El colegio católico “de verdad”.
A mi esto de los colegios católicos “de verdad” me recuerda a una vieja historia. Érase una vez unas religiosas muy integristas, muy integristas, que compraron un colegio católico que se les antojaba de mentira. Y para ser mejores católicas que el resto de monjas, quisieron imponer al alumnado unos rezos matutinos con misa, separar a chicos y chicas, y hasta plantearse romper con el concierto educativo para ser elitistas. Ya se habían puesto incluso ellas unos hábitos excesivamente llamativos, que en la noche andando parecían fantasmas y durante el día un paño grande cual se lo lleva el viento.
El caso es que estas monjitas se instalan, montan follón en la zona con los colegios de otras religiosas que estaban alrededor, y que a ellas se les antojaba como colegios católicos de mentira. El caso es que varias órdenes y congregaciones de religiosas y religiosos que mandaban alumnos al colegio que compraron las monjas, acaban por dejar de enviarlos por la enemistad que estas se empeñaban en fomentar. Comprendámoslas, es que eran competidoras deslealas.
Es tal el bajonazo de alumnos, que acaban ellas por promover unos laicos cursillos de formación profesional, pues con la enseñanza no les va como esperaban. Y es que si el colegio era poco rentable y necesitaba arreglos, con ellas solo se pintó, se cambiaron tres carteles, y muchos alumnos huyeron en estampida a ocupar puestos en los públicos porque los concertados “de mentira” estaban a rebosar.
Total, pasan los años y las monjas tan integristas se encuentran un día, tras una visita al Perú, con un candado en su puerta y con las maletas en la calle. Eran tan integristas, tan integristas, que el Papa las había dejado con el culo al aire. Montaron en cólera llamando a Telemadrid, hasta fingieron el encierro de una de ellas entre unos barrotes que por supuesto no quería ni saltarlos, no fuera a rasgarse el paño que usa por hábito o que soplara un viento y arrebatase a la monja como si una Virgen Maria se tratase.
Y ahora digamos quienes eran estas monjas. Son las del Lumen Dei y el colegio es justo el que está en mi barrio, el de Santa Maria de la Asunción. Lumen Dei sigue intervenida por la Santa Sede y el colegio pues a subsistir como puede, porque lo cierto es que de rebosar de alumnos y malvivir de un concierto, ahora no les queda otro remedio que publicitarse desesperadamente y seguir malviviendo digo ellas. Porque los religiosos se fueron por ser pocos y entre el sueldo de los que quedaban no podían sostener el colegio. Las monjas ya ni trabajar si quiera, tal vez barriendo con la escoba o por su miseria, con sus livianos paños. Malvivirán con el enfado del resto de religiosos de la zona, con sus colegios llenos.
Y esto ha venido a propósito de lo del colegio Juan Pablo II en Alcorcón. Mira que con el Wojtyla aburren y a mogollón. Y si creen que no van a impartir la EpC es que el colegio cerrará antes de empezar. Y no solo eso, tal vez no la impartirán engañando al ministerio (como mentirosos católicos) o la impartirán engañando a los padres (como mentirosos católicos).
Lo que si tengo claro es que no será simplemente un colegio católico. Será un negocio más que sacará el dinero a los católicos. No se engañe nadie. Aquí muchos van vendiendo la catolicidad y al final te van sacando los cuartos a raudales. Y es que para algunos, el mayor negocio es el catolicismo y su etiqueta.
Quiero concluir con otra ironía. De portada venderán ahora la catolicidad, con los años la esconderán dentro del ideario del centro que nadie lee para anunciar solo la calidad educativa. Católico será, tal vez solo con un cura esperando un penitente que no llega, pero los alumnos serán ateos. Y si intentan algo arriesgado, los padres harán valer el color del billete. Nuestros católicos integristas procedentes de profundas Cavernas serán tan gilipollas que pagarán, sin darse cuenta que la escuela concertada de al lado enseña lo mismo y gratis. Y el niño del católico padre integrista que les envíe a ese colegio, se educará con esos niños que fueron allí no por fervor religioso, sino por una prometida calidad educativa. Poderoso es don Dinero, ya lo verán.
Por cierto. Si tanto se queja el director de lo viejos que están los religiosos de hoy, opino como Jose Antonio Poveda de Escuelas Católicas. ¿Para que ponen al colegio el nombre de un pobre viejo encorbado, inutilizado y en silla de ruedas como fue Juan Pablo II en sus últimos años? Si van a transmitir tan malos valores por la tercera edad, ¡Que catolicidad más cuca!
El caso es que estas monjitas se instalan, montan follón en la zona con los colegios de otras religiosas que estaban alrededor, y que a ellas se les antojaba como colegios católicos de mentira. El caso es que varias órdenes y congregaciones de religiosas y religiosos que mandaban alumnos al colegio que compraron las monjas, acaban por dejar de enviarlos por la enemistad que estas se empeñaban en fomentar. Comprendámoslas, es que eran competidoras deslealas.
Es tal el bajonazo de alumnos, que acaban ellas por promover unos laicos cursillos de formación profesional, pues con la enseñanza no les va como esperaban. Y es que si el colegio era poco rentable y necesitaba arreglos, con ellas solo se pintó, se cambiaron tres carteles, y muchos alumnos huyeron en estampida a ocupar puestos en los públicos porque los concertados “de mentira” estaban a rebosar.
Total, pasan los años y las monjas tan integristas se encuentran un día, tras una visita al Perú, con un candado en su puerta y con las maletas en la calle. Eran tan integristas, tan integristas, que el Papa las había dejado con el culo al aire. Montaron en cólera llamando a Telemadrid, hasta fingieron el encierro de una de ellas entre unos barrotes que por supuesto no quería ni saltarlos, no fuera a rasgarse el paño que usa por hábito o que soplara un viento y arrebatase a la monja como si una Virgen Maria se tratase.
Y ahora digamos quienes eran estas monjas. Son las del Lumen Dei y el colegio es justo el que está en mi barrio, el de Santa Maria de la Asunción. Lumen Dei sigue intervenida por la Santa Sede y el colegio pues a subsistir como puede, porque lo cierto es que de rebosar de alumnos y malvivir de un concierto, ahora no les queda otro remedio que publicitarse desesperadamente y seguir malviviendo digo ellas. Porque los religiosos se fueron por ser pocos y entre el sueldo de los que quedaban no podían sostener el colegio. Las monjas ya ni trabajar si quiera, tal vez barriendo con la escoba o por su miseria, con sus livianos paños. Malvivirán con el enfado del resto de religiosos de la zona, con sus colegios llenos.
Y esto ha venido a propósito de lo del colegio Juan Pablo II en Alcorcón. Mira que con el Wojtyla aburren y a mogollón. Y si creen que no van a impartir la EpC es que el colegio cerrará antes de empezar. Y no solo eso, tal vez no la impartirán engañando al ministerio (como mentirosos católicos) o la impartirán engañando a los padres (como mentirosos católicos).
Lo que si tengo claro es que no será simplemente un colegio católico. Será un negocio más que sacará el dinero a los católicos. No se engañe nadie. Aquí muchos van vendiendo la catolicidad y al final te van sacando los cuartos a raudales. Y es que para algunos, el mayor negocio es el catolicismo y su etiqueta.
Quiero concluir con otra ironía. De portada venderán ahora la catolicidad, con los años la esconderán dentro del ideario del centro que nadie lee para anunciar solo la calidad educativa. Católico será, tal vez solo con un cura esperando un penitente que no llega, pero los alumnos serán ateos. Y si intentan algo arriesgado, los padres harán valer el color del billete. Nuestros católicos integristas procedentes de profundas Cavernas serán tan gilipollas que pagarán, sin darse cuenta que la escuela concertada de al lado enseña lo mismo y gratis. Y el niño del católico padre integrista que les envíe a ese colegio, se educará con esos niños que fueron allí no por fervor religioso, sino por una prometida calidad educativa. Poderoso es don Dinero, ya lo verán.
Por cierto. Si tanto se queja el director de lo viejos que están los religiosos de hoy, opino como Jose Antonio Poveda de Escuelas Católicas. ¿Para que ponen al colegio el nombre de un pobre viejo encorbado, inutilizado y en silla de ruedas como fue Juan Pablo II en sus últimos años? Si van a transmitir tan malos valores por la tercera edad, ¡Que catolicidad más cuca!