“Soporíferas gotas de opio espiritual, algunas gotas de amor, esperanza y creencia” es lo que los dirigentes eclesiales vierten sobre los sobrevivientes sacerdotes casados “No hay ninguna contradicción para que un sacerdote se pueda casar”
La “contradicción” está en el Papa Francisco
| Rufo González
En el año 2019, Francisco cerraba toda esperanza de que, bajo su pontificado, se eliminara la ley del celibato. Se adhirió a la actitud de Pablo VI: “En el rito latino, me viene a la mente una frase de San Pablo VI: “Prefiero dar la vida antes que cambiar la ley del celibato. Me ha venido a la mente y quiero decirla, porque es una frase valiente. En un momento más difícil que este, se estaba en los años 68-70”. Años tras el concilio en el que se dijo que “el celibato, en realidad, no es exigido por la naturaleza misma del sacerdocio, como consta de la praxis de la Iglesia primitiva y de las tradiciones de las Iglesias orientales” (PO 16). Miles de sacerdotes y algunos obispos pidieron dispensa del celibato, no del ministerio. No fueron escuchados. Los seminarios se vaciaron.
Los archiveros de la Secretaría de Estado hallaron una frase similar en transcripción de una audiencia (10 y 11 julio 1970) de Pablo VI con el cardenal holandés, Bernardo J. Alfrink, arzobispo de Utrecht, partidario del celibato opcional. En este blog transcribí lo sustancial de dicho diálogo entre el Pablo VI y Alfrink (RD 14.09.2024).
La argumentación de Pablo VI no fue evangélica. Más bien, egoísta, dubitativa, sólo pensando en la estructura clerical, decadente… Basta reproducir algunas frases de la conversación: “sería algo que se extendería inmediatamente”, “una decadencia de la que ya no se recupera”, “no puede haber doble clero”, “sería la ruina”, “se diría: `se puede estar casado y ser un buen sacerdote´”, “prefiero estar muerto o dimitir”.
A esta última frase se aferró el Papa Francisco: “Esto se parece al ‘dar la vida’ [que recordaba]. Pienso lo mismo que San Pablo VI, sólo que con una diferencia: es un santo”. Fue su respuesta tras leer la transcripción de la audiencia de Pablo VI y Alfrink (Leonardo Sapienza: “Pablo VI – Non esistono lontani”. Edizioni San Paolo 2020).
En marzo de 2023, Francisco habla de modo muy distinto. Fue en la entrevista con el Diario argentino digital, “Infobae”, realizada por Daniel Hadad (10 Mar, 2023):
Pregunta:
“- ¿usted imagina que la existencia de sacerdotes con la posibilidad de estar casados, como hay en otras iglesias, podría colaborar para que más gente se sume al sacerdocio?”.
Respuesta:
“No creo. De hecho, en la iglesia católica hay sacerdotes casados: todo el rito oriental es casado. Todo. Todo el rito oriental. Acá en la Curia tenemos uno -hoy mismo me lo crucé- que tiene su señora, su hijo.
No hay ninguna contradicción para que un sacerdote se pueda casar.
El celibato en la iglesia occidental es una prescripción temporal: no sé si se resuelve de un modo o de otro, pero es provisoria en este sentido; no es eterna como la ordenación sacerdotal, que es para siempre, te guste o no te guste. Que dejes o no dejes es otro tema, pero es para siempre. En cambio, el celibato es una disciplina”
Pregunta:
“O sea que podría revisarse”.
Respuesta:
“Sí. Sí. De hecho, todos los de la iglesia oriental están casados. O los que quieren. Ahí hacen una opción. Antes de la ordenación la opción por casarse o por ser célibes.”
Es una opinión muy discutible sostener que “la posibilidad de estar casados, como hay en otras iglesias, no podría colaborar para que más gente se sume al sacerdocio”. Los miles de sacerdotes casados, que siguen pidiendo ser admitidos al ministerio, contradicen dicha opinión en la Iglesia latina. Ahí está la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados, cuyo presidente, Sebastián Cózar, firmaba una Carta, dirigida al Secretario del Sínodo, cardenal Mario Grech:
“Creemos que sería muy bueno y saludable para la Iglesia que en este encuentro sinodal de octubre próximo se planteara con sinceridad, en un diálogo de fraternidad sacerdotal, el ministerio del sacerdote casado…, pensando en el bien de la Iglesia y de la Evangelización… Deseamos que nos tengan en cuenta, que nos escuchen… como hermanos sacerdotes. Queremos dar testimonio de que ser sacerdote y casado es posible y fructífero, como fueron los primeros llamados por Jesús… Pedimos que se permita nuestra participación en el Sínodo para aportar nuestra experiencia, y que de este modo sea posible ir superando todos los temores e incertidumbres” (RD 29.08.2024):
Por desgracia, ya el Papa Francisco había tomado la decisión de no tratar el tema en el Sínodo. La respuesta del cardenal Grech, lógica y diplomática, “muestra `aprecio´ por las aportaciones realizadas sobre esa cuestión por la Federación. `Lamentablemente´ llegan tras la publicación del Instrumentum Laboris. Destaca que `el Señor sabe hacer que vuestro grito esté presente en la sala del Sínodo´” (RD 22.09.2024).
“El Señor sabe hacer que vuestro grito esté presente en la sala del Sínodo”. Este ha sido el consuelo alienante y evasivo. Habría que recordar lo que grandes pensadores del s. XIX habían adelantado a la frase, acuñada en 1844 por Karl Marx, del “opio del pueblo”: “Bienvenida sea una religión que derrame en el amargo cáliz de la sufriente especie humana algunas dulces, soporíferas gotas de opio espiritual, algunas gotas de amor, esperanza y creencia” (el alemán Heinrich Heine, en 1840 en su ensayo sobre Ludwig Börne -periodista, crítico literario y teatral alemán 1786-1837-). “Soporíferas gotas de opio espiritual, algunas gotas de amor, esperanza y creencia” es lo que los máximos dirigentes eclesiales vierten sobre los sobrevivientes sacerdotes casados.
Aquí la contradicción: “Prefiero dar la vida antes que cambiar la ley del celibato” (28 enero 2019), y “no hay ninguna contradicción para que un sacerdote se pueda casar. El celibato en la iglesia occidental es una prescripción temporal, provisoria… No es eterna como la ordenación sacerdotal... El celibato es una disciplina”. “Sí, sí podría revisarse” (10 Mar, 2023).
¿Tiene sentido “dar la vida antes que cambiarla ley del celibato”, “disciplina temporal y provisoria”? ¿Tiene sentido privar de pastores y eucaristía a comunidades cristianas porque no hay un “ordenado” soltero que pueda presidir? ¿Tiene sentido marginar a buenos pastores por ejercer un derecho humano, “universal e inviolable” como es “fundar una familia” (GS 26)?
Sería bueno encomendarse a la Virgen Desatanudos (en algunas entrevistas del Papa aparece su réplica). Pintura en que un ángel le entrega a María una cinta llena de nudos, que al pasar por sus manos se deshacen. Francisco le tiene devoción y propagó su culto en Argentina. Que ella le ilumine y desate en su mente y corazón este nudo que está dividiendo y paralizando a nuestra Iglesia. Bastaría escuchar de verdad el “haced lo que él os diga” (Jn 2,5). Ahí, en el evangelio y práctica de Jesús podemos comulgar todos.