La Iglesia, en su representación oficial, brilla poco por la libertad guiada por el Amor Iglesia, “manifestación y fuerza del Espíritu” (Domingo 5º TO A 2ª Lect. (05.02.2023)
Jesús resucitado, conviértenos a tu Espíritu
| Rufo González
Comentario: “la manifestación y el poder del Espíritu” (1Cor 2,1-5)
Pablo ve a la comunidad cristiana, en sí misma, “manifestación y poder del Espíritu”. El hecho de reunirse a la mesa del Señor, sin diferencias étnicas, culturales, de género..., como hijos y hermanos, participando según el don recibido, con presencia incluso de no creyentes (1Cor 14,23ss)..., manifiesta “el poder del Espíritu”.
Pablo ha proclamado el evangelio del Amor de Dios, manifestado en Jesús, como “el camino más excelente” (1Cor 12,31) de vida. Este Amor es obra del Espíritu que resucitó a Jesús, y actúa también en nosotros. El Apóstol anuncia el Amor del que “nada ni nadie puede separarnos” (Rm 8,39). Este Amor, proclamado y vivido por Jesús, sigue actuando. Es sabiduría de vida, manifiesta la justicia de Dios, vincula con la santidad divina a hijos en el Hijo, libera del egoísmo, guía la libertad. Este Amor es “gracia”, don, regalo: “por medio de nuestro Señor Jesucristo hemos obtenido por la fe el acceso a esta gracia en la cual nos encontramos y nos gloriamos en la esperanza delagloria de Dios” (Rm 5, 2). “Gracia”, don primero y principal del Espíritu: “el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones gracias al Espíritu Santo que se nos dio” (Rm 5, 5).
Cuando Pablo anunció el evangelio, “no lo hizo con sublime elocuencia o sabiduría”. Lo atestiguan también sus enemigos: “las cartas son duras y severas, pero su presencia física es raquítica y su palabra despreciable” (2Cor 10,10). Concuerda con lo que leemos hoy: “me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana”. No era un orador brillante ni filósofo que se guía de la razón discursiva y persuasora.
“Nunca... me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado”. Esta es la sabiduría vital de Pablo: Jesucristo crucificado. La vida de Jesús, llevando la cruz del amor gratuito, fue el descubrimiento que le llevó a Pablo a la fe y a ser apóstol. Vivir este Amor es “la manifestación y el poder del Espíritu”. Cuando vemos este Amor, encarnado en Jesús, y lo aceptamos como norma de vida, nace la “fe que no se apoya en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”. Esta fe guía y alegra la vida de Pablo hasta el punto de absolutizar su vida en torno al Amor: “Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo” (Gál 6,14). Vida en amor y vida en Cristo son la misma cosa.
La Iglesia contagia el Evangelio: “si ven el testimonio de comunidades auténticamente fraternas y reconciliadas, eso es siempre una luz que atrae” (EG 100). La Iglesia, en su representación oficial, brilla poco por la libertad guiada por el amor. Los clérigos la han llevado a cercenar el pensar con libertad, a manipular la conciencia creyéndose ellos los únicos conocedores de la voluntad divina, a exigir sumisión y obediencia ciegas... No son signos del Amor su actitud ante las mujeres, presbíteros y obispos casados, comunidades de base, divorciados, teólogos disidentes, colectivo Lgtbi... Se envalentonan en prácticas bastante equívocas: peregrinaciones y jubileos, rezos rutinarios, sacramentos enajenados, adoración perpetua de la eucaristía... Marginan denunciar las contradicciones eclesiales y sociales, cambios evangélicos para crecer en igual dignidad, elección de cargos, derechos humanos, opinión pública... Jesús rezaba solo y acompañado fuera de lugares sagrados, invertía su tiempo en enseñar el Reino, en cuidar a los enfermos, en encontrarse con la gente para construir fraternidad... Así era “sal y luz del mundo”.
Oración: “la manifestación y el poder del Espíritu” (1Cor 2,1-5)
Jesús resucitado:
Pablo nos invita a entrar en el misterio de tu vida;
vida humana, mayormente anónima, escondida;
vida alterada por Juan a los treinta años;
con él crece tu compromiso por la gente;
al margen de la institución religiosa oficial:
que vive para sí misma, volcada en el culto del templo;
que no se duele de la miseria de los sencillos;
que impone leyes opresivas, sin corazón;
cuyos dirigentes buscan poder, vanagloria, dinero...
Tu vida está centrada en el amor de Dios a todos:
amor que te lleva a dedicar todo tu esfuerzo:
en curar enfermos y acoger marginados;
en formar un grupo donde se viva el amor del Padre;
en denunciar la hipocresía de los guías religiosos.
Tu vida fue rota por la violencia de los poderosos:
“os conviene que uno muera por el pueblo” (Jn 11, 50),
“este ha dicho: puedo destruir el templo de Dios” (Mt 26, 61),
“si sueltas a ese, no eres amigo del César” (Jn 19, 12).
Tu vida fue rehecha por Dios:
“el Dios de nuestros padres resucitó a Jesús,
a quien vosotros matasteis,
colgándolo de un madero” (He 5, 30);
“a este Jesús lo resucitó Dios,
delo cual todos nosotros somos testigos.
Exaltado, pues, por la diestra de Dios
y habiendo recibido del Padre la promesadel Espíritu Santo,
lo ha derramado.
Esto es lo que estáis viendo y oyendo” (He 2, 32-33).
El Apóstol invita a descubrirtu Amor resucitado:
en la vida de las comunidades cristianas;
donde se percibe la “manifestación y poder del Espíritu”.
Pablo te llevaba en su corazón y en sus labios:
veía en sus comunidades la memoria de tu vida;
intuía tu presencia abrazando a los hermanos en la mesa;
eran tu cuerpo resucitado actuando según los dones recibidos.
A pesar de sus defectos y crisis, como todo lo humano:
saben mirar a Jesús crucificado y rehacerse constantemente;
“el testimonio de comunidades auténticamente fraternas y reconciliadas,
es siempre una luz que atrae”, nos dice el Papa Francisco (EG 100).
Estas comunidades siguen siendo inspiración:
necesitamos, como ellas, escuchar a nuestros profetas;
profetas que invita a mirar tu vida,
“a tener entre nosotros los sentimientos propios tuyos” (Flp 2,5).
Jesús resucitado, conviértenos a tu Espíritu:
al Amor del Padre que quiere la realización de todos;
a la cercanía de los más débiles...;
a la libertad guiada por tu Amor.
Preces de los Fieles (D. 5º TO A 2ª Lect. 05.02.2023)
Las comunidades cristianas seguimos a “Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el mal, porque Dios estaba con él” (He 10,38). En el bautismo fuimos “ungidos” por el mismo Espíritu. Pidamos continuar su obra diciendo: “queremos vivir tu Amor”.
Por las iglesias cristianas:
- que el Espíritu de Jesús ilumine y guíe su vida;
- que el Amor nos una en el trabajo por un mundo más justo.
Roguemos al Señor: “queremos vivir tu Amor”.
Por las intenciones del Papa (febrero 2023):
- que “las parroquias pongan la comunión en el centro”;
- que “sean comunidades de fe, fraternidad y acogida a los más necesitados”.
Roguemos al Señor: “queremos vivir tu Amor”.
Por la diversas religiones:
- que sean caminos de humanización en la verdad y el bien;
- que ofrezcan su sentido de vida con libertad y respeto.
Roguemos al Señor: “queremos vivir tu Amor”.
Por los gobiernos de los pueblos:
- que sean elegidos libre y responsablemente por sus ciudadanos;
- que cuiden la paz, renuncien a la violencia, ayuden a los más débiles.
Roguemos al Señor: “queremos vivir tu Amor”.
Por la transparencia de nuestra comunidad:
- que todos colaboremos en su organización y economía;
- que haya información clara de todas sus actividades.
Roguemos al Señor: “queremos vivir tu Amor”.
Por esta celebración:
- que sea sincera y nos abra al Amor gratuito;
- que nos consuele y anime a hacer el bien, sin esperar recompensa.
Roguemos al Señor: “queremos vivir tu Amor”.
Que la fuerza de tu Espíritu, Cristo Jesús, nos convierta al Amor del Padre que quiere la realización de todos. Queremos estar cerca de los más débiles, y poder ayudarlos. Que nuestra libertad sea guiada por tu Amor, que vives por los siglos de los siglos.
Amén.