicia;
futuro y esperanza para todos.
Al final, loco de amor, sentado a la mesa con los amigos:
“les amaste hasta el extremo”:
“tomad y comed todos de este pan, porque esto es mi cuerpo”;
“tomad y bebed todos de esta copa, porque es la copa de mi sangre”.
El “cielo” sigue abierto para siempre:
cada domingo vivimos esta presencia;
escuchamos tu palabra de vida;
comemos y bebemos tu vida resucitada;
creemos que habitas en nosotros y nosotros en ti;
reconocemos con fe que:
“este es el pan que ha bajado del cielo...,
el que me come vivirá por mí”.
Por eso intentamos vivir como Tú:
“Hacemos esto en memoria tuya”;
testigos de tu palabra y de tu amor;
alimento, pan, para todos;
mesa compartida, presidida por los más necesitados;
amor del Padre que se manifestó en Ti,
y se manifiesta ahora en nosotros.
“A todos nos bautizaron con el único Espíritu
para formar un solo cuerpo,
y sobre todos derramaron el único Espíritu”,
para ser “tu cuerpo y cada uno miembro de tu cuerpo” (1Cor 12, 13.27).
Te pedimos hoy que nos dejemos empapar de tu Espíritu:
para que “partamos el pan... y nadie pase necesidad” (He 2,42);
para que seamos activos conforme a los dones recibidos;
para que nos “humillemos, hechos obedientes hasta la muerte” (Flp 2,8).
Creo en Dios Padre todopoderoso...
Preces de los Fieles (Cuerpo y Sangre de Cristo 14.06.2020)
“En la santísima Eucaristía está todo el bien espiritual de la Iglesia, el mismo Cristo, nuestra Pascua y pan vivo que da vida a los hombres por su Carne vivificada y vivificante por el Espíritu Santo” (PO 5). Pidamos celebrarla como es debido diciendo: “queremos vivir como Tú”.
Por las comunidades cristianas:
- que asimilemos la vida de Jesús en nuestro vivir diario;
- que “no comamos mucho... mientras otros pasan necesidad” (1Cor 11,21-22).
Roguemos al Señor: queremos vivir como Tú.
Por las intenciones del Papa (Junio 2020):
- que “la evangelización siga el camino del corazón”;
- que “los que sufren encuentren caminos de vida,
dejándose tocar por el Corazón de Jesús”.
Roguemos al Señor: queremos vivir como Tú.
Por nuestro mundo:
- que descubra el amor y la mesa compartida como camino de vida;
- que corrija toda violencia: hambre, desempleo, desahucio, incultura...
Roguemos al Señor: queremos vivir como Tú.
Por los gobernantes:
- que cuiden de forma preferente a los más pobres y excluidos;
- que no utilicen el poder para provecho propio.
Roguemos al Señor: queremos vivir como Tú.
Por los animadores de las eucaristías:
- que nos hagan participar a todos, según el don recibido;
- que las preparen con el mismo Espíritu de Jesús.
Roguemos al Señor: queremos vivir como Tú.
Por los marginados:
- que les escuchemos y les abramos nuestras celebraciones;
- que les comuniquemos el amor que nos da Jesús.
Roguemos al Señor: queremos vivir como Tú.
Por esta celebración del “Corpus Christi”:
- que percibamos el sentido y la esperanza de Jesús;
- que nos sintamos hermanados por el mismo amor y vida para siempre.
Roguemos al Señor: queremos vivir como Tú.
Hoy, Señor, nos sentimos especialmente unidos a Ti, manifestamos nuestro deseo de colaborar contigo en el Reino del amor y la vida, de la justicia y la paz, de la verdad y la gracia. Por los siglos de los siglos.
Amén.
Preparación de las ofrendas (texto en domingo 2º Pascua)
Oración sobre las ofrendas:
Señor, concede propicio a tu Iglesia los dones de la paz y de la unidad, místicamente representados en los dones que hemos ofrecido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Plegaria eucarística (texto en domingo 2º Pascua)
Comunión (texto en domingo 2º Pascua)
Oración después de la comunión:
Concédenos, Señor, saciarnos del gozo eterno de tu divinidad, anticipado en la recepción actual de tu precioso Cuerpo y Sangre. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros.
Amén.
Alcorcón (Madrid), 14 junio 2020