A mis queridos inquisidores
Dicen los sicólogos -también los confesores- que la PAZ es el mejor síntoma para saber si se actúa en conciencia (me refiero a la "conciencia profunda" y no a la "cerebral" o "social").
Pues os confieso que, con motivo de las dos últimas meditaciones publicadas, he recibido con muchísima paz la avalancha de descalificaciones, excomuniones, condenas y empujones que me han llegado. Pero es que, además, espero con paz más de lo mismo en mis meditaciones de Cuaresma.
No siempre fue así. Antes me afectaban mucho las acusaciones de mis hermanos. Ahora me refugio en "lo profundo", me cuestiono, me analizo y hago el mejor discernimiento. Sin embargo, hasta ahora, no he logrado ver los "graves pecados" de que me acusan, aunque tal vez tenga otros que ellos ignoran. No sé entonces por qué debo auto excluirme de la Iglesia a la que amo y defiendo constantemente. No sé por qué debo ceder a su inducción de quemarme a lo bonzo ante la imposibilidad actual de que ellos me aten a una hoguera.
Claro que la Iglesia (Pueblo de Dios), en la que camino y a la que amo, no se parece en nada a la figuración que aquí he colgado:
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Pero, si para mis severos jueces la Iglesia es así, entonces debo pedir perdón:
- Perdón por pensar.
- Perdón por meditar y hacer oración profunda y silenciosa: "oración de escucha".
- Perdón por "tener oídos para oír" y "ojos para ver".
- Perdón por ser consciente de haber sido creado libre y ejercer mi libertad.
- Perdón por estar abierto a las novedades permanentes del Espíritu.
- Perdón por tener la desvergüenza de arriesgarme a contar lo que inmerecidamente recibo.
- Perdón por sentir que "hay que obedecer a Dios antes que a los hombres".
- Perdón por tener la dicha de sentir que Dios es Bueno y "saber sin saber nada" que esa realidad se impone a cualquier otra teología o doctrina.
- Perdón por amar al Pueblo de Dios y percibir sus cadenas, sus temores, sus culpabilidades, sus desesperanzas, sus soledades, sus dudas… Y darme cuenta -con extremo dolor- que mucho de esto está causado por una religión momificada y unos pastores sentados o dormidos.
- Perdón por tener la evidencia interior de que el Evangelio es la preciosa semilla de una religión humanizadora, positiva, luminosa, alegre y racional.
- Perdón por dolerme hasta sangrar que algunos en nuestra Iglesia Católica den más importancia a las cuadrículas que a la Vida, de la cual todos somos fuentes.
Perdonadme, si podéis, por escribir con mis letras curvas toda la luz que recibo y no me puedo guardar. Probablemente no merezco pertenecer a vuestra iglesia cuadriculada y santa porque todo en mí no es recto.
Pero intento, tan solo intento, que sea humano…
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Ilustración: El genio inolvidable de Quino.
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Pues os confieso que, con motivo de las dos últimas meditaciones publicadas, he recibido con muchísima paz la avalancha de descalificaciones, excomuniones, condenas y empujones que me han llegado. Pero es que, además, espero con paz más de lo mismo en mis meditaciones de Cuaresma.
No siempre fue así. Antes me afectaban mucho las acusaciones de mis hermanos. Ahora me refugio en "lo profundo", me cuestiono, me analizo y hago el mejor discernimiento. Sin embargo, hasta ahora, no he logrado ver los "graves pecados" de que me acusan, aunque tal vez tenga otros que ellos ignoran. No sé entonces por qué debo auto excluirme de la Iglesia a la que amo y defiendo constantemente. No sé por qué debo ceder a su inducción de quemarme a lo bonzo ante la imposibilidad actual de que ellos me aten a una hoguera.
Claro que la Iglesia (Pueblo de Dios), en la que camino y a la que amo, no se parece en nada a la figuración que aquí he colgado:
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Pero, si para mis severos jueces la Iglesia es así, entonces debo pedir perdón:
- Perdón por pensar.
- Perdón por meditar y hacer oración profunda y silenciosa: "oración de escucha".
- Perdón por "tener oídos para oír" y "ojos para ver".
- Perdón por ser consciente de haber sido creado libre y ejercer mi libertad.
- Perdón por estar abierto a las novedades permanentes del Espíritu.
- Perdón por tener la desvergüenza de arriesgarme a contar lo que inmerecidamente recibo.
- Perdón por sentir que "hay que obedecer a Dios antes que a los hombres".
- Perdón por tener la dicha de sentir que Dios es Bueno y "saber sin saber nada" que esa realidad se impone a cualquier otra teología o doctrina.
- Perdón por amar al Pueblo de Dios y percibir sus cadenas, sus temores, sus culpabilidades, sus desesperanzas, sus soledades, sus dudas… Y darme cuenta -con extremo dolor- que mucho de esto está causado por una religión momificada y unos pastores sentados o dormidos.
- Perdón por tener la evidencia interior de que el Evangelio es la preciosa semilla de una religión humanizadora, positiva, luminosa, alegre y racional.
- Perdón por dolerme hasta sangrar que algunos en nuestra Iglesia Católica den más importancia a las cuadrículas que a la Vida, de la cual todos somos fuentes.
Perdonadme, si podéis, por escribir con mis letras curvas toda la luz que recibo y no me puedo guardar. Probablemente no merezco pertenecer a vuestra iglesia cuadriculada y santa porque todo en mí no es recto.
Pero intento, tan solo intento, que sea humano…
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Ilustración: El genio inolvidable de Quino.
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