El Espíritu de Jesús nos habita y regala la alegría de la fe, el amor mejor y la esperanza en la dicha final de Jesús resucitado Jesús, reaviva en nosotros el Espíritu que guió su vida (D. 30º TOA 2ª L. 29.10.2023)
Hay que abandonar ídolos y servir al Amor
| Rufo González
Comentario: “os convertisteis..., para servir al Dios vivo y verdadero” (1Tes 1,5c-10)
Los versículos 4-10 de esteprimer capítulo sintetizan el anuncio evangélico, la llamada a la conversión (vv. 4-7) y el testimonio (vv. 8-10) de la comunidad. Tras reconocerles “hermanos amados de Dios”, recuerda su “elección”: “Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido”. Elección mostrada en“la fuerza del Espíritu Santo y en la plena convicción” (vv. 4-5b). El anuncio evangélico con Espíritu Santo supone “plena convicción” en los misioneros, y suscita idéntica “convicción” en los receptores.
En la lectura de hoy destaca el comportamiento del equipo misionero y la conversión. En los vv. 5-7, el verbo griego “guínomai” (llegar a ser, ser, estar, nacer, suceder, hacerse, proceder, llegar, seguir...), repetido cuatro veces en formas verbales distintas, enhebra el camino formativo de la comunidad de Tesalónica:
- “Cuando os anuncié nuestro evangeliono fue(eguenéze) solo de palabra, sino también con la fuerza del Espíritu Santo y con plena convicción” (v. 5ab). “Nuestro evangelio” no fue la entrega de un libro (hasta bien entrado el s. II no existían los evangelios). Es dar la Buena Noticia de Jesús. Ese “dar” no “fue” sólo de palabra. Hubo “fuerza... y convicción”. Gestos de amor gratuito, compartir, cercanías a los más pobres o desgraciados...
- “Sabéis cómo nos comportamos(eneguenézemen) entre vosotros para vuestro bien”(v. 5c). Se expresa un hecho, una actitud determinada, sin decirnos cuál. Sólo añada que es “di´himâs”. La versión litúrgica traduce: “para vuestro bien”. La preposición “diá” con acusativo indica causa, motivo, el por qué de una acción. Más literal sería traducir “por vuestra causa”, “por vosotros”. No puede haber comportamiento misionero egoísta. Si se anuncia el Evangelio no es por el bien de la Iglesia, sino de las personas.
-“Vosotros seguisteis (eguenézete) nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la Palabra en medio de una gran tribulación, con la alegría del Espíritu Santo” (v. 6).“Seguisteis” expresa el seguimiento evangélico. Es la respuesta de vida coincidente con la del Señor. “Acogiendo la Palabra” como tierra buena, que da fruto, incluso en la dificultad.
- “Así llegasteis a ser(guenészai) un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya” (v. 7). Sólo el seguimiento de Jesús nos convierte en “modelo” (“típon”: modelo ejemplo, patrón, tipo, figura, cicatriz, marca, imagen, advertencia...) cristiano.
La segunda parte narra la repercusión en Macedonia (provincia del norte cuya capital era Tesalónica) y en Acaya (provincia del sur, capital Corinto), “a partir de vosotros” (af´ himôn: “desde vuestra comunidad”, traduce la versión litúrgica). Algunos tesalonicenses colaborarían con Pablo en evangelizar fuera de Tesalónica.
Los últimos versículos recogen lo fundamental de la conversión cristiana:
- “abandonar los ídolos” (v. 8). En el aspecto religioso se entiende por ídolo cualquier realidad que no es Dios, pero le atribuimos valor absoluto, omnipotente...: dinero, poder, templos, estatuas o imágenes, egoísmo, mentira, apariencia, explotación...
- “servir al Dios vivo y verdadero” (v. 9). Los cristianos somos conscientes que “a Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer” (Jn 1,18). Creemos a Jesús, que nos tiene dicho: “Quien me ha visto a mí ha visto al Padre... Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras” (Jn 14,9-10).
- “y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro” (v. 10). Quien vive en la fe de Jesús hace las obras de Jesús: “el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre” (Jn 14,12). El Espíritu de Jesús nos habita y regala la alegría de la fe, el amor mejor y la esperanza en la dicha final de Jesús resucitado.
Oración: “os convertisteis..., para servir al Dios vivo y verdadero” (1 Tes 1,5c-10)
Jesús, “Hijo del Dios vivo” (Mt 16,16):
una vez más revivimos nuestra conversión;
recordamos a tus misioneros:
nuestros padres, catequistas, monitores, sacerdotes..;
ellos nos anunciaron tu evangelio, “no solo de palabra,
sino también con la fuerza del Espíritu Santo
y con plena convicción”;
ellos nos entregaron lo mejor que tenían:
su fe, su alegría, su amor gratuito...
Nos enseñaran a mirarte a ti, Jesús:
a “mantenernos unánimes y concordes
con un mismo amor y un mismo sentir”.
a “no obrar por rivalidad ni por ostentación,
considerando por la humildad a los demás
superiores a nosotros”;
a “no encerrarnos en nuestros intereses,
sino a buscar todos el interés de los demás”;
a “tener entre nosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús” (Flp 2, 2-5).
Reaviva en nosotros el Espíritu que guió tu vida:
“Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía,
sino de fortaleza, de amor y de templanza” (2Tim 1, 7):
Espíritu que renueve nuestras comunidades;
donde vivir unidos, sin unos arriba y otros abajo;
donde nos sintamos todos hermanos;
donde nos sirvamos mutuamente;
donde seamos discípulos de un solo Maestro.
Danos, Señor, fortaleza para “abandonar los ídolos” actuales:
el apego al dinero, al vivir para sí, al no pensar...;
celebraciones pontificales llenas de lujo y poder...;
jubileos para el egoísmo y la exhibición;
seguridad del autoritarismo y negación de diálogo;
discriminación de la mujer y el inmovilismo cerril;
celibato obligatorio para el ministerio;
marginación de quienes piden reformas evangélicas...
Llena nuestro corazón con tu Amor:
para promover cambios para vivir mejor el evangelio;
para superar “tanta lucha” como sucede en nuestra Iglesia;
para que nuestras comunidades sean foco de cristianismo verdadero.
Jesús, Hijo del Dios vivo, esperanza nuestra:
queremos seguirte y reanimar constantemente tu Iglesia;
queremos que la comunidad sea el centro decisorio
para anunciar tu evangelio,
para atender a los más débiles y necesitados;
para vivir tus bienaventuranzas.
Preces de los Fieles (D. 30º TO A 2ª Lect. 29.10.2023)
Hoy hemos escuchado: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón... Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús dice que “son semejantes”: que se implican mutuamente. Amar al Padre es amar a sus hijos, y amar a los hijos es amar al Padre. Y Pablo concluye: “toda la ley se cumple en: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gál 5,14). Pidamos vivir en amor, diciendo: “que `no nos cansemos de hacer el bien´” (Gál 6,9).
Por la Iglesia:
- que nuestra pertenencia a la Iglesia sea libre y convencida;
- que estemos contentos de nuestra “fe que actúa por el amor” (Gál 5,6).
Roguemos al Señor: “que `no nos cansemos de hacer el bien´” (Gál 6,9).
Por las intenciones del Papa (octubre 2023):
- que el Sínodo “adopte la escucha y el diálogo como estilo de vida eclesial”;
- que “la Iglesia se deje guiar por el Espíritu Santo hacia las periferias del mundo”.
Roguemos al Señor: “que `no nos cansemos de hacer el bien´” (Gál 6,9).
Por nuestra parroquia, comunidad...:
- que seamos fraternidad de diálogo y atención a todos;
- que nos preocupe la gente, sobre todo los más débiles.
Roguemos al Señor: “que `no nos cansemos de hacer el bien´” (Gál 6,9).
Por las autoridades civiles:
- que sean sinceros, generosos, equitativos, leales...;
- que el Espíritu los fortalezca para buscar el bien común.
Roguemos al Señor: “que `no nos cansemos de hacer el bien´” (Gál 6,9).
Por la paz en nuestro mundo:
- que cesen las armas violentas y surja el diálogo conciliador...;
- que el amor universal sea la guía de nuestro entendimiento.
Roguemos al Señor: “que `no nos cansemos de hacer el bien´” (Gál 6,9).
Por esta celebración:
- que nos ayude a abandonar los “ídolos” del egoísmo (poder, dinero...);
- que nos alegre y anime a perdonar, a ayudar, a acompañar...
Roguemos al Señor: “que `no nos cansemos de hacer el bien´” (Gál 6,9).
Reaviva, Señor, en nosotros, el Espíritu que guió tu vida, “el espíritu de fortaleza, de amor y de templanza” (2Tim 1, 7), para vivir mejor el evangelio y ser testimonios vivos de tu vida. Te lo pedimos a ti, Jesús resucitado, que vives por los siglos de los siglos.
Amén.