De bendecido a bendecidor Bendecido entre el pueblo, dio su vida bendiciendo
Se dejó bendecir por el pueblo doliente
| Juan Masiá SJ
Hace doce años la enhorabuena al nuevo Papa se expresaba con el lema: De Benedicto a Bendecido. Reflejaba así el impacto de su primera aparición en el balcón de la plaza de San Pedro: sencillo, humano, cristiano; pero, igual que Jesús en el Jordán, como si no fuera más que uno de tantos en la hilera de los que esperan ser bendecidos.
Se dejó bendsecir por el pueblo doliente. Porque asi vivió, pudo convertirse en dador de bendiciones...
Francisco empezó su diakonía (ministerio) como obispo de Roma quedándose en silencio en medio del pueblo para que, a través del pueblo, Dios le bendijera.
Francisco fue el Jueves Santo a la prisión, como todos los años. Este año no podía realizar la liturgia del lavatorio de los pies, pero sí pudo rezar con los reclusos y estrechar sus manos. Lo necesitaba para, a través de los sufrientes, recibir la bendición que le capacitara para poder bendecir urbi et orbi al pueblo el domingo de Resurrección. Francisco necesitaba ser bendecido a traves del pueblo, para dar su vida bendiciendo.
A Francisco. cuya sonrisa apenas ocultaba la ya incipiente agonía el Domingo de Resurrección, le permitieron hacer un breve recorrido en medio del pueblo, que él después agradeció. Lo necesitaba para ser bendecido a través del pueblo. Así se había capacitado durante los doce años de ministerio como obispo de Roma, para bendecir urbi et orbi. El brazo que apenas se movía cuando daba la bendición urbi et orbi, ahora se alargaba increiblemente desde el asiento hasta acariciar la cabeza del niño que le acercaban para bendecirlo.
Francisco, que comenzó su pontificado quedándose en silencio en medio del pueblo para ser bendecido por Dios, acaba su vida terrena dejándonos el legado de que vivamos, bendecidos por Dios, bendiciéndonos unos a otros mutuamente, en vez de vivir matándonos.
Su legado es que vivamos bendiciéndonos mutuamente en vez de rearmarnos para protegernos del cainismo original y las tinieblas de la historia; que vivamos bendiciéndonos mutuamente para recuperar la gracia original que vence al mal radical y hace posible la reconciliación, la misericordia y la paz universal. Así nos lo ha dicho en sus últimas homilías.
Hoy los creyentes no estamos de luto, sino de acción de gracias. Me recordaban los especialista en liturgia que en la misa de hoy no se menciona el nombre del Papa en el memento de vivos, sino en el memento de difuntos. Pero no hice caso de las rúbricas y mencioné el nombre de Francisco dos veces:
1) en el memento de vivos, diciendo: gracias `por la vida de nuestro hermano Francisco cuya entrada en la vida verdadera estamos celebrando en esta semana de Pascua
2) Y en el memento de difuntos, en vez de rezar por su eterno descanso con tristeza de luto, he rezado diciendo: Gracias Señor porque recuerdas a tu hijo Francisco y por eso él vive para siempre, porque tú le recuerdas y al recordarle lo creas y recreas en la vida verdadera. en la Vida de la vida.
No, no estamos de luto. Gaude et laetare, Maria, Aleluya, quia surrexit Dominus vere, aleluya. Tú muerte, Francisco, es tu entrada en la vida, la esperabas cuando proclamabas el jubileo de la esperanza. Hoy la celebramos jubilosos contigo, enhorabuena por tu entrada en el centro de la esfera infinitamente personal y amorosa de la Vida de la vida.
Pero recemos, sí, por todos nosotros, para que aprendamos de Francisco a dejarnos bendecir por Dios a través del pueblo, especialmdente a través del pueblo sufriente.
No lloréis por mí, parece decirnos Francisco. Dejaros bendecir por las víctimas del lado oscuro de la historia para sacar de ahí fuerzas para vivir bendiciéndonos mutuamente (que así nos lo ha dicho Francisco en sus últimas homilías).E insiste Francisco: "Y por favor, no os rearméis...!