La Nota (CDF) sobre Evangelización, leída en compañía interreligiosa
La CDF (Congregación para la Doctrina de la fe) publicó el 3-XII-07 una “Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la evangelización”. Contiene algunas frases citables junto a otras controvertidas; dice “sí, pero no” y “no, pero sí”, consabida retórica curial. Pero alguna frase aprovechable ayudó en el encuentro interreligioso.
“Más que un diálogo interreligioso, un encuentro de creyentes de diversas religiones. Más que debates teóricos o polémicas dogmáticas, encuentros en el camino para seguir caminando juntos hacia una meta común. Cada participante profundiza su fe y deseamos que el mundo despierte a la religiosidad auténtica”, decía el Dr. Suzuki, budista de Koseikai (Véase su pensamiento en el libro El Dharma y el Espíritu, PPC, 2008, recién publicado).
“La tradición japonesa de coexistencia de religiones diferentes tiene luces y sombras”, decía el Dr. Komine (Vice-Rector de la Universidad budista Taisho, en Tokyo).
El Dr. Motoyama, representante de nuevas religiones, se interesaba por el Zen y los Ejercicios ignacianos.
El P. Amorós, director del Centro de espiritualidad S.J., y el hermano jesuita A. García, subrayaban la necesidad de que oren juntas las religiones reunidas aquí, en la Asamblea mensual interreligiosa de Nerima (Tokyo).
Nuestra reunión de diciembre coincidía con la publicación de la Nota de la CDF sobre evangelización, que apoya “el proceso humano de diálogo, de anuncio y de aprendizaje” (n.7).
Era oportuno presentar la parte más aprovechable de su mensaje, dejando entre paréntesis las otras partes, para no escandalizar a las otras religiones y evitarnos a nosotros mismos vergüenza ajena a causa de la retórica dicasterial.
Dicen así sus mejores párrafos: “El Espíritu Santo produce afinidad y acerca los corazones a la verdad (n.4)... El Espíritu Santo es el protagonista de la inculturación del Evangelio, es el que precede, en modo fecundo, al diálogo entre la palabra de Dios, revelada en Jesucristo, y las inquietudes más profundas que brotan de la mutiplicidad de las personas y de las culturas. Así continúa en la historia el acontecimiento de Pentecostés...” (n.6).
Año nuevo, misión nueva. Las religiones hermanas pueden evangelizar juntas, unirse para llevar al mundo, en una nueva misión conjunta, la buena noticia del redescubrimiento de la espiritualidad.
(Publicado en Vida Nueva, 11 de febrero, 2008)
“Más que un diálogo interreligioso, un encuentro de creyentes de diversas religiones. Más que debates teóricos o polémicas dogmáticas, encuentros en el camino para seguir caminando juntos hacia una meta común. Cada participante profundiza su fe y deseamos que el mundo despierte a la religiosidad auténtica”, decía el Dr. Suzuki, budista de Koseikai (Véase su pensamiento en el libro El Dharma y el Espíritu, PPC, 2008, recién publicado).
“La tradición japonesa de coexistencia de religiones diferentes tiene luces y sombras”, decía el Dr. Komine (Vice-Rector de la Universidad budista Taisho, en Tokyo).
El Dr. Motoyama, representante de nuevas religiones, se interesaba por el Zen y los Ejercicios ignacianos.
El P. Amorós, director del Centro de espiritualidad S.J., y el hermano jesuita A. García, subrayaban la necesidad de que oren juntas las religiones reunidas aquí, en la Asamblea mensual interreligiosa de Nerima (Tokyo).
Nuestra reunión de diciembre coincidía con la publicación de la Nota de la CDF sobre evangelización, que apoya “el proceso humano de diálogo, de anuncio y de aprendizaje” (n.7).
Era oportuno presentar la parte más aprovechable de su mensaje, dejando entre paréntesis las otras partes, para no escandalizar a las otras religiones y evitarnos a nosotros mismos vergüenza ajena a causa de la retórica dicasterial.
Dicen así sus mejores párrafos: “El Espíritu Santo produce afinidad y acerca los corazones a la verdad (n.4)... El Espíritu Santo es el protagonista de la inculturación del Evangelio, es el que precede, en modo fecundo, al diálogo entre la palabra de Dios, revelada en Jesucristo, y las inquietudes más profundas que brotan de la mutiplicidad de las personas y de las culturas. Así continúa en la historia el acontecimiento de Pentecostés...” (n.6).
Año nuevo, misión nueva. Las religiones hermanas pueden evangelizar juntas, unirse para llevar al mundo, en una nueva misión conjunta, la buena noticia del redescubrimiento de la espiritualidad.
(Publicado en Vida Nueva, 11 de febrero, 2008)