Pro-vida y aborto: un debate modelo
No es imposible debatir serenamente sobre protección de la vida, encontrando terreno común de convergencia entre posturas diversas ante proyectos legislativos sobre aborto. Lo demostraba un alumnado –política y religiosamente plural- del programa de intercambio norteamericano-japonés, que debatió en una Jornada de Bioética (en la Cátedra de Bioética del Instituto de Ciencias de la Vida de la Universidad Sophia, de Tokyo) sobre legislaciones en torno al comienzo de la vida.
23 participantes: catorce alumnas (8 norteamericanas y 6 japonesas) y nueve alumnos (5 japoneses y cuatro norteamericanos), parte de un intercambio universitario, debatieron sobre aborto en una Jornada en dos partes: A) Convergencias, B) Divergencias
Como condición: dejar entre paréntesis la postura personal (en pro o en contra), para trabajar en grupos unas afirmaciones mínimas compartibles por quienes mantienen posturas opuestas.
Tras ponerlo en común, elaboraron una lista de proposiciones asumibles por un grupo de personas que mantienen posturas opuestas (unas más permisivas y otras más restrictivas) sobre el tema legislativo.
El resultado, un decálogo de convergencias:
“Este grupo, con diversas posturas frente a proyectos legislativos sobre aborto, coincide en afirmar, como mínimo común, las diez proposiciones siguientes:
1) Rechazamos las etiquetas “pro-vida” y “pro-decisión” (pro-life, pro-choice), porque coincidimos en ser todos y todas básicamente “pro-vida”.(Ni la postura pro-vida es incompatible con despenalizaciones, ni la postura pro-legislación significa anti-vida)
2) Coincidimos en afirmar que el aborto no es deseable, ni aconsejable.
3) Coincidimos en unir nuestras fuerzas para desarraigar las causas sociales del aborto
4) Coincidimos en defender que la mujer que no quiere abortar no se debe ver obligada a ello por circunstancias familiares o sociales, y que tiene derecho a recibir ayuda.
5) Coincidimos en exigir que se mejore la educación sexual equilibrada para prevenir; tanto el aborto, como el suicidio y el SIDA, insistiendo en la prevención, que incluye las medidas contraceptivas.
6) Coincidimos en reconocer que en los casos trágicos de "situaciones límite” no hay soluciones prefabricadas. Tendremos flexibilidad para no condenar ninguna de las diversas posturas adoptadas en esas situaciones por diversas personas.
7) Hay que repensar el cambio cultural que supone el ambiente favorable a la permisividad del aborto y el daño que eso hace a nuestras culturas y sociedades.
8) Nos parece importante prestar asistencia psicológica y social a aquellas personas a las que su toma de decisión dejó cicatrices que necesitan sanación.
9) Deberíamos encontrar formas de hacer compatibles las medidas legislativas con la objeción de conciencia individual, con las debidas condiciones.
10) Manteniendo la libertad de expresión de posturas diversas en este debate, coincidimos en oponernos a toda manifestación de agresividad y violencia contra cualquiera de las partes y renuniciamos a hacer bandera ideológica de esta polémica por razones políticas o por razones religiosas.”
La capacidad del alumnado joven para debatir con serenidad encontrando acuerdos en medio del desacuerdo y espacios de convergencia nos infunde optimismo: en vez de una “rearme moral” con violencia y crispación, necesitamos un “desarme moral” con tolerancia y consenso. Si confiamos en esta juventud, el mundo no se encamina a la ruina.
23 participantes: catorce alumnas (8 norteamericanas y 6 japonesas) y nueve alumnos (5 japoneses y cuatro norteamericanos), parte de un intercambio universitario, debatieron sobre aborto en una Jornada en dos partes: A) Convergencias, B) Divergencias
Como condición: dejar entre paréntesis la postura personal (en pro o en contra), para trabajar en grupos unas afirmaciones mínimas compartibles por quienes mantienen posturas opuestas.
Tras ponerlo en común, elaboraron una lista de proposiciones asumibles por un grupo de personas que mantienen posturas opuestas (unas más permisivas y otras más restrictivas) sobre el tema legislativo.
El resultado, un decálogo de convergencias:
“Este grupo, con diversas posturas frente a proyectos legislativos sobre aborto, coincide en afirmar, como mínimo común, las diez proposiciones siguientes:
1) Rechazamos las etiquetas “pro-vida” y “pro-decisión” (pro-life, pro-choice), porque coincidimos en ser todos y todas básicamente “pro-vida”.(Ni la postura pro-vida es incompatible con despenalizaciones, ni la postura pro-legislación significa anti-vida)
2) Coincidimos en afirmar que el aborto no es deseable, ni aconsejable.
3) Coincidimos en unir nuestras fuerzas para desarraigar las causas sociales del aborto
4) Coincidimos en defender que la mujer que no quiere abortar no se debe ver obligada a ello por circunstancias familiares o sociales, y que tiene derecho a recibir ayuda.
5) Coincidimos en exigir que se mejore la educación sexual equilibrada para prevenir; tanto el aborto, como el suicidio y el SIDA, insistiendo en la prevención, que incluye las medidas contraceptivas.
6) Coincidimos en reconocer que en los casos trágicos de "situaciones límite” no hay soluciones prefabricadas. Tendremos flexibilidad para no condenar ninguna de las diversas posturas adoptadas en esas situaciones por diversas personas.
7) Hay que repensar el cambio cultural que supone el ambiente favorable a la permisividad del aborto y el daño que eso hace a nuestras culturas y sociedades.
8) Nos parece importante prestar asistencia psicológica y social a aquellas personas a las que su toma de decisión dejó cicatrices que necesitan sanación.
9) Deberíamos encontrar formas de hacer compatibles las medidas legislativas con la objeción de conciencia individual, con las debidas condiciones.
10) Manteniendo la libertad de expresión de posturas diversas en este debate, coincidimos en oponernos a toda manifestación de agresividad y violencia contra cualquiera de las partes y renuniciamos a hacer bandera ideológica de esta polémica por razones políticas o por razones religiosas.”
La capacidad del alumnado joven para debatir con serenidad encontrando acuerdos en medio del desacuerdo y espacios de convergencia nos infunde optimismo: en vez de una “rearme moral” con violencia y crispación, necesitamos un “desarme moral” con tolerancia y consenso. Si confiamos en esta juventud, el mundo no se encamina a la ruina.