El silencio de Lorna ¿Qué nos hace seres humanos?


Los hermanos Dardenne nos ofrecen una nueva reflexión sobre los resortes profundos del alma. Ganadora del Premio Mejor de Guión del Festival de Cannes 2008, llega tardíamente a nosotros esta historia sobre el despertar de la conciencia de una mujer que emerge lúcida y generosa en medio de la manipulación y el interés deshumanizador.

Jean-Pierre y Luc Dardenne en su línea de La promesa (1996), Rosetta (1999), El hijo (2002) y El niño (2005) también nos presentan en esta película a un personaje marginal en medio de una situación trágica que le enfrenta a dilemas que tienen vigencia universal. Así bajo la crítica social se plantea la urgencia de la reconstrucción de los fundamentos de lo humano en un tiempo donde la injusticia contamina las conciencias no solo de aquellos que están en los márgenes sino de la gran ciudad.


La historia de Lorna es la de una emigrante albanesa que vive para el deseo de montar un bar junto con su novio. Con este fin participa de una serie de matrimonios de conveniencia a través de una red mafiosa. La cadena de acontecimientos le lleva a enfrentarse a su propia conciencia que en medio de la desolación brota como bandera de humanidad en la resistencia.
La denuncia primera de las condiciones de la emigración en la ciudad belga de Lieja supone una crítica al dinero como fundamento de la vida social. Los billetes van pasando de mano en mano como en la última película de Robert Bresson El dinero (1983). Su poder de corrupción no se refiere únicamente al entorno mafioso que rodea a Lorna. Hay un extraño poder de destrucción de la conciencia que habita en el poder de la economía y que termina por destruir a los seres humanos en una doble dirección, físicamente por la explotación y existencialmente por la anulación ética. En la película solamente los que se libran del dinero logran recobrar rasgos humanos. La forma de la tentación se nos ofrece en los primeros planos de los billetes que nos interrogan ¿te los llevarías?

El poder del mal no solo destruye las relaciones que se compran y se venden sino que también destruye la vida. Es curioso que desde un territorio crítico y de izquierdas, como el que frecuentan los Dardenne, aparezca una película claramente en defensa de la vida y opuesta a la práctica del aborto. Es sintomática la incapacidad del médico que ha de prepararla a abortar para comprender el estado de tensión que esta decisión provoca en Lorna.


La actuación de la actriz albanesa casi desconocida, Arta Dobroshi, es sobresaliente y nos presenta a una Lorna que en medio del silencio nos trasparenta las dudas y vaivenes de su conciencia. Manipulada, sometida y engañada nos sorprende por sus brotes de lucidez hecha amor compasivo de su esposo de conveniencia Claudy (Jérémie Renier) y defensora de la vida de su hijo no nacido. Como siempre algunos críticos europeos has cuestionado el final, lo que en el fondo supone la no aceptación de su propuesta. Como si lo culturalmente correcto se tragará la fundamentación ética de la vida o lo que es lo mismo de la conciencia.

La narración es más descriptiva, menos subjetiva y más contemplativa que en las anteriores películas, con lo que inquieta pausadamente, sin prisas pero en profundidad. La marca de una elipsis brutal obliga al espectador a imaginar lo más terrible y el revulsivo definitivo de la crisis de Lorna. Una lección de lo mejor del lenguaje cinematográfico opuesto a lo espectacular que golpea directamente al espectador desorientado.

El grito apenas sugerido de “tú vivirás” dicho al hijo de la entrañas se convierte en la marca de un optimismo vulnerable que es la palabra primordial que brota en el silencio. Una reivindicación de la dignidad de los seres humanos que nos viene desde los que están en los márgenes. Cuando el diálogo es casi imposible solo queda dirigirse a la esperanza que viene. Como si fuera un nuevo cántico espiritual que llega para sacudirnos. ¿Y tú que elegirías?

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