Homilías en Te Deum de Fiestas Patrias 2024 con un denominador común: El clamor de la Iglesia chilena por justicia y transparencia
Los obispos en Chile unieron sus voces en el Te Deum de 2024 para denunciar el impacto de la corrupción en los más vulnerables.
Con palabras directas y categóricas, las homilías reiteraron el llamado a la probidad y la justicia social, un eco del mensaje de la Conferencia Episcopal.
“La corrupción vulnera la justicia social", destacaron los líderes eclesiásticos, llamando a una acción decidida para restaurar la confianza en las instituciones.
“La corrupción vulnera la justicia social", destacaron los líderes eclesiásticos, llamando a una acción decidida para restaurar la confianza en las instituciones.
| Aníbal Pastor N. Corresponsal en Chile.
Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de su papel.
Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad.
Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su propio interés.
Bienaventurado el político que permanece fielmente coherente.
Bienaventurado el político que realiza la unidad.
Bienaventurado el político que está comprometido en llevar a cabo un cambio radical.
Bienaventurado el político que sabe escuchar.
Bienaventurado el político que no tiene miedo.
Con estas "Bienaventuranzas del político”, escritas por el Siervo de Dios, cardenal Francisco Javier Van Thuan (vietnamita, que pasó 13 años en una prisión y falleció en 2002), citadas también por otros obispos en el mundo y especialmente por el Papa Francisco, el obispo de Copiapó, Ricardo Morales, las declamó en su homilía de Fiestas Patrias, enfatizando una esperanzadora visión de la realidad nacional como hicieron de otros modos obispos chilenos.
En efecto. En un Chile sacudido por escándalos de corrupción y desconfianza institucional, las homilías de algunos obispos en Chile, pronunciadas durante los Te Deum de Fiestas Patrias 2024, fueron mucho más que un acto litúrgico. Los obispos que lideraron las ceremonias en distintas diócesis del país no esquivaron los temas álgidos: la corrupción sistémica, la desigualdad social y la urgencia de restaurar la justicia.
Un tema que marcó -el 12 de septiembre pasado- la declaración pública del Comité Permanente del Episcopado, cuando advirtió sobre el grave daño que la corrupción causa a la justicia social y la cohesión comunitaria. El arzobispo de La Serena, René Rebolledo cuando celebró el Te Deum anticipadamente el domingo último (ver aquí) comenzó la serie.
Así, lo que han hecho estas homilías en Fiestas Patrias, es reiterar ese mensaje desde sus propias realidades locales, cada una con su matiz particular, pero con un denominador común: sin justicia social, no hay paz social., Desde el norte en Iquique, Calama y Copiapó, pasando por Concepción en el centro sur, y hasta el sur mismo en Osorno y Aysén, por citar algunas de estas homilías hechas llegar a RD, sus voces resonaron al unísono, construyendo un mensaje que, aunque inspirado por la declaración del Comité Permanente (El mal extendido de la corrupción) también recogió las realidades locales.
El Te Deum de Fiestas Patrias ha sido tradicionalmente un espacio donde la Iglesia chilena se dirige a la nación para reflexionar sobre su presente y su futuro. En este 2024, el contexto no podría ser más desafiante: un país marcado por escándalos de corrupción que involucran a las más altas esferas del poder, mientras la ciudadanía ve con escepticismo las promesas de cambio. Las homilías de los obispos de Iquique, Calama, Copiapó, Concepción, Osorno y Aysén entre otras, aunque diversas, coincidieron en un punto crucial: la corrupción es un cáncer moral que destruye la justicia social.
Así tenemos que en la homilía del obispo Isauro Covili en Iquique, una región golpeada por la desigualdad, la migración y el narcotráfico, se denunció la corrupción como una forma de violencia que agrava la pobreza y margina a los más débiles. Covili fue claro al citar la declaración de la CECH: "Los pobres son los grandes perjudicados por estas conductas" dijo. Esta referencia directa a la postura nacional de la Iglesia subraya cómo, incluso en las zonas más alejadas de los centros de poder, el mensaje es el mismo: el tejido social se desmorona si no hay probidad.
Por su parte, en Calama, el obispo Tomás Carrasco se refirió con dureza a la responsabilidad de las autoridades locales y nacionales. En su homilía, destacó cómo la corrupción permea incluso a las instituciones diseñadas para proteger a los más vulnerables. Al igual que Covili, Carrasco pidió que los políticos actúen con ética y se enfoquen en resolver los problemas reales del país: "La transparencia debe ser el principio rector de toda gestión pública", afirmó.
En el mismo norte del país, el obispo de Copiapó, Ricardo Morales, recalcó que Cristo se identifica con el indefenso, con el que no cuenta, con el que no aparece en las estadísticas. Y luego, pidió “actuar en nuestro servicio al país más allá que el mínimo legal, no todo lo legal es moralmente aceptable” agregando que ”la corrupción que hemos conocido últimamente en algunas de las instituciones del Estado nos puede llevar a preguntarnos: ¿es el poder el que corrompe?".
El mismo se respondió: "Creo sinceramente que no, el poder lo que hace es evidenciar lo que está en el corazón” y más adelante dijo que “esa conciencia, ese corazón es necesario formarlo, evidenciar que la vida es servicio, es entrega, es darse siempre para que el mundo sea mejor, es preocuparse por ese hermano hambriento, sin casa, el vulnerable, el pobre, del que nos habla el evangelio de hoy. El poder nunca es para servirse, sino para servir”, señaló
Estas denuncias no son ajenas al mensaje del arzobispo Fernando Chomali en Santiago, quien, frente al Presidente de la República, fue categórico en su llamado a un pacto social que devuelva la probidad y la ética al centro de la vida política. En su homilía, Chomali señaló: "Ha sido doloroso para los chilenos ver como la corrupción se ha enseñoreado de lugares que por su naturaleza debiesen ser intachables".
El obispo Carlos Godoy, desde Osorno, subrayó que "la única manera de avanzar significativamente es dialogando y generando una cultura del encuentro". Esta idea de unidad y compromiso social fue compartida también por el arzobispo de Concepción, quien hizo un llamado a "edificar sobre roca", evocando la parábola bíblica, y construyendo una sociedad basada en principios sólidos como la transparencia y la honradez.
Este último, arzobispo Sergio Pérez de Arce, al referirse a las próximas elecciones, fue contundente: “No es suficiente la buena voluntad para ser candidato; necesitamos preparación ética y un compromiso real con la justicia”. Este llamado a la probidad en el ejercicio de la política fue un tema recurrente en las diversas homilías. Covili y Carrasco insistieron en que las futuras autoridades deben trabajar con transparencia y responsabilidad social.
También en el sur del país, el obispo Luis Infanti, obispo de Aysén, elevó una reflexión que abarcó no solo la corrupción política, sino también los efectos devastadores de esta en la vida cotidiana de los ciudadanos. Infanti no esquivó el doloroso recuerdo del "Caso Aysén", que denunció hace dos décadas, como un precedente de la actual crisis moral. "La democracia está enferma", sentenció Infanti, ligando la corrupción a una "cultura del mal" que amenaza con desintegrar el tejido social.
El clamor de la Iglesia chilena en el Te Deum de 2024 es claro: la corrupción es una amenaza grave que debe ser enfrentada con decisión. En un país donde la desconfianza en las instituciones está en niveles alarmantes, los obispos chilenos que están en proceso de recuperar credibilidad pública, han hecho un llamado a restaurar la justicia social, comenzando por la probidad en la vida pública. Desde el norte al sur del país, estos líderes religiosos han planteado una misma urgencia: es tiempo de sanar las heridas de la corrupción y trabajar juntos por una sociedad más justa y transparente.