Nos aseguras tu presencia en la comunidad mínima: “donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20) D. 4º PASCUA: Celebración familiar (03.05.2020)
Tras santiguarse, se bendice el agua (texto en domingo 2º Pascua)
| Rufo González
Gloria a Dios en los cielos...
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, condúcenos a la asamblea gozosa del cielo, para que la debilidad del rebaño llegue hasta donde le ha precedido la fortaleza del Pastor. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Lectura del santo Evangelio según san Juan(10, 1-10)
Comentario: “Os digo: yo soy la puerta de las ovejas”(Jn 10,1-10)
Jesús intenta contraponer su pastoreo con el de los fariseos. En Jn 10,19, se les llama “judíos”. Son los dirigentes espirituales del pueblo, que en su inmensa mayoría proceden del fariseísmo. No dan vida, roban y matan la vida: se desentienden de la alimentación, la salud, la convivencia buena y libre... Se sirven de la gente para su propio bien y encumbramiento.
La alegoría del buen (kalós: hermoso, digno, honrado, perfecto) pastor se inspira en las costumbres de Palestina. Las ovejas de un pueblo cobijan en un mismo redil con un“vigilante” de noche. Por la mañana cada pastor va a por sus ovejas para llevarlas a pastar. Las conoce y ellas conocen su voz y le siguen. De vez en cuando, alguna gente salta la tapia para robar o matar. A éstos las ovejas no les conocen, no siguen su voz, ni el guarda les abre la puerta. La alegoría ya estaba diseñada en el libro de Ezequiel (c. 34) y el salmo 23. Juan nos dice que la promesa de Ezequiel de “Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré”(34,11 ss.), se cumple en Jesús, Dios humanizado.
Jesús se presenta como “puerta”. Esta imagen es símbolo de libertad y confianza. La puerta no es la azotea, la ventana, la entrada clandestina y escondida. En contextos espirituales se suele hablar de “puerta de acceso” a la vida buena, digna, humana. En los escritos de Juan se presenta a Jesús como “la Vida visible... que estaba junto al Padre y se nos manifestó” (1Jn 1,2). Aquí Jesús se presenta como la “puerta” de entrada a la vida “de comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1Jn 1,3). Pues: “quien me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14,9).
La resurrección de Jesús es el signo más claro de la “puerta” a la vida definitiva. Jesús culmina la vida humana: en la totalidad de su ser se hace “espíritu vivificante” (1Cor 15,45). Por su “puerta” accedemos a “la luz y fuerza” de su Espíritu. Así lo expresa Pablo: “por nuestro Señor Jesucristo hemos obtenido por la fe el acceso a esta gracia en la cual nos encontramos...” (Rm 5,2). Y así lo proclaman estos textos del Vaticano II: “Cristo muerto y resucitado ofrece luz y fuerzas por su Espíritu para que toda persona pueda responder a su excelsa vocación” (GS 10). “Primogénito entre muchos hermanos, con el don de su Espíritu crea una nueva comunidad fraterna entre todos los que le reciben con fe y amor, tras su muerte y resurrección” (GS 32). “Constituido Señor por su resurrección, Cristo... obra en el corazón de los seres humanos por la fuerza de su Espíritu, no sólo suscitando el deseo del siglo futuro, sino animando, purificando y robusteciendo los deseos generosos con los que la familia humana busca hacer su propia vida más humana y convertir toda la tierra a este fin” (GS 38). “Exaltado por la resurrección, ha derramado el Espíritu de caridad en los corazones de los seres humanos” (GS 78).
Oración: “Os digo: yo soy la puerta de las ovejas” (Jn 10,1-10)
Jesús resucitado, buen pastor de todo ser humano:
tú “ofreces luz y fuerzas” al hablarnos del amor del Padre;
tú creas una comunidad fraterna al igualarnos en el corazón del Padre;
tú obras en el corazón de los hombres, por la fuerza de tu Espíritu,
suscitando el deseo del siglo futuro,
animando, purificando y robusteciendo deseos generosos de humanización.
Ejerces así un pastoreo actual de “puerta” y “pastor”:
para adentrarnos y conducirnos en la verdadera realización humana.
Tú, Jesús resucitado, muestras un camino experimentado por ti mismo;
tu misma vida es la “Vida visible” del amor del Padre;
“quien te ha visto ati, ha visto al Padre” (Jn 14,9).
Nos abres a “la luz, llena de gracia y verdad” (Jn 1,9.14):
al elegir un camino de libertad humana, finita y condicionada;
al no poner tu corazón en el dinero, el poder, el honor;
al rechazar la tentación de vivir sólo de pan;
al no tentar a Dios haciéndolo responsable de lo que sucede;
al no pretender que Dios haga nuestra voluntad;
al no utilizar el amor del Padre para el egoísmo...
Tú, Jesús resucitado, iluminas y fortaleces nuestra vida:
al comprometerte en anunciar y vivir el Reino del amor;
al aceptar responsabilidades en el cuidado de los hermanos;
al sufrir y alegrarte en las situaciones que nos depara la vida;
al ponerte en la manos del Padre en toda situación.
Tú nos conoces por nuestro nombre:
te conmueves con nuestras desgracias y equivocaciones;
no marginas ni excomulgas a nadie nunca;
nos quieres y acompañas siempre en toda situación;
afrontas el peligro con nosotros y sugieres salidas humanas;
nos alimentas con tu Espíritu de amor, de alegría, de fortaleza, de verdad...
Nos aseguras tu presencia en la comunidad mínima:
“donde dos o tres están reunidos en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20).
Tu Espíritu sólo ama e inspira amor y verdad:
favorece la libertad para el amor desinteresado;
comparte nuestros esfuerzos por crear comunidades:
que revivan tu palabra y tu vida;
que llenen de alegría nuestros ambientes;
que quiten el miedo al tiempo libre, a la jubilación, a la vida cotidiana;
que hagan inútil la demanda de drogas, de alcohol...;
que llenen de esperanza sin límites el corazón humano;
que nos den a experimentar tu cercanía, tu amor bienaventurado.
Gracias, buen pastor, Cristo de todos:
por tu palabra,
por tu ejemplo,
por tu presencia en los hermanos,
por la fuerza de tus sacramentos,
especialmente por la eucaristía
por tu Espíritu, “dulce huésped del alama”.
Danos a sentir estas realidades que canta el poeta:
“Pasto al fin hoy tuyo hecho.
¿Cuál dará mayor asombro si el traerte yo en el hombro
o el llevarme tú en el pecho?
Prendas son de amor estrecho
Que aún los más ciegos las ven” (Luis de Góngora).
Gracias, Pastor, que me llevas en tu hombro.
Gracias, Pasto, que te llevo en mis entrañas.
Creo en Dios Padre todopoderoso...
Preces de los Fieles (D. 4º Pascua 03.05.2020)
Hoy hemos escuchado a Jesús decirnos: “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos... Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante”. Jesús es, por tanto, la puerta de la Vida. Su amor, su libertad, su conducta... deben brillar en nosotros. Pidamos que sea así, diciendo: “queremos seguir tus huellas, Señor”.
Por las comunidades cristianas:
- que el amor y la libertad de Jesús sean la guía de nuestra vida;
- que la esperanza de resucitar con Cristo habite en nosotros.
Roguemos al Señor:“queremos seguir tus huellas, Señor”.
Por quienes presiden la Iglesia:
- que sean “puerta” de amor y libertad, como Jesús;
- que “no impongan más cargas que las indispensables” (He 15,28).
Roguemos al Señor:“queremos seguir tus huellas, Señor”.
Por las intenciones del Papa (Mayo2020):
- que “los diáconos sean fieles al servicio de la Palabra y de los pobres”;
- que “sean un signo vivificante para toda la Iglesia”.
Roguemos al Señor: “queremos seguir tus huellas, Señor”.
Por los gobernantes de los pueblos:
- que cuiden especialmente de los más débiles;
- que sean honestos y generosos en su gestión.
Roguemos al Señor:“queremos seguir tus huellas, Señor”.
Por los más débiles:
- que trabajen sin desánimo en superar las dificultades;
- que nos hagamos solidarios de sus necesidades.
Roguemos al Señor:“queremos seguir tus huellas, Señor”.
Por quienes ejercen algún servicio en la Iglesia:
- que lo hagan con generosidad y alegría;
- que escuchen, conozcan y sigan al Buen Pastor.
Roguemos al Señor:“queremos seguir tus huellas, Señor”.
Por esta celebración:
- que el amor y libertad de Jesús nos inunden el alma;
- que el “pasto” de su vida alimente nuestra vida.
Roguemos al Señor:“queremos seguir tus huellas, Señor”.
Queremos, Jesús resucitado,seguir tus huellas, “ofreciendo luz y fuerzas”, “creando comunidades fraternas”, “suscitando el deseo del siglo futuro, animando, purificando y robusteciendo los deseos generosos con los que la familia humana busca hacer su propia vida más humana y convertir toda la tierra a este fin”. Contigo, Cristo Jesús, que vives por los siglos de los siglos. Amén.
Preparación de las ofrendas (texto en domingo 2º Pascua)
Oración sobre las ofrendas
Señor Dios, por estos misterios pascuales concédenos ser constantes en la acción de gracias, para que la continua eficacia de la obra redentora sea fuente de inagotable alegría. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Plegaria eucarística (texto en domingo 2º Pascua)
Comunión (texto en domingo 2º Pascua)
Oración después de la comunión:
Te pedimos, Pastor bueno, que cuides con solicitud a tu rebaño, y conduzcas hacia las praderas eternas a las ovejas que redimiste con la preciosa sangre de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros. Amén.
Leganés (Madrid), 3 mayo 2020.