"La Navidad llega envuelta de un ruido constante que nos aparta del silencio interior que todos necesitamos para celebrar la venida de Cristo" Omella: "Los pobres, que viven en la miseria, pueden llegar a vivir el resplandor de la Navidad como una pesadilla"
"Quizás, si recordáramos que los pobres están hechos a imagen y semejanza de Dios no sufrirían nuestro desprecio ni el de la sociedad. Por eso, Jesús los defiende y se pone a su lado"
"Jesús eligió a los indigentes, a los indefensos, a los empobrecidos, a los abandonados"
"Este año la viviremos en complejas circunstancias como consecuencia de la pandemia que nos azota. En medio del dolor, celebremos la Navidad, revivamos el misterio de un Dios que se ha hecho uno de nosotros para mostrarnos su ternura y su amor. La auténtica Navidad es y será siempre fuente de esperanza"
"Este año la viviremos en complejas circunstancias como consecuencia de la pandemia que nos azota. En medio del dolor, celebremos la Navidad, revivamos el misterio de un Dios que se ha hecho uno de nosotros para mostrarnos su ternura y su amor. La auténtica Navidad es y será siempre fuente de esperanza"
| Juan José Omella
La esencia de la Navidad está en celebrar y compartir en familia el nacimiento de Jesús. Lamentablemente, nos puede suceder que, deslumbrados por el consumismo, olvidemos esa esencia.
La Navidad se puede convertir en algo muy distinto: en una vorágine de compras y ventas, en envolver y desenvolver regalos para satisfacer ilusiones efímeras. La Navidad llega envuelta de un ruido constante que nos aparta del silencio interior que todos necesitamos para celebrar la venida de Cristo.
Los pobres, que viven en la miseria, a veces en la calle o en viviendas sin condiciones, o los que están solos y enfermos, pueden llegar a vivir el resplandor de la Navidad como una pesadilla. Rodeados de abundancia a la cual no pueden acceder, se sienten aún más pobres y estigmatizados, sienten el frío del invierno en sus cuerpos y en su corazón.
Jesús también nació en la miseria y en la soledad, en un pesebre sucio y maloliente. Jesús vino como Redentor pobre; se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cf. 2Cor 8,9). No ambicionó nada, no se apegó a nada. Se hizo pobre por amor hacia ti y hacia mí, hacia todos y cada uno de los que nos rodean.
Jesús también nació en la miseria y en la soledad, en un pesebre sucio y maloliente. Jesús vino como Redentor pobre; se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza (cf. 2Cor 8,9). No ambicionó nada, no se apegó a nada. Se hizo pobre por amor hacia ti y hacia mí, hacia todos y cada uno de los que nos rodean. Podía haber elegido la riqueza o el poder de los hombres, pero eligió nacer pobre. Eligió la debilidad y la dependencia. Eligió a los indigentes, a los indefensos, a los empobrecidos, a los abandonados, a los enfermos, a los migrantes, a los que pasan hambre, a los expulsados de la sociedad… Jesús siempre estuvo con ellos. Jesús nos muestra cómo Dios siente debilidad por todo aquel que se siente frágil, pobre, excluido…
En esta #Navidad tan especial, os propongo un regalo especial para ofrecer al Niño Jesús.
— Card. Juan José Omella (@OmellaCardenal) December 18, 2020
Llamad a vuestros abuelos, a vuestros tíos o a vuestros vecinos, en especial a todos aquellos que viven solos para demostrarles vuestro cariño. pic.twitter.com/fT3Ds5jsMr
Es el Dios de los pobres
En efecto, el rostro de Dios que Jesús nos revela es el de un Padre generoso que ofrece su esperanza a los que no tienen nada. Por eso es el Dios de los pobres, porque ha hecho una opción preferencial por ellos. Los convirtió en hijos predilectos. Dios conoce sus penas, los toma en sus manos y les devuelve el valor, la fuerza y la dignidad. ¡Qué bueno y necesario es reconocer nuestras pobrezas y fragilidades!
Quizás, si recordáramos que los pobres están hechos a imagen y semejanza de Dios no sufrirían nuestro desprecio ni el de la sociedad. Por eso, Jesús los defiende y se pone a su lado. Y así nos está ayudando a acercarnos a Dios a través de los pobres.
Quizás, si recordáramos que los pobres están hechos a imagen y semejanza de Dios no sufrirían nuestro desprecio ni el de la sociedad. Por eso, Jesús los defiende y se pone a su lado. Y así nos está ayudando a acercarnos a Dios a través de los pobres.
Hace años, en muchos hogares se compartía la comida de Navidad con un pobre. Poner un plato más en nuestras mesas navideñas podría ser un entrañable regalo de Navidad que podríamos hacer y hacernos, porque la inmensa satisfacción de ofrecer y recibir es mutua. Dar la mano y acoger a los más necesitados es, sin duda, el regalo más valioso que podemos hacer y es también la puerta a la vida eterna (cf. Mt 25,31-46).
Queridos hermanos y hermanas, os deseo una santa Navidad en familia. Este año la viviremos en complejas circunstancias como consecuencia de la pandemia que nos azota. En medio del dolor, celebremos la Navidad, revivamos el misterio de un Dios que se ha hecho uno de nosotros para mostrarnos su ternura y su amor. La auténtica Navidad es y será siempre fuente de esperanza.
† Card. Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona
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