Subir cuesta abajo

En el colegio de los Maristas de Murcia nos exigían practicar la redacción desde Ingreso. Toda la vida se agradece. Escribías un cuento de dos páginas y el lápiz rojo del maestro te restaba puntos, añadiendo acentos y quitando lo que sobraba.

A mí me hizo amar el estilo el Hermano David (Victorino,¡Qué gran educador!). Me reprendió por escribir que había ido de excursión “subiendo por un sendero monte arriba” y que al volver a casa ya no me quedaban fuerzas para “subir escaleras arriba” hasta el tercer piso de mi viviendo. El lapicero rojo tachó lo de “arriba”. “Si subes, decía el comentario, no va a ser hacia abajo”. Y mira por donde, aprendimos a nuestros doce años lo que significa redundancia y pleonasmo (¡qué magia del lenguaje empapaba estos vocablos de resabio latino y griego!).

Así es en estilística, pero no en cuestión social. Cuando llegamos al curso que entonces se llamaba pre-universitario nos tocó estudiar durante un año la doctrina social de la Iglesia. Desde León XIII hasta Pío XII (era todavía el año 58, antes del Concilio) nos enseñaban a mirar hacia abajo: ¡Hacer justicia al mundo obrero! Dos décadas después, ya de jesuita en Japón, recibía el impacto de la Asamblea de Medellín y luego de la Teología de la liberación. Mi compañero el Maestro de novicios P. González Buelta, luego Superior en Cuba, hablaba de “bajarse al pobre”.

Para subir a Dios, hay que bajarse, para trascender hay que “tras-descender”, para comprender (en inglés understand) hay que ponerse debajo (en inglés: under-stand), para prolongar el movimiento que empezó Jesús, hay que dejarse evangelizar, como dice A. Pieris (cf. El Reino de Dios para los pobres de Dios,), por el sector social más desfavorecido, discriminado, manipulado, explotado, oprimido o “injusticiado”.

A la hora de buscar el Reinado de Dios, es decir, el mundo justo, fraternal y sororal, tal como Dios lo desea, hay que subir cuesta abajo, trepar cuesta abajo, ascender cuesta abajo... Y a la hora de votar: habrá que "votar desde abajo”.

Lástima que no hayan añadido esa línea los obispos en su nota sobre las elecciones. Les habría salido tan evangélica, tan jesuánica, tan católica y tan pertinente para la situación actual en el estado español...
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