Un sobreviviente del Sodalicio responde a Erwin Scheuch, expulsado por abusador "Acercándose un poco más me lanzó la pregunta que perforó mi ya sensible pudor: '¿Te incomoda que te mire a los ojos?'"

Erwin Scheuch
Erwin Scheuch

"Detrás de su pinta de pavazo-piloto de La Combi asesina se esconde un abusador psicológico, espiritual y quizás sexual. El ‘doctor’ Erwin aprendió en la escuelita de Figari con quien vivía en esa época en La Esperanza"

"El “doctor” Scheuch confunde y manipula a sus lectores al vender un Papa ausente de la decisión de suprimir el Sodalicio y un Bertomeu omnipotente juez parcial (‘con poder personal y absoluto’)"

"Quedaría aún un "Libro Negro del Sodalicio’’ por publicar. Son muchas las víctimas aún por hablar y muy grande su dolor que exorcizar"

"¿Sabían en dicha universidad del Opus de Roma que Erwin acababa de ser expulsado del Sodalicio, pocos meses antes, por abusador?"

Tras la supresión del sodalicio por falta de Carisma divino original y por ser una secta católica abusiva, han empezado a salir al fresco los sectarios que pareciera estuvieron por años macerándose tranquilamente en barricas de Whisky en sus respectivos cuartos.

Uno de ellos es Erwin Scheuch quien afirma no conocer mi profesión: lo que no dice es que abandoné mi ilusión de ser Piloto Comercial y terminé, gracias a mi paso por el Sodalicio, de remolcador de aviones en Dallas. No me avergüenzo de mi trabajo, pero sí de los que me provocaron que terminara en él.

"¿Dónde has estado todo este tiempo mi querido ‘Darwin’?’’. Así le llamaban alguno de mis compañeros del colegio alemán de Lima, algunos años más jóvenes que él. Por cierto, Erwin, no te recuerdan con cariño precisamente.

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Juan Pablo II con Len y Scheuch
Juan Pablo II con Len y Scheuch

"¿Qué fue de la vida del pavazo (ndr: tontorrón en Perú) de Erwin?’’.
De golpe, me di cuenta que conozco a Erwin desde hace 34 años. Yo recién había cumplido 14 ańos y él los 24.

Esta pregunta me la hizo uno de los que me acompañó en el año 90 por primera vez a Convivio y que, por supuesto, no sabía que el ‘pavazo’, aún no sé cómo, acaba de obtener su doctorado por una universidad del Opus en Roma… ¡sobre el tema de los abusos en la Iglesia! Tengo que concederle que, en ello, Erwin sí es un verdadero experto.

Detrás de su pinta de pavazo-piloto de La Combi asesina se esconde un abusador psicológico, espiritual y quizás sexual. El ‘doctor’ Erwin aprendió en la escuelita de Figari con quien vivía en esa época en La Esperanza (San Isidro) junto a otros grandes figurones sodálites y que ahora están expulsados como él: Luis Fernando Figari (quien pasaba tiempo entre Santa Clara y San Isidro), Jaime Baertl y Juan Carlos Len.

Se sumaban al 'dream team' del terror German Mackenzie y, como no, las armas secretas de los delitos más sucios del sodalicio: Daniel Berardo Murguia Ward (alias el Italiano) y el también expulsado Ricardo Trenemann. Esos eran sus compañeros de armas en su camino dizque a la santidad.

El acoso sexual ‘marca sodalicio’ de un adolescente: ‘¿te incomoda que te mire a los ojos?’

Un viernes de mediados de los 90, en el colegio limeño Liceo Naval, nos encontramos en la puerta de entrada con mi grupo del Humboldt. Erwin estaba parado ahí esperándonos.

Desde ahí se mantuvo pegado a mi como una lapa. Esta es la estrategia sodálite: la marcación personal, como Reyna a Maradona (perdona, Erwin ya sé que de futbol nada o poco y de futbito menos. Lo tuyo es el full vaso).

Erwin Scheuch
Erwin Scheuch

Nos acompañó en todas las dinámicas de ese primer día hasta que por alguna razón del destino o de la manipulación organizativa del congreso terminé el día en un grupo distinto en el que había estado participando con mis compañeros.

Les perdí el rastro y perdí a mi mancha para irnos a una fiesta después. Erwin no tardó en ofrecerse a llevarme a mi destino en San Isidro.

Paramos por recomendación de Erwin a comer algo en la Pizzeria San Ceferino, Dos de Mayo 793, lugar aún hoy abierto. Yo ya estaba un poco incomodo: el plan para aquella noche de viernes se había complicado al perder en el Convivio a mis camaradas y ahora aparecía aquel buen samaritano mostrándose amigo pegajoso.

Nos sentamos y ordenamos una Pizza para los dos. Entonces comenzó con unas preguntas que me incomodaron aún más, considerando que estaba sentado en un lugar público con un adulto desconocido para mi.

"¿Tus papás viven juntos?’’. Esta fue la primera ponzoñosa pregunta lanzada por este discípulo figariano. Cuál debió haber sido mi expresión facial de descomposición, pues éste era un dolor que cargaba en silencio.

‘Sí, están separados desde que tenia dos años’ respondí mecánicamente. Me sentí desnudado no solo por la mirada de Erwin sino por la de los cercanos comensales en las mesas contiguas.

Erwin Scheuch
Erwin Scheuch

Acercándoseme un poco más me lanzó la pregunta que perforó mi ya sensible pudor: "¿Te incomoda que te mire a los ojos?’’.

Aquí ya no entendía lo que me hablaba. Yo estaba totalmente incomodo. Le dije que mejor me llevara rápido porque después de la casa de este amigo nos íbamos a ir a otro lado y no quería perderles el rastro (en esa época no había teléfono celular así que mi exigencia cobraba sentido).

En mi cabeza resonaban las advertencias hechas por mi madre toda la vida sobre los cuidados a tener con desconocidos, homosexuales y depravados. En aquel momento tomé conciencia en donde estaba, con quién y cómo había llegado ahí. A mis ojos, Erwin había traspasado varias banderas rojas de advertencia. Recuerdo que la despedida fue muy seca de mi parte y me bajé casi corriendo de la combi.

Alguien podrá decir que es una exageración pensar así por mi parte. En primer lugar: el episodio no fue tan inocuo cuando quedó grabado a fuego en mi memoria. Por otro lado, él era un adulto maduro de 24 años y yo un adolescente de 14.

Más aún: años después, en un taller de "apostolado multiplicador’’ (otra de las técnicas proselitistas de la secta sodálite) cayó de visita el sacerdote Jaime Baertl quien ya conocía esta historia.

En el momento de hacer un role playing de una situación apostólica, Jaime Baertl lanzó la advertencia "no le vayas a terminar preguntando al apostolado de turno si le incomoda que lo mires a los ojos’’ como el rosquete de Scheuch a Orbegozo. Lo de rosquete (ndr: en Perú, hombre homosexual) es literal dicho por Baertl.

No diré más sobre este incidente marcado por dos preguntas violentas y muy incómodas para un menor de 14 años. Para los que somos padres o para cualquiera que conozca mínimamente cómo actúa un abusador psicológico y de conciencia, sacará conclusiones.

Sodalicio
Sodalicio

El abuso de poder ‘marca Sodalicio’: los test psicológicos ‘vocacionales’

El siguiente episodio de abuso duró más de una hora y media en una salita de la comunidad de El Pilar, La Aurora.

Por aquel entonces yo estaba más enfocado en mi participación en el teatro del colegio y en la selección de basquetbol que en los estudios. Mi madre había perdido un poco la paciencia y quizás por la apariencia inofensiva de Erwin y por haber conocido al Padre Velarde en su paso por mi casa en Miraflores, se animó a pedirle si me podía aconsejar y enfocarme más en los estudios.

Erwin ideó un plan rápidamente. Una tarde fui con otros amigos a jugar al Pilar de La Aurora. Entre los que rondaban la comunidad, recuerdo a Eguren y Ferrogiaro.

Antes del juego, Erwin me tomó unos tests que serían resueltos y analizados tiempo después. La toma de los tests duró poco más de una hora. Lo peor fueron las conclusiones: a puerta cerrada, eternas y totalmente desagradables. Recuerdo haber llorado. Por momentos tenía fuertes sudores corporales y una destrucción de la poca seguridad que podía tener a mis 14 años.

Básicamente, todas las conclusiones eran que tenía vocación de sodálite y que si no hacía la promesa iba a fracasar en la vida, en todo: sería un frustrado aunque cumpliera mis proyectos profesionales.

En ese momento, a mis 14 años, no tenía ni proyección de matrimonio ni de hijos, obviamente: lo único que entonces me ilusionaba era la escuela de aviación en Collique.

Mi mente quería defenderse de aquella agresión que entonces no podía aún conceptualizar como tal. Recuerdo que mi visión se empezó a cerrar, convirtiéndose lo periférico en borroso o negro. Cada vez más nervioso, todo mi mundo se venía abajo con cada una de las sentencias de Erwin. No sabía cómo parar la avalancha de argumentos que al día de hoy los entiendo como simples y puras manipulaciones.

Erwin Scheuch
Erwin Scheuch

Solo quería salir corriendo de esa sala. Dije que iba al baño pero al regresar no bajó la intensidad. No quise seguir respondiendo porque dábamos círculos y no llegábamos a ningún lado. Mis respuestas eran cada vez menos asertivas: vi que esquivarlas daba mejor resultado. Solo el llamado al juego de los dados me absolvió de la condena.

Mi madre prontamente se dio cuenta que la estrategia de Scheuch no dio frutos y algo había pasado con Erwin, ya que cuando me preguntaba cómo iba la ayuda, yo tartamudeaba. Desde ese día ella le puso la cruz al Sodalicio. Hoy a mis 48 años entiendo que la conducta de Erwin solo se entiende bajo el patrón de abusadores seriales.

Figari tras la cortina

Durante mi paso por el Sodalicio me mantuve lo más alejado que pude de Erwin. Ahora entiendo que por el trauma vivido.

También porque me reveló que cuando pasábamos por La Esperanza y él buscaba excusa para parar en la comunidad, yo mientras lo esperaba a veces por más de 20 minutos en la combi, era espiado por Figari detrás de las cortinas de la salita de la entrada a la comunidad.

En el 96 fue un poco más amical tras su anuncio de mi viaje a Alemania acompañando a Monseñor Kay, quien entiendo pidió mi compañía.

El chuponeo o hackeo de Erwin

Durante su cargo de Superior Regional, se le recuerda por sus escasos logros y por su frágil salud, que le postraba en cama por días.

Se propuso armar unos protocolos, como lo atestiguan sus ex camaradas de consejo, curiosamente para amonestar y posteriormente expulsar a Bermúdez, a causa de sus muchos ‘’privilegios’’ y nula obediencia a nadie. Por desgracia, fracasó.

Se fue a fiscalizar el San Pedro y Villa Cáritas tras Alfredo Draxl, pues geográficamente los dos correspondían a su jurisdicción y rebotó. Otro fracaso en su carrera de "huachimán’’ (peruanismo de ‘’watchman’’ o el que vigila todo).

Jaime Baertl
Jaime Baertl

Luego el doctor huachimán se interesó por los recursos económicos de Ayaviri y para allá partió: una minera peruana habría donado una ingente suma de plata para ayudar a los pobres de Ayaviri a través de la Cáritas diocesana. Entonces el P. Baertl habría tenido otra de sus geniales ideas: crear una "Cáritas Ayaviri’’ sodálite, es decir, un clon trucho de la diocesana "administrada’’ por él.

Entre medio, hackeaba computadoras, toda una proeza, para husmear lo que hacían sus hermanos de comunidad. Era su momento de redención, ejerciendo aquel atropello a los derechos humanos, aquel poder abusivo, para dejar en el pasado al frágil Erwin que fue.

En sus proezas de chuponeo de computadoras lo secundaba siempre Andres Tapia: me viene a la memoria cómo de cuando en cuando Tapia “perdía la señal del wifi” mental y había que resetearlo, a causa de los potentes medicamentos recetados por el doctor Carlos Mendoza.

Algunas de sus víctimas de hackeo, que al día de hoy son conocidos, están Monseñor Kay (todos los de la comunidad de Ayaviri y el consejo Episcopal), Oscar Osterling, Jean Pierre Teullet, Hector Guillén.

Son muchos los que recuerdan con disgusto a Erwin Scheuch. Martin Perez del Solar, quien vivió con él en comunidad, ha dejado un comentario en redes: “Erwin lamentablemente fue uno de los más abusivos de mi historia personal. Estoy seguro que fue también víctima sexual”.

Francisco, con Scicluna y Bertomeu en el Aula Sinodal, donde los recibió
Francisco, con Scicluna y Bertomeu en el Aula Sinodal, donde los recibió

El ataque de Erwin a Bertomeu: otro alarde de manipulación (¿orquestada?)

Sobre su reciente artículo contra Bertomeu, del 15 de marzo, no hace falta agregar mucho más a lo que Pedro Salinas ha dicho muy bien en su vídeo columna.

El “doctor” Scheuch confunde y manipula a sus lectores al vender un Papa ausente de la decisión de suprimir el Sodalicio y un Bertomeu omnipotente juez parcial (‘con poder personal y absoluto’).

Por mucho que se empeñen en repetir una y otra vez la misma mentira, Bertomeu no fue juez, sino solo un investigador objetivo: Martín Scheuch ha señalado acertadamente en otro artículo que la imparcialidad es solo del juez; el investigador puede y debe ser empático con las víctimas, pues su trabajo es solo recoger datos objetivo.

Mi única duda es si este artículo es producto del francotirador Erwin Scheuch o forma parte de una estrategia comunicativa orquestada por alguna de estas empresas de comunicación que tanto abundan hoy, para intentar minimizar los costes reputacionales del Sodalicio. Si fuera así, las víctimas tendremos que empezar a calatear (ndr: desvelar) a estos desgraciados, sean quienes sean, que juegan con nuestro dolor.

El "libro negro del Sodalicio’’ aún no publicado

Una cosa es la nota de prensa de la expulsión de algunos sodálites, entre ellos Erwin Scheuch, y otra muy diferente son las acusaciones que todos los expulsados y muchos otros conocemos. Por supuesto, desde hacía años: solo hay que leer ‘Mitad monjes, mitad soldados’ de Pedro Salinas y Pao Ugaz y ‘Sin noticias de Dios’, también de Salinas. La ‘misión especial’ pudo recoger algunos datos más pero, en substancia, los hechos principales llevaban años publicados.

Paola Ugaz y Pedro Salinas en la presentación de 'La verdad nos hizo libres'
Paola Ugaz y Pedro Salinas en la presentación de 'La verdad nos hizo libres' @PanchoR65 .

Quedaría aún un "Libro Negro del Sodalicio’’ por publicar. Son muchas las víctimas aún por hablar y muy grande su dolor que exorcizar. Un ejemplo a poner en este libro sería el episodio de abuso psicológico, de poder y espiritual vivido por mí en El Pilar después de un larguísimo proceso de salida, vivido con Erwin a mi lado.

Ya vencida mi profesión temporal, renovada por 8 años, habiéndome pedido que solicitara mi salida al Consejo superior, no me podía ir porque primero debía hablar con Luis Fernando: las excusas de porqué no me podía recibir el Fundador fueron infinitas.

Un buen día, toqué la puerta de Erwin. No iba armado de valor sino arrastrando una profunda apatía vital, además de una enfermedad provocada por el stress vivido en aquella comunidad de locos: "mañana me voy a la casa de mi papá’’.

Erwin se sorprendió por las maneras y me rogó que volviera el lunes siguiente para hablar con Figari. Al final dejé el Sodalicio pero como preso que escapa de una cárcel, con profunda amargura y un gran sentimiento de culpa.

Episodios como éste también podrían parecer intrascendentes. Los matones como Bermúdez, Revoredo o Valderrama o los altavoces mediáticos de sus porquerías como Infovaticana podrían incluso insultarme de nuevo.

Sin embargo, estos brutos fanáticos ideologizados nunca podrán entender lo que sufre un consagrado que, tras muchas vejaciones, decide con honestidad dejar la comunidad, sabiendo que salta al vacío en su reinserción forzada a la sociedad civil.

Universidad de la Santa Cruz

El doctorado de Scheuch en el Opus, en 2025, el colofón de su expulsión por abusador

Hoy, el victimario Erwin Scheuch reaparece con su flamante tesis doctoral, como no, publicada en 2025 en la Universidad del Opus, en Roma y, sorpréndase, con el título: “La crisis de los abusos sexuales de menores en la iglesia. Una lectura desde la fe’’. Todo muy sugestivo.

Y yo me pregunto: ¿Sabían en dicha universidad del Opus de Roma que Erwin acababa de ser expulsado del Sodalicio, pocos meses antes, por abusador? ¿El ‘Doctor’ Erwin habrá escrito en dicha tesis sus memorias y las de los que le acompañaban en la escuelita figariana de La Esperanza? Debo confesar que sentí cierto temor de encontrarme con ilustraciones hechas por Murguia o Trenemann.

Según comentario de alguien que sí la está leyendo con estómago de perro (y espero que nos ofrecerá pronto sus sabrosos comentarios), se trata de "propaganda de su ideología figariana’’.

Solo espero que Figari no figure entre los asesores de esta obra ‘científica’ imprescindible solo en una biblioteca, la que con gran paciencia (y algún susto procurado por abogados del Sodalicio) ha reunido nuestro admirado Pedro Salinas en su casa de Mala. Es la biblioteca que reúne el horror del Sodalicio, la ‘concreción del Vaticano II’ (en la mente enferma de Bermúdez) que nunca hubiera de haber existido.

Alejandro Bermúdez
Alejandro Bermúdez

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