Al regresar el maestro a su apartamento modesto, encuentra la puerta abierta y la habitación vacía. “Maestro, nos han despojado de todo”, dice el discípulo. Pero el maestro sonríe, se sienta tranquilamente sobre el suelo de esterilla y dice, señalando al cielo: “El ladròn no ha podido quitarnos lo mejor de esta casa: la luna vista desde la ventana”.
Myoe (1173-1232) es un monje japonés, al que se ha llamado el san Francisco de Oriente. Lo vemos en un cuadro típico, sentado sobre las ramas de un pino: solo, en medio de la naturaleza, mientras en el horizonte aparece la luna. Tras la contemplación, regresa por el camino del bosque y admira la luna, ya alta, que aparece y desaparece entre nubes. Escribe entonces el poema:
Asomando entre nubes
La luna invernal
Me acompaña
¿Qué puede importarme
El viento helado o la fría nieve?