La razón de esta ley no es ni teológica ni científica, sino “de control” Así opinaba el Papa Francisco, siendo cardenal de Buenos Aires

Comentarios a “Conversaciones con Jorge Bergoglio” (Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti. Ediciones B Argentina S.A., 2013. Buenos Aires)

I. “En la Iglesia occidental a la que pertenezco, los sacerdotes no pueden casarse como en las iglesias católicas bizantina, ucraniana, rusa o griega. En éstas, los sacerdotes se puede casar, los obispos no... Son buenísimos sacerdotes. A veces dicen que tienen una mujer en casa, pero no se dieron cuenta del hecho de que también tienen una suegra”.

Comentario: Excelente opinión sobre sacerdotes casados orientales: “Son buenísimos sacerdotes”. Como el Vaticano II (PO 16): “sunt optime meriti Presbyteri coniugati”: “son presbíteros casados muy meritorios”. La pulla clerical de “la suegra” minusvalora la bendición de todos los cristianos casados, encarnación propia de toda familia humana.

II. “En el catolicismo occidental, el tema se afronta bajo el impulso de algunas organizaciones. Pero ahora sí se mantiene la disciplina del celibato. Hay quien dice, con un cierto pragmatismo, que estamos “perdiendo mano de obra”. Si, hipotéticamente, el catolicismo occidental reviera el tema del celibato, creo que lo haría por razones culturales (como en Oriente), no tanto como opción universal”.

Comentario: 1. Contradicción clerical: por un lado, siguiendo a Jesús,rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (Lc 10,2), piden rezar por las vocaciones, y, por otro, prohíben vocaciones, incluso acreditadas durante años, por no cumplir su ley humana. Obligan al Espíritu de Dios a dar vocaciones de dos en dos. “Perdiendo mano de obra”. Más de cien mil presbíteros y algunos obispos han sido obligados a dejar el ministerio. ¿Es más importante el celibato que el pastoreo y los sacramentos?

2. “Rever (volver a ver) el tema del celibato” ha venido siendo una exigencia humana y cultural siempre. Exigencia que los dirigentes eclesiales no ha querido escuchar. Esta ley nunca fue sometida a votación del clero ni del Pueblo fiel. Es indudable su origen despótico y esclavizante. Su historia en los siglos XI-XVI evidencia su ruta de quejas e imposiciones clericales. El Arcipreste de Hita en su “Libro de buen amor”, en el poema titulado: “Cantiga de los clérigos de Talavera”, inmortalizó esta lucha nada evangélica.

3. Hoy “la razón cultural” es más amplia. No sólo se cuestiona, como siempre, su razón evangélica y teológica. La psicología actual niega la realidad de los supuestos humanos de esta ley: a) “la abstinencia sexual es clave para la perfección personal y espiritual” y b) “es posible practicarla de por vida”.

          a) La vida dedicada a causas nobles y altruistas no surge de la sublimación de la sexualidad. Nace de la conciencia personal, fruto de la evolución positiva del género humana. La idea de “sublimación” es desechada hoy por la psicología empírica. “La sexualidad no se satisface dedicando la vida a fines perfeccionistas del espíritu”.

          b) El impulso sexual, “necesidad fisiológica básica”, es una pulsión que asegura la supervivencia y la procreación personal y de la especie. Su represión aviva y provoca satisfacerla de forma anormal: abuso de poder, violencia psíquica o física... El Dr. Félix EF Larocca, psiquiatra e investigador en Departamento de Neurociencia de Universidad de Washington en San Luis, en marzo de 2013, escribe un artículo con este título:“El celibato, ¿Sublimación aberrante? o ¿Aberración sublime?”. Sostiene que la razón de esta ley no es ni teológica ni científica, sino “de control”:

“A pesar de que de modo inequívoco el clero católico ha sido acusado y convicto de crímenes sexuales, la jerarquía romana ha resistido todo esfuerzo para que examine, revise y cambie sus actitudes contra el mandato impuesto de la castidad y el celibato. La razón por la que el Papa aun rehúsa a reconocer una razón o necesidad para cambiar esta actitud no es una de naturaleza teológica, si no una de control. Los votos de castidad y el estado del celibato son paradigmas de lo mucho a lo que hay que renunciar para ser admitidos, no tanto en el Reino de Dios, como en la esfera del poder de la Iglesia”. “La abstinencia sexual, como voto de castidad, es un esfuerzo heroico para enmarañar el poder inmenso de un instinto. En este caso, el instinto de reproducción y supervivencia de nuestro género. La represión de los instintos conlleva a su expresión, por vía de descargas sustitutas, obteniendo satisfacciones vicarias. El instinto nunca se esfuma, sino que desaparece dentro de una Caja de Pandora llena de disfraces. Por ello, a menudo, cuando se expresa, no se reconoce. La abstinencia sexual obligada es un esfuerzo fútil al contradecir los designios fundamentales de la Naturaleza”.

III. “Por el momento estoy a favor de mantener el celibato, con los pros y los contras que implica, porque son diez siglos de experiencias positivas más que errores. O sea que sucede y después se conocen los escándalos. La tradición tiene peso y validez. Los ministros católicos han elegido el celibato. Hasta el año 1.100 era optativo. En Oriente se siguió la tradición no celibataria, como opción personal y en occidente todo lo contrario. Es una cuestión de disciplina, no de fe. Se puede cambiar. A nivel personal, no me ha pasado por la cabeza la idea de casarme, pero hay otros casos como el del presidente de Paraguay Fernando Lugo, un tipo brillante. Cuando era obispo tuvo una caída y renunció a la diócesis. Fue honesto en esa decisión”.

Comentario:1. ¿“Diez siglos de experiencias positivas más que errores”? “Lo que sucede” es la imposición, no la observancia libre y opcional. Precisamente por ello vienen los escándalos. No es cierto que “los ministros católicos han elegido el celibato”. Han sido obligados por ley a prometer el celibato, si querían ser “ministros”. De hecho, la inmensa mayoría han pedido ser liberados del celibato, no del ministerio. Con ello, queda patente la “descabellada institución del celibato obligatorio de los obispos y presbíteros. La llamo descabellada, porque la experiencia histórica demuestra que es una cabezonería humana en que el Espíritu Santo no ha entrado, y que, por eso, siempre funcionó a trompicones...” (Díez Alegría”: Rebajas teológicas de otoño, D. Brouwer, S.A. Bilbao 1980. Pág. 144-147).

2. “La Iglesia persa reaccionó contra la ley de continencia matrimonial, antecesora del celibato. El concilio de Beth Edraï (486) juzgó la norma como una de “esas tradiciones nocivas y gastadas a las que debían poner fin los pastores”. Ocasionaba “fornicaciones, adulterios y graves desórdenes”. Anuló la ley de continencia conyugal, decretada un siglo antes por el Papa Siricio. Lo fundamentaron en textos bíblicos, demostrando la falsedad de la presunta “tradición apostólica”. “El matrimonio legítimo y la procreación de los hijos, ya sea antes o después del sacerdocio, son buenos y aceptables a los ojos de Dios” (H. Crouzel: “Sacerdocio y Celibato”; AA. VV., Dir. J. Coppens, BAC 1971, p. 292-293). Ordenó a sus obispos no imponerla al clero. Autorizó el matrimonio a los ordenados célibes, su uso a los clérigos casados y posibilidad de casarse a enviudados tras la ordenación. Normativa que incluye incluso al “Catolicós”, patriarca de la Iglesia oriental desmembrada del Patriarcado de Antioquía”.

3. La afirmación más valiosa: “Es cuestión de disciplina, no de fe. Se puede cambiar”. Extraña que, “afectando a todos”, sólo se requiera que “esté a favor” quien preside. Esperemos que esto lo arregle la Sinodalidad eclesial. Es la esperanza que queda. Quizá tenga razón el cardenal Mario Grech al contestar a la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados” (RD 22.09.2024): “El Señor sabe hacer que vuestro grito esté presente en la sala del Sínodo”.

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