Testimonios desde Chillán y Concepción Incendios en Chile: La Resiliencia y Solidaridad Evangelizan para una Iglesia en Salida
“Lo más doloroso es ver el miedo de quienes están amenazados por el fuego, la incertidumbre de tener que dejar sus casas solas por las evacuaciones, y sobre todo la tristeza de perder sus casas", dijo Sergio Pérez de Arce, obispo de Chillán
La comunidad eclesial ha sido muy activa con sus equipos pastorales, los párrocos a la cabeza, los agentes pastorales, animando también la solidaridad de la comunidad para cubrir las necesidades básicas de alojamiento y de alimentación, que fueron las como la primera respuesta. Y luego lo que nos corresponde también es contener, acompañar espiritualmente”, dijo Gabriela Gutiérrez delega de Pastoral Social de Concepción
Los obispos del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile también manifestaron, a través de una declaración, su cercanía con los afectados por los incendios que todavía se desarrollan en el país. Y el Papa Francisco pidió orar por las víctimas
Los obispos del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile también manifestaron, a través de una declaración, su cercanía con los afectados por los incendios que todavía se desarrollan en el país. Y el Papa Francisco pidió orar por las víctimas
| Aníbal Passtor N. - periodista, corresponsal en Chile.
Veintiocho comunas o municipios de cuatro regiones del centro sur del país iniciaron el toque de queda la noche del reciente jueves 9 de enero, y que decretó el gobierno para resguardar a la población en términos de seguridad. Ya antes había decretado el estado de emergencia que facilita la acción y traslado de las fuerzas armadas durante la emergencia.
Los incendios han continuado afectando pueblos rurales y al combate contra el fuego se han sumado centenares de brigadistas internacionales que han llegado desde Argentina, México, España y otros países. El mismo Papa Francisco manifestó su preocupación en el Ángelus del miércoles pasado: “Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los que han venido de Chile. Encomendemos a las víctimas y a los afectados por los incendios en esta querida nación”, señaló.
Es que en cinco días, las llamas han consumido más que todos los incendios forestales de los dos últimos años, ha dejado 25 personas fallecidas, más de 300 heridas, y ha consumido 12 escuelas y establecimientos de salud rurales, más 11 capillas en tres diócesis: 8 en Concepción, 2 en Chillán y 1 en Los Ángeles. Por ello, nadie ha queda pasivo frente a esta tragedia.
Los obispos del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile han manifestado, a través de una declaración, su cercanía con los afectados por los incendios que todavía se desarrollan en el país.
En el documento se dirigen muy especialmente a las personas que han perdido familiares, amigos y vecinos en esta catástrofe, además de hacer llegar una palabra de aliento a quienes han sufrido la pérdida de bienes materiales como consecuencia de los incendios (ver declaración aquí).
CHILLÁN
En la diócesis de Chillán, ubicada a 400 kilómetros de la capital, Santiago, uno de los territorios primeramente afectados, la hermana dominica, Patricia Martínez fue nombrada delegada episcopal para la Pastoral Social, justo el día que comenzaron los mega incendios. Desde entonces, ella y su equipo de dos personas, más siete voluntarios, se concentró en un primer momento en los trabajos de ayuda.
DOLOR Y SOLIDARIDAD
Para el obispo de Chillán, Sergio Pérez de Arce, “lo más doloroso es ver el miedo de quienes están amenazados por el fuego, la incertidumbre de tener que dejar sus casas solas por las evacuaciones, y sobre todo la tristeza de perder sus casas. No es solo perder bienes materiales, sino que es perder esfuerzos de muchos años y cosas de gran significado para la familia. También está el dolor de quienes se sienten abandonados, porque el despliegue de medios para apagar el fuego no llega siempre a tiempo, hay zonas que se han tenido que batir solas por largas horas, solo con los recursos locales, de los vecinos y de la comuna. No quiero juzgar a nadie, porque todo esto es muy complejo, pero es triste que alguien se sienta abandonado”.
"Han sido múltiples también las muestras de solidaridad –añaden el Comité Permanente– expresadas en iniciativas de organizaciones sociales, comunidades religiosas, grupos de jóvenes, entre otros, quienes han decidido salir al encuentro del hermano en sus necesidades. Rogamos para que esta solidaridad se mantenga en el tiempo y se traduzca en prácticas y actitudes permanentes. Será necesario apoyar a las familias en la recuperación de sus viviendas y de sus fuentes de trabajo y producción".
REORGANIZAR TODO
“Recordemos que esta es época de vacaciones”, dice la hermana Patricia. “Con la mayoría de la gente ya habíamos perdido el contacto. Además, en Chillan hay mucho humo. Yo trabajo con personas mayores y ellas no pueden salir a socorrer. En pocos días hemos tenido que reorganizar un poco la situación”, señala mientras lamenta que dos capillas de su diócesis fueron alcanzadas por el fuego.
Una fue en Portezuelo, capilla que está en una comunidad que se llama Buenos Aires, y al cierre de esta información, las autoridades ordenaban la evacuación del pueblo. La otra capilla quemada pertenece a la comunidad San Juan Apóstol de El Carmen, informó la religiosa quien no para de ir de un lugar a otro. Al momento de esta entrevista, la captamos cargando herramientas de construcción que llevaba a los damnificados.
Sin embargo, para el obispo Pérez de Arce lo que más le anima en la esperanza es ver a quienes “tienen un compromiso permanente por ayudar a otros. Allí están los bomberos, los brigadistas y otras personas que no son solidarios por un día, sino que están en esto por una opción de vida y en estos casos asumen grandes sacrificios y riesgos. También da esperanza la preocupación de mucha gente por tender una mano, creo que se expresa una compasión genuina. Y da esperanza cuando los propios vecinos se apoyan unos a otros y se organizan, es expresión de solidaridad humana".
CONCEPCIÓN
Cien kilómetros más al sur de Chillán, y girando hacia la costa, la partner de Patricia es Gabriela Gutiérrez, quien expresa: “Estos incendios no nos han dado tregua, y diría que es la experiencia más dolorosa que hemos tenido después del terremoto y tsunami de 2010”. Gabriela es la delegada episcopal para la Pastoral Social-Caritas de la arquidiócesis de Concepción.
La profesional indica, que esta tragedia generada por el fuego, reúne “características distintas a las de los sismos, incluso los de mayor magnitud”. Por el fuego “los efectos devastadores son más rápidos”, señala Gabriela, quien enfatiza que en esta oportunidad ha habido un aprendizaje sobre emergencias muy valioso y que fue adquirido luego del drama de 2010, que también afectó a la región. “En esta oportunidad ─explica Gutiérrez─ las parroquias y sus comunidades han actuado desde el primer momento de modo coordinado con el Estado, la sociedad civil y el sector privado, generando sinergia y efectos muy positivos en la rapidez de la respuesta solidaria”.
RESPUESTA PARROQUIAL
En la arquidiócesis de Concepción se ubica la comuna de Santa Juana que es de los lugares más afectados. Según información recogida por la parroquia local, el 60% del territorio comunal fue dañado por los incendios y la totalidad corresponde a bosques del monocultivo lo que echa por tierra las cifras de la Corporación de la Madera (Corma), que reúne a empresarios del rubro y que señalado, con gran difusión nacional, que solo el 25% del área quemada correspondía a pinos y eucaliptos y el resto bosque nativo.
"Lo primero es resguardar la vida de las personas”, indica la “vicaria” de la Pastoral Social, “luego se trabaja en los albergues, distribución de la ayuda y en la gestión de reconstrucción”.
“Todo esto es muy dinámico”, añade, “y muy cansador para quienes están día a día ahí. La comunidad eclesial ha sido muy activa con sus equipos pastorales, los párrocos a la cabeza, los agentes pastorales, animando también la solidaridad de la comunidad para cubrir las necesidades básicas de alojamiento y de alimentación, que fueron la primera respuesta dada. Y luego lo que nos corresponde también es contener y acompañar espiritualmente”.
“El dolor más grande que tenemos son las pérdidas humanas, más allá de todo lo material, que ya es un impacto grande. Ahora, por la misma cultura campesina, hay una gran resiliencia, un querer levantarse pronto. Igual ese es un mensaje de esperanza que va muy de la mano con la cultura del campo”, señala Gabriela.
CONTENCIÓN EMOCIONAL
"La contención emocional ha sido muy importante, y de las acciones más valoradas por la gente”, resalta Gabriela, “porque el impacto de los incendios no es solo a nivel material, aunque también vamos cuantificando las necesidades para gestionar algunos recursos de la cooperación internacional que nos han ofrecido”.
Concepción es una ciudad con experiencia en desastres. Su propia historia de siglos está ligada a grandes terremotos. Pero los incendios han sido otra experiencia. Así lo señala el vicario general y obispo auxiliar de la arquidiócesis, Bernardo Álvarez Tapía, de 42 años de edad. El obispo más joven de Chile es brazo derecho del arzobispo Fernando Chomalí, quien en varias oportunidades ha destacado públicamente el rol solidario del pueblo chileno y que ha delegado la coordinación de toda la acción de la iglesia en su vicario. Para éste, Bernardo, la experiencia de los incendios en la localidad de Yumbel, en 2017, donde se encontraba aquella vez, le generó aprendizajes para enfrentar esta nueva catástrofe, según cuenta.
En declaraciones para Religión Digital, Álvarez dice que “como iglesia nos mueve el poder colaborar activamente con las personas que han sido damnificadas. Estos días he estado muy metido en Santa Juana, y ahí, con el párroco Ricardo Valencia y la comunidad toda hemos trabajado arduamente”.
Uno de los puntos más interesantes en la reflexión del joven obispo es el rol que asume la parroquia en estas emergencias. “La parroquia, como comunidad viva, ha ocupado un rol muy relevante, capaz de generar rápidamente colaboración con el municipio, con la alcaldesa y con las autoridades, e incluso alcanzar niveles regional y nacional”.
CONTENCIÓN ESPIRITUAL
“Ante todo –prosigue Bernardo─ una parroquia se ve afectada en sí misma sea como sea porque la constituyen personas, feligreses y agentes pastorales del territorio, que se transforma en una instancia fiel colaboradora de la organización en general, asumiendo la contención de la parte afectiva y espiritual de las personas dañadas y damnificadas en estos casos”.
“Este rol de parroquia supera el asistencialismo al que estamos acostumbrados y que consiste en llevar cosas que son urgentes y de primera necesidad. Eso también es importante. Pero lo que he visto aquí, en sacerdotes, laicos, laicas, religiosas, jóvenes universitarios voluntarios, es que vivencian una genuina fraternidad y solidaridad”.
“Eso refleja una profunda espiritualidad, pues hace que seamos capaces de ponernos en el lugar del hermano y hermana”, enfatiza el obispo. “Hay una lectura y una mirada de fe, además de la propia urgencia que exige el momento que es propiamente cristiano, y constitutiva de la iglesia en salida como nos pide el Papa. Además,es una encarnación del Señor en los hermanos y hermanas que sufren sus pérdidas. Así nos hacemos partícipes, en este caso, de la tragedia que ellos viven, enfatizando la contención y comunión espiritual, que he visto y he sido testigo”, afirma.
TRABAJAR EN PREVENCIÓN
Finalmente, el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal, añadió algunos factores clave. Señaló: "Esta catástrofe es un nuevo llamado a actuar con responsabilidad y prevención en nuestra relación con la naturaleza. Los incendios tienen mayoritariamente causas humanas, por lo que todos debemos ser más cuidadosos, especialmente en el contexto del cambio climático en que las amenazas se intensifican".
"Duele el alma pensar que en el origen de algunos incendios haya una intencionalidad explícita de causar daño", señala la Conferencia Episcopal, "ante lo cual solo cabe la aplicación firme de la justicia y de la ley, con la colaboración de todos".
Añade que la sociedad entera, "en especial el Estado, debe seguir mejorando la prevención de las causas que originan los incendios, la disponibilidad de medios técnicos para combatirlos, y la planificación en el uso de los territorios donde se implantan los bosques, de manera que las poblaciones no queden expuestas a evidentes situaciones de riesgo", concluye la declaración episcopal.