“Cristo es la paz, la Iglesia la violencia. Cristo es la libertad, la Iglesia la dictadura” Jesús, Verbo de Dios, impacta y transforma (Dom. 28º TO B 2ª lect. 13.10.2024)
“Ustedes predican el evangelio, pero lo que rige la Iglesia es el derecho canónico”
| Rufo González
Comentario: “La Palabra de Dios es viva y eficaz” (Heb 4, 12-13)
Según la estructura de la carta (desarrollo teológico-exhortación moral), el texto de hoy inicia el segundo desarrollo teológico: Jesús, único y verdadero sumo sacerdote (4,12-5,10). Los capítulos 1-3 preparan el encuentro con Jesús, Palabra de Dios:“en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo” (1,2). “Por tanto, hermanos santos, que compartís una vocación celeste, considerad al apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos: a Jesús, fiel al que lo nombró, como lo fue Moisés” (3,1-2). “Cristo, como Hijo, está al frente de la familia de Dios; esa familia somos nosotros, con tal que mantengamos firme la seguridad y la gloria de la esperanza” (3, 6). “¡Atención, hermanos! Que ninguno de vosotros tenga un corazón malo e incrédulo, que lo lleve a desertar del Dios vivo” (3, 12).
“La palabra de Dios es viva y eficaz” (4, 12a). Se refiere sobre todo al Verbo divino. Acorde con el prólogo de Juan: “el Verbo estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo... En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres…” (Jn 1,2-5). Pablo: “nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados, judíos o griegos, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios” (1Cor 1,23-24). A los Tesalonicenses les dice: “nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque, al recibir la palabra de Dios, que os predicamos, la acogisteis no como palabra humana, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios que permanece operante en vosotros” (1Tes 2,13).
Jesús resucitado no es letra muerta o hueca palabrería. Es “Palabra de Dios viva y eficaz” Palabra hechaAmor vivo que nos habita y no nos “deja” pasar de largo del herido, esclavo de las leyes, ninguneado por sus hermanos… Su Espíritu nos sigue diciendo: “Levántate y marcha hacia el sur... Acércate y pégate a la carroza” (He 8, 26.29). Quien escucha a Jesús siente sus entrañas conmovidas. Conmoción que es encuentro con Jesús vivo. Es “más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón. Nada se le oculta; todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas” (vv. 12-13). “Palabra de Dios”, “Amor” y “Espíritu de Jesús” son lo mismo. Es “la gracia en la cual nos encontramos” (Rm 5, 2). Esta Palabra de Amor, que es Jesús de Nazaret, impacta y transforma. Es espejo donde contrastamos nuestro pensar y sentir. Desmonta prejuicios y nos moldea según su Corazón. Con paciencia infinita, acompaña nuestro crecer, renueva y transforma. Libera del apego al poder, a la tradición, a la ley, a imponer una visión de las cosas, a impedir que otros “echen demonios en nombre de Jesús” (Mc 9,38) … El Amor de Jesús quita “el miedo que nos sella la boca para ciertos asuntos”. Miedo disfrazado de piedad religiosa. Por “fidelidad a mi vocación”, o a “lo que dijo el Papa”, ocultamos lo que no debería ocultarse. Es “el disfraz de los prudentes”, que hacen imposible la libertad evangélica. Disfraz que perpetúa que sigamos “predicando el evangelio, pero lo que rige la Iglesia sea el derecho canónico... Cristo es la paz, la Iglesia la violencia. Cristo es la libertad, la Iglesia la dictadura” (J. L. Martín Descalzo: Lobos, perros y corderos. Ed. Destino. 1978 Barcelona. Pág. 216-217).
Oración: “La Palabra de Dios es viva y eficaz” (Hebr 4,12-13)
Jesús, “Palabra viva y eficaz” de Dios:
hoy somos invitados a mirar tu vida:
“considerad al apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos:
a Jesús, fiel al que lo nombró” (Heb 3, 1-2).
Tu palabra y tu vida son “Palabra de Dios viva y eficaz”:
el Espíritu divino empapa tu vida entera (Lc 4, 18);
“como Hijo, estás al frente de la familia de Dios;
y esa familia somos nosotros” (Heb 3,6);
curas nuestro egoísmo y odio, resentimiento y venganza;
eres “buena noticia” para pobres, marginados, enfermos...;
“estás de pie a la puerta y llamas” (Apoc 3,20).
Creyendo en ti, nos damos cuenta de que:
“Tú, Palabra de Dios, vives y actúas en nosotros;
eres más tajante que espada de doble filo;
penetras hasta el punto donde se dividen
alma y espíritu, coyunturas y tuétanos;
juzgas los deseos e intenciones del corazón.
Nada se te oculta;
todo está patente y descubierto a los ojos
de aquel a quien hemos de rendir cuentas” (Hebr 4.12-13).
Escuchamos tu llamada en lo profundo:
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados,
y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí,
que soy manso y humilde de corazón,
y encontraréis descanso para vuestras almas.
Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera” (Mt 11,28-30).
Te reconocemos como Corazón del Padre nuestro:
“pastor que va tras la oveja descarriada,
al encontrarla, la carga sobre los hombros, muy contento;
`alegraos conmigo´, dice a amigos y vecinos;
mujer que enciende la lámpara y barre la casa
hasta que encuentra a la moneda perdida;
`alegraos conmigo´, dice a amigas y vecinas;
padre que reparte los bienes a sus hijos;
respeta su libertad y les deja dilapidar su fortuna;
al verle regresar, “se conmueven sus entrañas,
se echa a correr y a su cuello y lo cubre de besos…;
comamos y celebremos un banquete,
porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido;
estaba perdido y lo hemos encontrado” (Lc 15,3ss).
Queremos, Jesús de todos, que tu Espíritu:
viva en nosotros de forma habitual;
penetre los entresijos profundos de nuestra persona;
juzgue nuestros deseos, imaginaciones, actuaciones...;
nos active contra el acaparamiento de riqueza y el afán de dominio...;
nos conduzca por caminos de “sobriedad compartida”;
nos capacite para eliminar obstáculos que impiden vivir tu Evangelio,
nos haga creadores de estructuras y leyes, acordes con tu Amor.