Ha sido un quebranto eclesial la apropiación del sacerdocio y de la palabra “clero” y su concepto bíblico por parte del ministerio eclesial “ordenado”. 5º Pascua: Celebración familiar (10.05.2020)
Tras santiguarse, se bendice el agua (texto en domingo 2º Pascua)
| Rufo González
Gloria a Dios en los cielos...
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, lleva a su pleno cumplimiento en nosotros el Misterio pascual, para que , quienes, por tu bondad, han sido renovados en el santo bautismo, den frutos abundantes con tu ayuda y protección y lleguen a los gozos de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo...
Lectura del santo Evangelio según san Juan(14, 1-12)
Comentario: “El que cree en mí, también hará las obras que yo hago y aun mayores” (Jn 14,1-12)
Estamos en el cenáculo. La situación es crítica. Jesús anuncia la traición de Judas (Jn 13, 21. 26), su vuelta a la casa del Padre (Jn 13,33: “me queda poco de estar con vosotros”) y la negación de Pedro (Jn 13,37-38). Es lógico que el grupo esté confuso, sin horizontes, triste. Jesús siente lo mismo, pero intenta poner cordura, sentido y esperanza: “No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí”. Son palabras que recuerdan el salmo 27:“El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?... Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en Yahvé”.(Sal 26,1.14).
Jesús confía en el Padre, y quiere que los discípulos también confíen. Se marcha, pero volverá para que estén donde él va. Para ir a donde va Jesús, hay por su camino, su verdad, su vida. La unión entre el Padre y Jesús es tan íntima que quien “ha visto a Jesús ha visto al Padre”. Jesús está en el Padre y el Padre en Jesús. Lo que dice y hace Jesús son palabras y obras del Padre.
Quien confía en Jesús, vivirá, orará, trabajará, cuidará de las personas, creará comunidades nuevas, infundirá confianza, enfrentará situaciones como las de Jesús... En menor o mayor escala, según las circunstancias históricas, nuestra vida “en Jesús” “hará las obras como las suyas y aun mayores”, ya que participamos de su Espíritu, “que siendo uno mismo en la Cabeza y en los miembros, vivifica, unifica y mueve todo el cuerpo...” (LG 7).
Aquí está la base común de los cristianos: “vivir en Cristo”, confiar en su amor y en el amor del Padre, que es el mismo, y ha sido derramado en todos nosotros. Todos “piedras vivas, sacerdocio sagrado”. Todos vinculados a la vida con Dios, como lo hacía Cristo. Todos dando el don de Dios: su Hijo y su Espíritu. Así hacemos de puentes –somos pontífices- entre las personas y Dios, y al revés. Ha sido un quebranto la apropiación de esta realidad y de la palabra “clero” y su concepto bíblico por parte del ministerio eclesial “ordenado”. Los diversos servicios eclesiales están para servir a todos, para ayudarnos a ser mejores “sacerdotes” y “porción elegida” o pueblo de Dios. El servicio de presidencia, de gobierno, de anuncio del evangelio, de educación en la fe... no suplen al “sacerdocio real del pueblo adquirido...”, sino que “lo modela y dirige, confecciona la eucaristía en la persona de Cristo y la ofrece en nombre de todo el pueblo...” (LG 10). Cuando en la Iglesia se pierde el vigor sacerdotal común, se termina por reducir la “iglesia” al “ministerio”. La 1ª carta de Pedro llama “clero” al pueblo asignado, “suerte o parte” encomendada, a los presbíteros. Así dice a los presbíteros: “pastoread el rebaño de Dios, no como déspotascon quienes os ha tocado en suerte (“med´ `os katakirieuontes tôn cléron”), sino convirtiéndoos en modelos del rebaño” (1Pe 5,2-3).
Oración: “El que cree en mí, hará las obras que yo hago y aun mayores” (Jn 14,1-12).
Jesús Resucitado, presente entre nosotros:
“donde dos o tres están reunidos en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18,20);
“sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el final delos tiempos” (Mt 28,20);
“el que me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará,
y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14, 23).
Necesitamos hoy escuchar estas palabras tuyas:
“No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí”;
y las de Pablo, tras sentir en su mente que estás vivo:
“Nada podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo” (Rm 8,39);
su amor concreto, personal, comprensivo... abraza nuestra vida:
“en él vivimos, nos movemos y existimos” (He 17,28).
Aceptar el amor del Padre nos transforma:
nos sentimos perdonados del todo;
percibimos su fuerza para vivir como Tú, Cristo;
oramos al Padre como hijos, como orabas y enseñabas a orar;
se conmueven nuestras entrañas ante la injusticia y el desamparo;
nos seduce la defensa de los derechos humanos;
la humildad y la sencillez se hacen hábitos de nuestra vida.
Creo, Jesús resucitado, que estás en los profetas de hoy:
exigiendo una reforma de tu Iglesia en la sencillez y pobreza;
eliminando los títulos nobiliarios que tontamente nos hemos dado;
haciendo celebraciones más fraternales, sin adornos innecesarios;
escuchando a todos y compartiendo el pluralismo posible dentro del amor;
dando libertad para elegir a los responsables;
respetando los derechos humanos, nacidos del amor del Padre;
asegurando los derechos personales de forma eficaz y libre;
corrigiendo los abusos, sobre todo contra los más débiles;
fomentando el amor cristiano en todas sus formas;
evitando la arbitrariedad y acepción de personas de los dirigentes;
poniendo amor, comprensión, tolerancia, crítica constructiva;
rechazando todo lo que sea condena, fanatismo, excomunión...
¡Ven, Cristo resucitado!
Que sintamos todos tus palabras:
“No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí”;
Que seamos capaces de reformarnos según tu Espíritu:
aceptando que la Iglesia es tu Pueblo, invitado a vivir en tu Amor;
sabiendo que los “príncipes de la Iglesia” son invento nada evangélico;
comprendiendo que los ministerios sin Pueblo no tienen sentido;
trabajando porque existan comunidades vivas, participativas;
procurando que todos puedan ejercer sus carismas;
conviviendo en el respeto a los derechos humanos;
alejando la adulación, la sumisión, el envilecimiento...;
dialogando los problemas con criterios evangélicos...
¡Ven, Cristo resucitado!
¡Aumenta nuestra fe!
Tenemos tu mismo Espíritu: tu amor, tu libertad, tus hermanos...
Que hagamos tus mismas obras“y aun mayores”.
Que nos sintamos todos tan sacerdotes como Tú;
tan “piedras vivas, sacerdocio sagrado”, como Tú;
tan “misterio acogedor” como somos acogidos por el amor del Padre,
manifestado en tu vida, en tus palabras, en tu muerte y resurrección.
Creo en Dios Padre todopoderoso...
Preces de los Fieles (D. 5º Pascua 10.05.2020)
“No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí”. Estas palabras nos las dice hoy a todos Jesús de Nazaret. Creer es fiarse del Dios - Amor, “Misterio acogedor”, que nos acompaña siempre. Pidamos esta confianza diciendo: “Señor, queremos ver al Padre”.
Por la Iglesia universal:
- que camine viviendo del Amor del Padre, como Jesús;
- que cure y aporte vida, sobre todo a los que menos vida tienen.
Roguemos al Señor: “Señor, queremos ver al Padre”.
Por las intenciones del Papa (Mayo2020):
- que “los diáconos sean fieles al servicio de la Palabra y de los pobres”;
- que “sean un signo vivificante para toda la Iglesia”.
Roguemos al Señor: “Señor, queremos ver al Padre”.
Por quienes presiden nuestras comunidades:
- que el Amor sea la norma suprema en su servicio;
- que respeten los carismas del Espíritu y su ejercicio ordenado.
Roguemos al Señor: “Señor, queremos ver al Padre”.
Por nuestras parroquias y comunidades:
- que seamos verdaderas comunidades en el amor de Cristo;
- que nos sintamos sacerdotes, uniendo a todos con el Amor de Dios.
Roguemos al Señor: “Señor, queremos ver al Padre”.
Por nuestras familias:
- que superemos rencores y malos recuerdos;
- que convivamos en armonía, cuidando sobre todo a los más débiles.
Roguemos al Señor: “Señor, queremos ver al Padre”.
Por los enfermos y necesitados:
- que crean en el amor de Dios y en el nuestro;
- que sean activos en la superación de sus problemas.
Roguemos al Señor: “Señor, queremos ver al Padre”.
Por los concelebrantes (todos los que celebramos esta eucaristía):
- que tengamos conciencia de nuestro sacerdocio de la vida;
- que salgamos contentos, consolados, avivados... por el Pan de vida.
Roguemos al Señor: “Señor, queremos ver al Padre”.
Señor Jesús, que invitas a confiar en el amor del Padre, manifestado en tu vida. Confirma nuestros buenos deseos con obras como las tuyas y aún mayores. Tú, que vives con nosotros siempre, hasta el fin de los siglos. Amén.
Preparación de las ofrendas (texto en domingo 2º Pascua)
Oración sobre las ofrendas
Dios nuestro, que por este santo sacrificio nos concedes participar de tu vida divina; te pedimos que así como hemos conocido tu verdad, vivamos de acuerdo con ella. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Plegaria eucarística (texto en domingo 2º Pascua)
Comunión (texto en domingo 2º Pascua)
Oración después de la comunión:
Padre, ayuda con bondad a tu pueblo, que has alimentado con los sacramentos celestiales; concédele apartarse del pecado y comenzar una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor.
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros. Amén.
Leganés (Madrid), 10 mayo 2020.