Iglesia pro-paz en Japón: 70 años tras la bomba atómica
En el 70 aniversario del fin de la guerra, los obispos japoneses reiteran el mensaje de paz. Copiamos los párrafos centrales de su declaración:
"La ocupación colonial japonesa de Corea hasta 1945 y las agresiones contra China y otros países asiásticos causaron gran sufrimiento y numerosas víctimas. La Segunda Guerra Mundial fue una experiencia horrible también para el pueblo japonés. Tras los bombardeos sobre Tokio (Marzo, 1945), ataques aéreos en gran escala golpearon ciudades japonesas. En los combates en tierra tras el desembarco en Okinawa, además de numerosas tropas japonesas y extranjeras, hubo muchas víctimas civiles. Finalmente, cayeron bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki (1945).
De estas experiencias nació el propósito de paz de la Constitución Japonesa (1946), basada en la soberanía del pueblo, la renuncia a la guerra, y el respeto a los derechos humanos básicos.
La vocación de paz de la Iglesia japonesa, influída por el horror de las armas nucleares, nace también del hondo remordimiento por la actitud de la Iglesia japonesa antes y durante la guerra.
Setenta años después, la memoria se diluye. Hay intentos de escribir la historia negando lo que ocurrió. El gobierno promueve leyes para proteger secretos de estado, permitir el derecho a la autodefensa colectiva, modificar la Constitución (arículo 9) y posibilitar acciones militares en ultramar.
Es preocupante la situación en Okinawa, sus bases militares (norteamericanas) tienen gran capacidad bélica y se está construyendo una nueva base (norteamericana) contra la voluntad de la población.
En diversos lugares del mundo surgen conflictos bélicos y terrorismo, sembrando violencia en nombre de la religión. Minorías étnicas y religiosas son amenazadas y mueren. Responder con violencia a la violencia conduciría a la destrucción de la humanidad.
En un mundo dominado por la globalización de los sistemas financieros, no podemos ignorar la pobreza, el deterioro del medio ambiente, la desigualdad y la exclusión.
Jesucristo nos llama a no permanecer indiferentes ante estos problemas: “Dichosos los que construyen la paz” (Mt 5, 9). Junto con otros cristianos, creyentes de otras religiones y todas las personas que desean la paz, renovamos el propósito de construirla.
(Texto completo del mensaje, en japonés y en inglés: http://www.cbcj.catholic.jp/ ).
"La ocupación colonial japonesa de Corea hasta 1945 y las agresiones contra China y otros países asiásticos causaron gran sufrimiento y numerosas víctimas. La Segunda Guerra Mundial fue una experiencia horrible también para el pueblo japonés. Tras los bombardeos sobre Tokio (Marzo, 1945), ataques aéreos en gran escala golpearon ciudades japonesas. En los combates en tierra tras el desembarco en Okinawa, además de numerosas tropas japonesas y extranjeras, hubo muchas víctimas civiles. Finalmente, cayeron bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki (1945).
De estas experiencias nació el propósito de paz de la Constitución Japonesa (1946), basada en la soberanía del pueblo, la renuncia a la guerra, y el respeto a los derechos humanos básicos.
La vocación de paz de la Iglesia japonesa, influída por el horror de las armas nucleares, nace también del hondo remordimiento por la actitud de la Iglesia japonesa antes y durante la guerra.
Setenta años después, la memoria se diluye. Hay intentos de escribir la historia negando lo que ocurrió. El gobierno promueve leyes para proteger secretos de estado, permitir el derecho a la autodefensa colectiva, modificar la Constitución (arículo 9) y posibilitar acciones militares en ultramar.
Es preocupante la situación en Okinawa, sus bases militares (norteamericanas) tienen gran capacidad bélica y se está construyendo una nueva base (norteamericana) contra la voluntad de la población.
En diversos lugares del mundo surgen conflictos bélicos y terrorismo, sembrando violencia en nombre de la religión. Minorías étnicas y religiosas son amenazadas y mueren. Responder con violencia a la violencia conduciría a la destrucción de la humanidad.
En un mundo dominado por la globalización de los sistemas financieros, no podemos ignorar la pobreza, el deterioro del medio ambiente, la desigualdad y la exclusión.
Jesucristo nos llama a no permanecer indiferentes ante estos problemas: “Dichosos los que construyen la paz” (Mt 5, 9). Junto con otros cristianos, creyentes de otras religiones y todas las personas que desean la paz, renovamos el propósito de construirla.
(Texto completo del mensaje, en japonés y en inglés: http://www.cbcj.catholic.jp/ ).