Juan Antonio Reig es un obispo chulo, y en cuanto a listo, no lo creo. Parece muy empecinado en ser sea como sea el centro de la polémica. Y siempre procura llevar la voz cantante. Ya puede pisotearle el Vaticano que el no cede un ápice, y no por convicciones, sino por su soberbia que me consta es mucha.
Hace poco que está en Alcalá, y no se le ha ocurrido otra cosa que ir a hacerse fotos con la bandera preconstitucional. Y como lo de pedir disculpas no es práctica propia de Reig, y casi de ningún obispo, el resultado es que vuelve a repetirse la habitual historia ya por todos conocida: el vicario sale a dar la cara por las indecencias del obispo. Pues vaya utilidad la de los vicarios.
Y ahora Reig a hacer lo de siempre, de victima incomprendida y castigada socialmente por los “enemigos” de la Iglesia. Lo de su destitución de Murcia, porque no ha sido otra cosa, le vino como anillo al dedo para salir como víctima del presidente de la UCAM, pues no le quedaba otra salida. Y todo causado por su soberbia de no poder soportar no meter mano en los dineros y gobiernos de la UCAM.
¿Cual será la próxima de monseñor? ¿Mañana toca los gays? Respecto al aborto está calladísimo, por no decir ausente y eso que preside una subcomisión episcopal de familia y vida. Que raro que no forme parte de las críticos eclesiales al aborto. Tantos años chillando y ahora habla más su vicario que él, aunque en este caso, para que le partan a él y no a Reig.