“¿Por qué, pues, ahora intentáis tentar a Dios, queriendo poner sobre el cuello de esos discípulos un yugo, que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar?” (He 15, 10) Domingo 14º TO (05.07.2020): ¿Impondría Jesús hoy el celibato a presbíteros y obispos?
La ley del celibato no procede del evangelio
| Rufo González
Comentario: “Venid a mí todos los que estáis cansados” (Mt 11, 25-30)
Jesús es consciente de que hay personas y ciudades que no le aceptan. Tanto dirigentes como parte del pueblo se oponen a su evangelio. Esta situación tiene eco en su oración y en su pastoral. El texto se divide en tres partes: oración al Padre (vv. 25-26); relación entre el Padre y el Hijo (v. 27); triple llamada a los agobiados: “venid a mí.. Tomad mi yugo.., aprended de mí” (vv. 28-30).
La oración al Padre es una de las dos ocasiones en que Mateo reproduce palabras de Jesús. La otra es en Getsemaní: “Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz...” (Mt 26,39.42.44). Ahora, sin tiempo y lugar concretos, Jesús habla al Padre, al que llama “Señor del cielo –supuesta morada de Dios- y de latierra”, -morada de la humanidad-. “Te doy gracias” equivale a “te bendigo”, “digo bien de ti”. El motivo es la actuación de Dios al margen de nuestra lógica: esconde los secretos del Reino a los sabios y entendidos; se los revela a los pequeños. “Así te ha parecido bien” (v. 26).
La segunda parte expresa la relación de Jesús con el Padre: “todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (v. 27). Como al final del evangelio: “se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra...” (Mt 28,18). Ahora el “todo” sin límites alude a la identidad divina. En coincidencia con el evangelio de Juan, se trata de la peculiar relación de Jesús y el Padre: que nunca le deja solo (Jn 16,32), todo lo ha puesto en sus manos, venía de Dios y a Dios volvía (Jn 13,3), “el Padre y yo somos uno” (Jn 10,30.38; 17,21). Aquí subraya el conocimiento mutuo y cómo el Hijo lo revela. El conocimiento lo expresa con la forma verbal “epiginoskei” (“epi-ginosko”: “conocer en”). El Padre conoce al Hijo, y el Hijo al Padre en ellos mismos, de igual al igual, el uno en el otro. En la vida del Hijo, pues, podemos conocer al Padre. Jesús es revelación de Dios. La preferencia de Jesús por los “pequeños” (“nepiois”: menor de edad, niño, inocente...) es un rasgo divino (v. 25).
La tercera parte contiene tres imperativos: “venid a mí todos los... cansados y agobiados”, “tomad mi yugo” y “aprended de mí” (vv. 28, 29a.29b). El contexto histórico ayuda a entender la actitud pastoral de Jesús. La invitación a “venir” a él surge de la necesidad de la gente “cansada y agotada” por la miseria material y moral y la esclavitud doctrinal y legal... La ley contenía 613 mandatos. La gente sencilla no podía conocer todas las normas, ni separar las faltas graves de las leves, y, mucho menos, cumplir la rigurosa interpretación de los dirigentes.
Es la misma actitud pastoral de Pedro.Tras la resurrección, dice a los primeros dirigentes de la Iglesia: “¿por qué, pues, ahoraintentáis tentar a Dios, queriendo poner sobre el cuello de esos discípulos un yugo, que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar?” (He 15, 10). La historia muestra que se ha caído muchas veces en esta tentación. La ley eclesial ha hecho a veces que la relación con Dios sea una carga dura. Los dirigentes, al vivir de la religión, hacen esclavos, adoctrinan de forma interesada, sobrevaloran la pervivencia institucional. Mantienen al pueblo en minoría de edad en ideas y decisiones, obligando a prácticas no evangélicas.
La ley del celibato es una muestra clara de “yugo, que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar”. Violada muchas veces por todas las jerarquías del clero, ha producido mujeres invisibilizadas, hijos sin padres, destierros forzados, abusos de pedófilos clericales... Hoy sabemos que es contraria a los Derechos humanos (art. 16. 1. Declaración de la ONU 10.12.1948), no es exigida por el evangelio, ni “por la naturaleza misma del sacerdocio, como aparece por la práctica de la Iglesia primitiva (1Tim 3,2-5; Tit 1,6) y por la tradición de las Iglesias orientales, en donde, además de aquellos que con todos los obispos eligen el celibato como un don de la gracia, hay también presbíteros beneméritos casados” (Conc. Vat. II, PO 16). El Evangelio, “yugo llevadero y carga ligera”, libera de leyes inhumanas, centra la vida moral y religiosa en el amor agradecido al Padre y traducido en amor gratuito a los hermanos, no impone leyes en contra de la conciencia, está al servicio de las personas para lograr salud, crecimiento y autonomía, relación fraternal, vida unida al Dios que nos sostiene con su amor.
Oración: “Venid a mí todos los que estáis cansados” (Mt 11, 25-30)
Hay gente, Jesús, que no reconoce en tu vida el amor del Padre:
-“¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?” (Mt 11,3),
preguntan los discípulos de Juan, viendo tus obras y oyendo tus palabras.
-“Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores” (Mt 11,19b),
dicen ante tu vida compartida con la gente normal y sencilla.
“Entonces se puso Jesús a recriminar a las ciudades
donde había hecho la mayor parte de sus milagros,
porque no se habían convertido” (Mt 11, 20).
Ante la actitud rebelde de círculos intelectuales:
levantas tu corazón al Padre Dios diciendo:
“Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos,
y se las revelado a los pequeños.
Sí, Padre, así te ha parecido bien.” (vv. 25-26).
“Los sabios y entendidos” no perciben tu amor:
quieren arreglar la vida sólo con sus leyes;
leyes no desde el amor y la igualdad..., sino desde el interés;
leyes que no entienden el corazón, la debilidad, la libertad...;
el Padre-Madre “clemente y misericordioso...” no encaja en la Ley.
Tampoco tú, Jesús, Hijo del Padre, encajas en sus leyes:
curas todo achaque y enfermedad, aunque sea en “sábado”;
levantas cojos y paralíticos, aunque lo atribuyan al demonio;
abres ojos y oídos para ver y oír el Amor del Padre;
desenmascaras a sacerdotes, teólogos, cumplidores de la ley:
ofensa a Dios (“pecado”) no es incumplir normas inhumanas;
pecado es hacer daño al ser humano, a su entorno, a la vida;
pecado es despreocuparse del que sufre y no puede vivir.
El pueblo vive “cansado y agobiado” por tantas leyes:
a las dificultades de la vida se le añaden normas para todo:
desde pagar el diez por ciento de los frutos,
hasta no consumir nada impuro;
evitar contacto con ciertos enfermos,
y con personas de mala conducta;
lavatorios complejos de vajillas y personales;
oraciones regladas a determinadas horas;
reuniones en la sinagoga...
“Los sabios y entendidos” no creen en la fuerza del Amor:
todo lo ven desde el conocimiento y el interés;
tienen el corazón cerrado a la gratuidad;
no perciben que el Padre Dios da vida a todo viviente:
hace salir el sol y bajar la lluvia gratis y para todos;
nos perdona y acoge siempre;
se alegra con nuestra felicidad y la comparte;
sólo quiere que nos amemos como él nos ama.
Queremos, Jesús de todos, acercarnos a Ti:
que manifiestas el amor del Padre;
que estás siempre con nosotros hasta más allá de la muerte;
que nos entregas tu misma oración: “Padre nuestro...”.
¿Impondrías hoy, Jesús, el celibato a presbíteros y obispos?
“El sistema eclesial actual excluye, estigmatiza y silencia a los curas casados,
un numeroso recurso humano lleno de experiencia y sabiduría.
Prefiere hacer la vista gorda con las "dobles vidas"
y hasta hace muy poco con la pandemia de abusos sexuales,
hasta que por la presión mediática, tuvieron que cambiar de estrategia.
Que el papa o un obispo les dé una palmadita en la espalda a algunos curas casados
sin tomarlos en serio para servir ministerialmente al Pueblo de Dios, es humillante.
Son una molestia porque no encajan en esta envejecida estructura misógina,
clericalista y autorreferencial que lastra la Historia de la Salvación.
De este modo, la iglesia actual ve la periferia en el ojo ajeno
y no las PERIFERIAS en el ojo propio...que ella misma ha creado”
(Comentario de Guille Kxw al Blogen RD de Dumar Espinosa 24.06.2020).
Aceptamos el yugo de tu Amor:
que es “ligero”, porque alegra (“aligera”) y llena el alma;
que busca siempre el bien, la verdad, la vida, la libertad;
que nos hace “mansos y humildes de corazón”:
para vivir de acuerdo a nuestra humanidad;
para rechazar toda clase de violencia;
para superar todo mal a fuerza de bien, según los dones recibidos.
Preces de los Fieles (Domingo 14º TO 05.07.2020)
“Jamás la humanidad tuvo a su disposición tantas riquezas, tantas posibilidades, tanto poder económico. Y, sin embargo, gran parte de la humanidad sufre hambre y necesidad...” (GS 4). La causa profunda está en el corazón humano que no tiene como fundamento el Amor. Pidamos reformarnos desde nuestro interior, diciendo: “Jesús, danos un corazón como el tuyo”.
Por la Iglesia:
- que no imponga leyes contrarias a los derechos humanos;
- que sólo la verdad y el amor guíen su vida.
Roguemos al Señor: “Jesús, danos un corazón como el tuyo”.
Por las intenciones del Papa (julio 2020)
- que valoremos y cuidemos “nuestras familias”;
- que “las familias sean acompañadas con amor, respeto y consejo”.
Roguemos al Señor: “Jesús, danos un corazón como el tuyo”.
Por quienes presiden las iglesias:
- que cuiden los carismas y, sobre todo, la fraternidad;
- que acojan a todas las personas, especialmente a las marginadas.
Roguemos al Señor: “Jesús, danos un corazón como el tuyo”.
Por los sacerdotes casados:
- que encuentren siempre nuestra solidaridad y ayuda;
- que nos unamos a su lucha no violenta por la libertad eclesial.
Roguemos al Señor: “Jesús, danos un corazón como el tuyo”.
Por los movimiento sociales, políticos, sindicales...:
- que no siembren odio, violencia, enemistad...;
- que trabajen por la justicia, la libertad, la vida para todos.
Roguemos al Señor: “Jesús, danos un corazón como el tuyo”.
Por esta celebración:
- que miremos mucho a Jesús y nos reconciliemos con él;
- que nos ayude a cargar con su amor y vivirlo con alegría.
Roguemos al Señor: “Jesús, danos un corazón como el tuyo”.
Te bendecimos, Padre, porque nos ha dado a entender tu Amor, como se lo diste a entender a tu Hijo, el sencillo y humilde Jesús de Nazaret, quien nos llama a vivir en fraternidad y libertad de “su yugo llevadero y de su carga ligera”. Ayúdanos, Padre, a vivir tu amor por los siglos de los siglos.
Amén.
Jaén, 5 de julio de 2020