El "caso Eluana" no fue provocación

Lo dijo Monseñor Fisichella, presidente de la Academia Vaticana de la Vida. Pero hay que disentir de él. No debería hablarse del "caso Eluana", sino llamarlo el "caso Berlusconi and Company".La provocación fue la de Berlusconi, uncido al mismo yugo de instancias curiales (extraños compañeros de cama).

En todo caso, hay que disentir de las afirmaciones de Mons. Fisichella, Presidente de la Academia Vaticana de la Vida. Insiste Monseñor en que “Eluana estaba viva”. Claro, no se le retiró la sonda porque estuviera muerta, ni para matarla, sino precisamente para respetar la dignidad de una persona viva y respetar el valor de su vida permiténdola encaminarse a una muerte digna y en paz.

Insiste Monseñor en que la vida de Eluana no es comparable a un vegetal. Por supuesto, y precisamente por eso no identificamos el respeto a la vida con la prolongación de sus funciones vegetativas.

Insistía Monseñor en que nos encontrábamos delante de una chica viva, cuya vida debía ser salvaguardada. Pero una cosa es salvaguardar la dignidad y el valor de la persona viva y otra creerse obligados a prolongar su vida biológica en condiciones que no son de ningún beneficio para ella.

Insistía Monseñor en que ninguno de nosotros puede disponer de la vida para la muerte, porque estamos llamados a vivir, no a morir. Hay que corregirle: estamos llamados también a asumir la muerte y tenemos derecho a elegir cómo vivir las fases finales del proceso de morir.

“Es, decía atinadamente el teólogo moral Mc Cormick “una afirmación cristiana reconocer qwue hay valores mayores que la mera preservación de la vida y es una afirmación cristiana que tenemos derecho a decidir cómo queremos vivir mientras vamos acercándonos a la muerte”.

Lo decía así Mc Cormick hace ya años, con motivo del caso “Claire Conroy”. La manera de enfocar el caso Eluana las instancias eclesiásticas romanas estaba ya superada en teología moral hace varias décadas. Convendría recomendar a nuestro hermano Benedicto que, antes de nombrar para puestos importantes en dicasterios romanos a algunos monseñores, los enviase a reciclarse en teología. De lo contrario el sectarismo denunciado por Hans Küng corre peligro de seguir in crescendo...
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