Sábado Santo, Monsieur Vincent
La película sobre la vida san Vicente de Paúl puede ser una excelente opción para adentrarnos en la experiencia de silencio y espera del Sábado Santo. Premiada con un Óscar en 1949 a la mejor película de habla no inglesa ha sido bastante olvidada entre nosotros, aunque ahora tenemos la oportunidad de verla en DVD.
Realizada en 1947 por Maurice Cloche, un reputado cineasta francés profundamente comprometido como católico, que realiza una serie de películas consagradas a las grandes figuras de la caridad. Entre ellas, además de la que nos ocupa podemos señalar la dedicada al médico cristiano inventor de estetoscopio “Doctor Laennec” (1949). También podemos recordar “El pequeño milagro” (1951) basada en un cuento infantil de Paul Gallico titulado "The Small Miracle". Película ésta sencilla y encantadora con música de Nino Rota que obtuvo el premio BAFTA y que narra la historia de un milagro ante la tumba de san Francisco de Asís. En la fotografía tenemos al prolífico Claude Renoir colaborador de películas como “La muerte no deserta” (1964) o ”La gran juega” (1966). Y en un guión profundo y sin desperdicio del famoso dramaturgo Jean Anouilh del que también recordamos el libreto de “Becket o el honor de Dios” que llegó al cine con importante éxito.
Monsieur Vincent es una rigurosa adaptación biográfica que cuenta con una actuación memorable de Pierre Fresnay, que además presenta un asombroso parecido con el santo cuya imagen nos ha llegado a través de las representaciones pictóricas de la época. Comienza con una secuencia desconcertante, cuando el santo es recibido en su nueva parroquia de Chatillon-les-Dombes con una lluvia de piedras que lanzan los aldeanos aterrorizados por la peste negra. Lo más interesante se despliega en la descripción de la realidad de los pobres de la época, así como los distintos servicios que promueve Vicente de Paúl implicando a tantas personas. Resalta significativa su influencia para el cambio de la conciencia social, especialmente entre la nobleza de la época y así como su tarea en la organización de la caridad promoviendo instituciones dedicadas al cuidado de los más débiles. La narración destaca también la fundación de las Hijas de la Caridad y resulta emocionante la secuencia de despedida donde el santo deja su testamento a una joven recién llegada que quiere incorporarse a la comunidad de servidoras de los pobres.
El guión enormemente interesante, con diálogos llenos de contenido teológico, muestra la intención de Vicente de considerar a “los pobres como sus amos” para ponerse al servicio de ellos y no tanto como una ilusión idealista sino como fruto de una llamada al amor evangélico que nos hace hermanos. Alejado de los paternalismos sirve con abnegación, lucidez y exigencia aplicando a cada caso lo que mejor conviene. Igualmente resalta su valiente denuncia a los ricos invitándoles a salir de la apatía, la frivolidad y sus cerrados intereses promoviendo iniciativas y servicios adecuados a las exigencias de la dignidad de las personas.
Para el espectador contemporáneo requiere un esfuerzo para el visionado, lo que supone aceptar un film de otra época realizado en blanco y negro, con omnipresencia de interiores en estudios para la recreación de los ambientes de la época, con diálogos bastante teatrales y, a veces, con actuaciones que abusan de la declamación. Pero el esfuerzo se compensa porque el relato termina por atrapar y emocionar por la gran fuerza del protagonista y por la lúcida presentación del mensaje cristiano.
El ejemplo de los santos, del que esta película es un paradigma, supone una elocuente invitación a la esperanza en este día, donde en lo oculto y en el silencio, se fragua y amasa la transformación divina de la realidad humana.