Obispos japoneses denuncian el peligro nuclear
Mensaje de la Conferencia episcopal japonesa dirigido a todos los pueblos del mundo, habitantes de la casa común de nuestro planeta.
Propuesta de la Iglesia Católica en Japón, cinco años y medio después de la desgracia de la Central Nuclear Número Uno de Fukushima, para pedir la abolición de las centrales nucleares.
Prólogo
El 11 de Marzo de 2011 un tsunami, provocado por un terremoto de gran magnitud en el Este de Japón, provocó en Fukushima un desastre en la Central Nuclear Número 1 , gestionada por la empresa Energía Eléctrica de Tokyo. Ocho meses después, el 8 de Noviembre de 2011, la Conferencia Episcopal Católica de Japón publicó un mensaje en Sendai, Provincia de Miyagi, dirigido a todo el pueblo japonés, titulado: “Por la supresión inmediata de las centrales nucleares: Nuestra reacción ante la tragedia provocada por el desastre de la Centra Nuclear Número 1 de Fukushima”. Nuestra intención era poner de manifiesto desde un punto de vista católico el peligro de las centrales nucleares y hacer un llamamiento para pedir su supresión. A la vista del perjuicio inmenso causado por el desastre de Fukushima y teniendo en cuenta que Japón padece frecuentemente terremotos severos que conllevan el peligro de tsunami de mucha altura, llegamos a la conclusión de que se impone urgentemente el cese inmediato de todas las centrales nucleares. Incluso hoy día, las persoas habitantes de la zona de Fukushima padecen consecuencias económicas, sociales y emocionales como consecuencia de aquel desastre y no se prevé a corto plazo el fin de sus sufrimientos. Además, como se ha venido denunciando desde hace mucho tiempo, todavía no se ha hallado el modo de deshacerse por completo de los residuos radioactivos. A pesar de todo ello, el gobierno japonés ha comenzado a volver a poner en actividad los 48 reactores nucleares que habían sido parados después del desastre de Fukushima. El gobierno aduce el pretexto de que se han cumplido las inspecciones de seguridad. También se ha vuelto a poner en marcha el trabajo para construir nuevas centrales, que había sido interrumpido, y se están acelerando los pasos para facilitar la exportación de tecnología de energía nuclear a otros países. Aunque no sea habitual que la conferencia episcopal de un país se dirija al mundo entero mediante un mensaje público, la experiencia que Japón ha vivido en estos cinco años y medio tras el desastre de Fukushima nos ha convencido de que debemos informar al mundo entero de los peligros que amenazan por las centrales nucleares y hacer un llamamiento para su abolición.
1¿Por qué lanzan este mensaje los obispos japoneses?
Japón ha padecido numerosas desgracias por causa de la energía nuclear. Las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, en 1945, fueron el primer caso de uso bélico de la energía nuclear y mataron e hirieron indiscriminadamente en esas ciudades a una numerosa población civil no combatiente. Todavía hoy hay supervivientes que sufren los efectos de la radiación. En 1954, solo nueve años después del bombardeo atómico, muchos pescadores japoneses, sobre todo de los que pescaban desde el barco pesquero Daigo Fukuryu Maru, fueron contaminados por una prueba de bomba de hidrógeno llevada a cabo por los Estados Unidos en Bikini Atoll. En 1999, por primera vez, murieron en Japón trabajadores de una central nuclear, la de Tokaimura; fue un accidente fatal. Los obispos, a la luz de estas experiencias y sintiéndonos especialmente como víctimas mundiales del uso bélico de la energía nuclear, estamos convencidos de que Japón tiene una responsabilidad especial para ser solidario con cuantas personas han padecido a causa de la radioactividad. Por eso hacemos un llamamiento para pedir el desarme nuclear total y la solución de los problemas causados por la energía atómica.
2. ¿Qué hemos aprendido en estos cinco años y medio?
En nuestro mensaje de 2011 indicamos los puntos siguientes como análisis de la situación:
• Para cumplir con nuestra responsabilidad de proteger la vida y la naturaleza, transmitiendo a la posteridad un entorno seguro, debemos comprender las limitaciones de la humanidad, no sobreestimar las capacidades tecnológicas y no creer en la ilusión de los llamados “mitos sobre la seguridad”.
• Äunque no podemos ignorar los problemas de falta de energía ni la necesidad de reducir las emisiones de dióxido carbónico en la atmóstfera, tenemos que dar prioridad a la protección de vidas humanas, todas preciosas sin distinción, y a la protección del medio ambiente natural, por encima de la búsqueda de ganancia o eficacia.
• Tenemos que plantearnos la cuestión ética de nuestra responsabilidad para con las futuras generaciones; no podemos cargar sobre ellas el peso de las consecuencias por haber acumulado el almacenamiento de residuos nucleares tan peligrosos como el plutonio.
• La investigación sobre fuentes de energía renovables y la reducción del consumo de energía, como medios para sustituir la producción de energía atómica, deberían conducirnos a buscar de nuevo un estilo de vida sencillo y sobrio, basado en el espíritu evángelico de simplicidad pobre.
Desde que publicamos aquel mensaje hemos seguido reflexionando sobre la situación, y nos hemos dado cuenta de los puntos siguientes:
• Comparados con los subproductos de la fisión nuclear, escasos en la naturaleza, que apoyan la vida, y con los subproductos causados al producer energía mediante combustion, los subproductos originados por la fisión artificial son mucho más poderosos.
• La fisión nuclear produce residuos radioactivos inestables, de los que no somos caces de deshacernos ni disponemos de tecnología para estabilizarlos.
• Una vez que ocurre un accidente nuclear serio, las vidas de las personas en el área inmediatamente cercana, se ven radicalmente afectadas. Y el perjuicio mediombiental a causa de las radiaciones se extiende más allá de las fronteras de espacio y tiempo.
• Nos hemos dado cuenta también de que hay intereses poderosos que impiden la abolición de las centrales nucleares. Se escuchan continuamente voces pregonando el crecimiento económico como fuente de felicidad humana y tratando de impulsar al mundo entero en esa dirección; son como un poder mágico invisible que lucha contra todo intento de suprimir la producción de energía atómica.
3. El gobierno de Japón, desde su postura decidiamente pro-nuclear, viene promoviendo la producción de energía atómica como opción política nacional desde 1955.
Incluso después del desastre padecido por el trágico accidente de Fukushima, el gobierno sigue sin cambiar esta opción política. En Septiembre de 2011, después del desastre, el gobierno anunció un cambio en la política que apoya activamente la energía nuclear y se propuso la fecha de 2013 como meta para abandonar por completo la producción de enrgía atómica. Las centrales nucleares, que habían sido cerradas como medida para facilitar las inspecciones de seguridad pertinentes, no se volvieron a abrir de momento.
En 2012 todas las nuecleares del país estaban fuera de servicio, en la situación denominada “cero de energía nuclear”. Durante ese período, sin embargo, los suministros de energía eléctrica permanecieron estables. Pero después, en 2014, esta política ha sido revisada. El gobierno modificó los criterios reguladores posteriores al desastre, declaró que la producción de energía nuclear es “básica para el suministro de energía” e hizo un llamamiento a “reducir en cuanto sea possible” la dependencia de la energía nuclear.
Además, el gobierno continua invirtiendo gran cantidad de fondos en el programa de reciclaje del combustible nuclear. Más aún, el gobierno ha evitado tratar el problema de los trabajadores expuestos a la contaminación radioactiva por los accidentes en las centrales nucleares o durante las labores de descontaminación en Fukushima. El gobierno ha suprimido las restricciones que conllevaba la evacuación de emergencia, alegando que los problemas resultantes del desastroso accidente nuclear ya se habían solucionado. Actualmente el gobierno está prosiguiendo afanosamente la exportación de tecnología nuclear al extranjero. Detrás de todas estas políticas para promover la producción de energía nuclear hay intereses de inmensos poderes económicos con los que el gobierno está aliado. No es fácil suprimir la energía nuclear, ni llevar a cabo los cambios sociales contra corriente frente a estas poderes fácticos que solamente buscan el beneficio económico.
4. Punto de vista cristiano.
En Mayo de 2015, el Papa Francisco public su encíclica Laudato Si. Sobre el cuidado de nuestra casa común. Apoyando este mensaje en las últimas investigaciones científicas sobre los problemas medioambientales, el Papa considera la ética ecológica, nuestra responsabilidad hacia las generaciones futuras y la justicia medioambiental. El Papa da la alarma sobre peligros apremiantes como el cambio climático, la escasez de agua, la pérdida de la biodiversidad, y lo que él llama la “deuda ecológica” en relación con el perjuicio ecológico causado a las partes más desfavorecidas del mundo y en beneficio de las regiones más prósperas. El Papa adopta un enfoque cauteloso ante la cuestión de la supresión de la energía nuclear, pero es cierto que también menciona la energía atómica entre las diversas causas de perjuicio medioambiental (LS 184), al indicar que los desarrollos tecnológicos, incluida la tecnología nuclear, dan a la humanidad un vasto poder, pero que este poder se limita a favor de quienes tienen conocimientos y recursos tecnológicos para usarlo. Aunque su poder se incremente, no hay garantías de que vayan a usarlo con prudencia (LS 104).
Estamos convencidos de que, para superar esta situación crítica, la humanidad, como imagen de Dios, debe retornar a una correcta relación con la naturaleza, a una relación apropiada para el bien común de la humanidad y de la naturaleza. La humanidad es naturalmente capaz de vivir pacífica y felizmente si las personas están en armonía consigo mismas, con el entorno natural y con Dios. La “ecología integral” y la “conversion ecológica”, que el Papa recomienda en Laudato Si, coinciden coherentemente con la “pobreza evangélica” que nosotros recomendábamos en nuestro primer mensaje de 2011 después del desastre de Fukushima. Debemos considerer de nuevo cómo es nuestro estilo de vida y nuestros hábitos de consumidores, valorar la dignidad humana y promover relaciones más profundas con Dios, con la sociedad y con la naturaleza. Todas las personas del planeta son responsables de la solidaridad para preservar el medio ambiente natural, obra creadora divina, y proteger toda vida. Nosotros, que vivimos en esta era de crisis medioambiental, estamos llamados a profundizar nuestra comunión con el Dios Creador de este Universo hermoso. Estamos llamados a reconciliarnos con todas las criaturas que nos acompañan y a compartir mutuamente el disfrute con que participamos para continuar la obra del Creador.
5. Un llamamiento a la solidaridad internacional.
Los peligros de la producción de energía nuclear son globales. Una vez que ocurre un accidente, la contaminación radioactiva se extiende sin fronteras. Las centrales nucleares corren el peligro de ser blanco ataques terroristas. Además, diversas erapas de la producción de energía nuclear conllevan un sistema global de minería para obtención de uranio, refinería de combustible, gasto de combustible para reprocesamiento y medios para deshacerse de los residuos. Existe también la posibilidad de que la teconlogía para producer energía nuclear sea transferida o desarrollada para usos bélicos, sin poder prescindir de los problemas de seguridad. Por consiguiente, será muy difícil lograr la abolición de la producción de energía nuclear, si no se cuenta con la solidaridad internacional.
Nosotros, la Conferencia Episcopal Católica de Japón, apelamos a cuantas personas comparten nuestra casa común llamada Tierra para que, estrechando nuestras manos, nos levantemos y actuemos juntos solidariamente para acabar con la producción de energía nuclear. Con esta finalidad nos dirigimos, en primer lugar, a toda la Iglesia Católica extendida por el mundo entero, solicitando cooperación y solidaridad. Apoyados en esto, esperamos y aspiramos a desarrollar un movimiento de solidaridad global que trascienda razas, religiones y naciones. Particularmente apelamos a las conferencias episcopales de cada region para que se comprendan los peligros de la producción de energía atómica y se debata sobre esta situación desde perspectivas evangélicas.
EN 2013, dos años después del desastre de Fukushima, la Conferencia Episcopal de nuestro país vecino, Corea, publicó un libro titulado Tecnología Nuclear y Enseñanza de la Iglesia. Reflexiones de los obispos sobre las Centrales Nucleares. En este escrito manifestaban su oposición claramente. Nosotros esperamos que, siguiendo el ejemplo de la Iglesia en Corea, otras conferencias epsicopales de países en que hay centrales nucleares o en las que hay peligro de accidentes en países de su vecindad, puedan aprender de la experiencia padecida en Japón y denuncien abiertamente el peligro.
Conclusion
Jesucristo llama todas las personas a que nos amemos mutuamente (Jn 13, 34). Este llamamiento incluye la responsabilidad y el deber de proteger la Tierra que es nuestra casa común ahora y en el futuro. Hay division de opiniones acerca de los pros y contras de la producción de energía atómica. Sin embargo, no se puede negar el daño que ha resultado para la humanidad por la adquisición de esta energía. Al emitir un juicio sobre la energía nuclear debemos hacerlo desde el punto de vista de proteger la dignidad de todos los seres humanos, en el presente y en el futuro. A la luz de este criterio, aquellos países que ya usan las centrales nucleares para producir energía deberían avanzar hacia el abandono de su utilización, a la vez que expanden el uso de fuentes de energía renovables. Debemos promover la investigación y las actividades para que disminuya el consumo de energía, para conservar la energía y para incrementar la toma de conciencia del impacto en el medio ambiente. También es importante profundizar la solidaridad y construir redes de comunicación con quienes confrontan los problemas ambientales. Reiteramos que debemos pararnos a preguntarnos qué clase de desarrollo humano buscamos y hacia qué clase de sociedad aspiramos, así como cuestionarnos en qué consiste la verdadera riqueza. No se trata de dar marcha atrás en el desarrollo, sino de avanzar hacia una nueva manera de entender la abundancia. Unamos nuestras manos como una sola familia humana, haciendo cada persona cuanto pueda para despertar la responsabilidad de proteger el entorno en nuestra Tierra.
La Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica en Japón
Propuesta de la Iglesia Católica en Japón, cinco años y medio después de la desgracia de la Central Nuclear Número Uno de Fukushima, para pedir la abolición de las centrales nucleares.
Prólogo
El 11 de Marzo de 2011 un tsunami, provocado por un terremoto de gran magnitud en el Este de Japón, provocó en Fukushima un desastre en la Central Nuclear Número 1 , gestionada por la empresa Energía Eléctrica de Tokyo. Ocho meses después, el 8 de Noviembre de 2011, la Conferencia Episcopal Católica de Japón publicó un mensaje en Sendai, Provincia de Miyagi, dirigido a todo el pueblo japonés, titulado: “Por la supresión inmediata de las centrales nucleares: Nuestra reacción ante la tragedia provocada por el desastre de la Centra Nuclear Número 1 de Fukushima”. Nuestra intención era poner de manifiesto desde un punto de vista católico el peligro de las centrales nucleares y hacer un llamamiento para pedir su supresión. A la vista del perjuicio inmenso causado por el desastre de Fukushima y teniendo en cuenta que Japón padece frecuentemente terremotos severos que conllevan el peligro de tsunami de mucha altura, llegamos a la conclusión de que se impone urgentemente el cese inmediato de todas las centrales nucleares. Incluso hoy día, las persoas habitantes de la zona de Fukushima padecen consecuencias económicas, sociales y emocionales como consecuencia de aquel desastre y no se prevé a corto plazo el fin de sus sufrimientos. Además, como se ha venido denunciando desde hace mucho tiempo, todavía no se ha hallado el modo de deshacerse por completo de los residuos radioactivos. A pesar de todo ello, el gobierno japonés ha comenzado a volver a poner en actividad los 48 reactores nucleares que habían sido parados después del desastre de Fukushima. El gobierno aduce el pretexto de que se han cumplido las inspecciones de seguridad. También se ha vuelto a poner en marcha el trabajo para construir nuevas centrales, que había sido interrumpido, y se están acelerando los pasos para facilitar la exportación de tecnología de energía nuclear a otros países. Aunque no sea habitual que la conferencia episcopal de un país se dirija al mundo entero mediante un mensaje público, la experiencia que Japón ha vivido en estos cinco años y medio tras el desastre de Fukushima nos ha convencido de que debemos informar al mundo entero de los peligros que amenazan por las centrales nucleares y hacer un llamamiento para su abolición.
1¿Por qué lanzan este mensaje los obispos japoneses?
Japón ha padecido numerosas desgracias por causa de la energía nuclear. Las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, en 1945, fueron el primer caso de uso bélico de la energía nuclear y mataron e hirieron indiscriminadamente en esas ciudades a una numerosa población civil no combatiente. Todavía hoy hay supervivientes que sufren los efectos de la radiación. En 1954, solo nueve años después del bombardeo atómico, muchos pescadores japoneses, sobre todo de los que pescaban desde el barco pesquero Daigo Fukuryu Maru, fueron contaminados por una prueba de bomba de hidrógeno llevada a cabo por los Estados Unidos en Bikini Atoll. En 1999, por primera vez, murieron en Japón trabajadores de una central nuclear, la de Tokaimura; fue un accidente fatal. Los obispos, a la luz de estas experiencias y sintiéndonos especialmente como víctimas mundiales del uso bélico de la energía nuclear, estamos convencidos de que Japón tiene una responsabilidad especial para ser solidario con cuantas personas han padecido a causa de la radioactividad. Por eso hacemos un llamamiento para pedir el desarme nuclear total y la solución de los problemas causados por la energía atómica.
2. ¿Qué hemos aprendido en estos cinco años y medio?
En nuestro mensaje de 2011 indicamos los puntos siguientes como análisis de la situación:
• Para cumplir con nuestra responsabilidad de proteger la vida y la naturaleza, transmitiendo a la posteridad un entorno seguro, debemos comprender las limitaciones de la humanidad, no sobreestimar las capacidades tecnológicas y no creer en la ilusión de los llamados “mitos sobre la seguridad”.
• Äunque no podemos ignorar los problemas de falta de energía ni la necesidad de reducir las emisiones de dióxido carbónico en la atmóstfera, tenemos que dar prioridad a la protección de vidas humanas, todas preciosas sin distinción, y a la protección del medio ambiente natural, por encima de la búsqueda de ganancia o eficacia.
• Tenemos que plantearnos la cuestión ética de nuestra responsabilidad para con las futuras generaciones; no podemos cargar sobre ellas el peso de las consecuencias por haber acumulado el almacenamiento de residuos nucleares tan peligrosos como el plutonio.
• La investigación sobre fuentes de energía renovables y la reducción del consumo de energía, como medios para sustituir la producción de energía atómica, deberían conducirnos a buscar de nuevo un estilo de vida sencillo y sobrio, basado en el espíritu evángelico de simplicidad pobre.
Desde que publicamos aquel mensaje hemos seguido reflexionando sobre la situación, y nos hemos dado cuenta de los puntos siguientes:
• Comparados con los subproductos de la fisión nuclear, escasos en la naturaleza, que apoyan la vida, y con los subproductos causados al producer energía mediante combustion, los subproductos originados por la fisión artificial son mucho más poderosos.
• La fisión nuclear produce residuos radioactivos inestables, de los que no somos caces de deshacernos ni disponemos de tecnología para estabilizarlos.
• Una vez que ocurre un accidente nuclear serio, las vidas de las personas en el área inmediatamente cercana, se ven radicalmente afectadas. Y el perjuicio mediombiental a causa de las radiaciones se extiende más allá de las fronteras de espacio y tiempo.
• Nos hemos dado cuenta también de que hay intereses poderosos que impiden la abolición de las centrales nucleares. Se escuchan continuamente voces pregonando el crecimiento económico como fuente de felicidad humana y tratando de impulsar al mundo entero en esa dirección; son como un poder mágico invisible que lucha contra todo intento de suprimir la producción de energía atómica.
3. El gobierno de Japón, desde su postura decidiamente pro-nuclear, viene promoviendo la producción de energía atómica como opción política nacional desde 1955.
Incluso después del desastre padecido por el trágico accidente de Fukushima, el gobierno sigue sin cambiar esta opción política. En Septiembre de 2011, después del desastre, el gobierno anunció un cambio en la política que apoya activamente la energía nuclear y se propuso la fecha de 2013 como meta para abandonar por completo la producción de enrgía atómica. Las centrales nucleares, que habían sido cerradas como medida para facilitar las inspecciones de seguridad pertinentes, no se volvieron a abrir de momento.
En 2012 todas las nuecleares del país estaban fuera de servicio, en la situación denominada “cero de energía nuclear”. Durante ese período, sin embargo, los suministros de energía eléctrica permanecieron estables. Pero después, en 2014, esta política ha sido revisada. El gobierno modificó los criterios reguladores posteriores al desastre, declaró que la producción de energía nuclear es “básica para el suministro de energía” e hizo un llamamiento a “reducir en cuanto sea possible” la dependencia de la energía nuclear.
Además, el gobierno continua invirtiendo gran cantidad de fondos en el programa de reciclaje del combustible nuclear. Más aún, el gobierno ha evitado tratar el problema de los trabajadores expuestos a la contaminación radioactiva por los accidentes en las centrales nucleares o durante las labores de descontaminación en Fukushima. El gobierno ha suprimido las restricciones que conllevaba la evacuación de emergencia, alegando que los problemas resultantes del desastroso accidente nuclear ya se habían solucionado. Actualmente el gobierno está prosiguiendo afanosamente la exportación de tecnología nuclear al extranjero. Detrás de todas estas políticas para promover la producción de energía nuclear hay intereses de inmensos poderes económicos con los que el gobierno está aliado. No es fácil suprimir la energía nuclear, ni llevar a cabo los cambios sociales contra corriente frente a estas poderes fácticos que solamente buscan el beneficio económico.
4. Punto de vista cristiano.
En Mayo de 2015, el Papa Francisco public su encíclica Laudato Si. Sobre el cuidado de nuestra casa común. Apoyando este mensaje en las últimas investigaciones científicas sobre los problemas medioambientales, el Papa considera la ética ecológica, nuestra responsabilidad hacia las generaciones futuras y la justicia medioambiental. El Papa da la alarma sobre peligros apremiantes como el cambio climático, la escasez de agua, la pérdida de la biodiversidad, y lo que él llama la “deuda ecológica” en relación con el perjuicio ecológico causado a las partes más desfavorecidas del mundo y en beneficio de las regiones más prósperas. El Papa adopta un enfoque cauteloso ante la cuestión de la supresión de la energía nuclear, pero es cierto que también menciona la energía atómica entre las diversas causas de perjuicio medioambiental (LS 184), al indicar que los desarrollos tecnológicos, incluida la tecnología nuclear, dan a la humanidad un vasto poder, pero que este poder se limita a favor de quienes tienen conocimientos y recursos tecnológicos para usarlo. Aunque su poder se incremente, no hay garantías de que vayan a usarlo con prudencia (LS 104).
Estamos convencidos de que, para superar esta situación crítica, la humanidad, como imagen de Dios, debe retornar a una correcta relación con la naturaleza, a una relación apropiada para el bien común de la humanidad y de la naturaleza. La humanidad es naturalmente capaz de vivir pacífica y felizmente si las personas están en armonía consigo mismas, con el entorno natural y con Dios. La “ecología integral” y la “conversion ecológica”, que el Papa recomienda en Laudato Si, coinciden coherentemente con la “pobreza evangélica” que nosotros recomendábamos en nuestro primer mensaje de 2011 después del desastre de Fukushima. Debemos considerer de nuevo cómo es nuestro estilo de vida y nuestros hábitos de consumidores, valorar la dignidad humana y promover relaciones más profundas con Dios, con la sociedad y con la naturaleza. Todas las personas del planeta son responsables de la solidaridad para preservar el medio ambiente natural, obra creadora divina, y proteger toda vida. Nosotros, que vivimos en esta era de crisis medioambiental, estamos llamados a profundizar nuestra comunión con el Dios Creador de este Universo hermoso. Estamos llamados a reconciliarnos con todas las criaturas que nos acompañan y a compartir mutuamente el disfrute con que participamos para continuar la obra del Creador.
5. Un llamamiento a la solidaridad internacional.
Los peligros de la producción de energía nuclear son globales. Una vez que ocurre un accidente, la contaminación radioactiva se extiende sin fronteras. Las centrales nucleares corren el peligro de ser blanco ataques terroristas. Además, diversas erapas de la producción de energía nuclear conllevan un sistema global de minería para obtención de uranio, refinería de combustible, gasto de combustible para reprocesamiento y medios para deshacerse de los residuos. Existe también la posibilidad de que la teconlogía para producer energía nuclear sea transferida o desarrollada para usos bélicos, sin poder prescindir de los problemas de seguridad. Por consiguiente, será muy difícil lograr la abolición de la producción de energía nuclear, si no se cuenta con la solidaridad internacional.
Nosotros, la Conferencia Episcopal Católica de Japón, apelamos a cuantas personas comparten nuestra casa común llamada Tierra para que, estrechando nuestras manos, nos levantemos y actuemos juntos solidariamente para acabar con la producción de energía nuclear. Con esta finalidad nos dirigimos, en primer lugar, a toda la Iglesia Católica extendida por el mundo entero, solicitando cooperación y solidaridad. Apoyados en esto, esperamos y aspiramos a desarrollar un movimiento de solidaridad global que trascienda razas, religiones y naciones. Particularmente apelamos a las conferencias episcopales de cada region para que se comprendan los peligros de la producción de energía atómica y se debata sobre esta situación desde perspectivas evangélicas.
EN 2013, dos años después del desastre de Fukushima, la Conferencia Episcopal de nuestro país vecino, Corea, publicó un libro titulado Tecnología Nuclear y Enseñanza de la Iglesia. Reflexiones de los obispos sobre las Centrales Nucleares. En este escrito manifestaban su oposición claramente. Nosotros esperamos que, siguiendo el ejemplo de la Iglesia en Corea, otras conferencias epsicopales de países en que hay centrales nucleares o en las que hay peligro de accidentes en países de su vecindad, puedan aprender de la experiencia padecida en Japón y denuncien abiertamente el peligro.
Conclusion
Jesucristo llama todas las personas a que nos amemos mutuamente (Jn 13, 34). Este llamamiento incluye la responsabilidad y el deber de proteger la Tierra que es nuestra casa común ahora y en el futuro. Hay division de opiniones acerca de los pros y contras de la producción de energía atómica. Sin embargo, no se puede negar el daño que ha resultado para la humanidad por la adquisición de esta energía. Al emitir un juicio sobre la energía nuclear debemos hacerlo desde el punto de vista de proteger la dignidad de todos los seres humanos, en el presente y en el futuro. A la luz de este criterio, aquellos países que ya usan las centrales nucleares para producir energía deberían avanzar hacia el abandono de su utilización, a la vez que expanden el uso de fuentes de energía renovables. Debemos promover la investigación y las actividades para que disminuya el consumo de energía, para conservar la energía y para incrementar la toma de conciencia del impacto en el medio ambiente. También es importante profundizar la solidaridad y construir redes de comunicación con quienes confrontan los problemas ambientales. Reiteramos que debemos pararnos a preguntarnos qué clase de desarrollo humano buscamos y hacia qué clase de sociedad aspiramos, así como cuestionarnos en qué consiste la verdadera riqueza. No se trata de dar marcha atrás en el desarrollo, sino de avanzar hacia una nueva manera de entender la abundancia. Unamos nuestras manos como una sola familia humana, haciendo cada persona cuanto pueda para despertar la responsabilidad de proteger el entorno en nuestra Tierra.
La Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica en Japón