"Yo diría que más contento que vino" Don Celso se va contento
Ahora toca despedir al que llegó de la ciudad eterna y que nos decía en los primeros encuentros: "Ni yo pensaba venir aquí, ni vosotros esperábais que vieniera yo... pero podemos querernos". En estos días manifiesta que ha sido feliz y está contento de todo lo vivido entre nosotros. Yo agradezco que la diócesis se haya sentido querida y valorada por él. No era el que esperábamos, pero lo despedimos con cariño, él mismo que él nos ha dado. Que Dios le bendiga y que nadie le quite la alegría que lleva.
Así pensaba cuando se comenzó a hablar de él:
Don Celso ¿eres tú el que ha de venir?
Así lo recibimos:
Bienvenido don Celso
Don Celso ¿eres tú el que ha de venir?
Así lo recibimos:
Bienvenido don Celso
Bienvenido don Celso
Don Celso está contento y yo alegre
Recientemente viví un encuentro de diálogo sincero, de libertad sencilla, de serenidad y paz en la fraternidad de lo apostólico con el arzobispo don Celso, imagino que será de los últimos en el sentido pastoral. En la diócesis están reorganizando las responsabilidades y tras haber estado yo un año liberado en Madrid, medio sabático y formativo, me planteaban cuestiones de apostolado. Para ello se hacía necesario una conversación tranquila con mi pastor, tanto con don Celso que está en etapa de próxima jubilación como con don José, el arzobispo coadjutor que en breve asumirá la responsabilidad diocesana total. Ahora me refiero al encuentro con don Celso en la mañana.
Se dispuso en una actitud de escucha total, aunque yo le ofrecí que comenzara él la conversación con sus expectativas para mi compromiso ministerial en la diócesis, quiso que le contara yo y le pusiera en situación de mi proceso y de mi momento. Intenté analizar y presentar en síntesis lo que ha sido trabajo de interiorización en el curso acerca de la lectura creyente de mi propia historia y del quehacer ministerial a lo largo de más de cuatro décadas.
No es que mi vida haya sido extraordinaria, pero está llena de acontecimientos, decisiones, etapas, lugares, personas, tomas de postura, implicación en proyectos, distintos campos de acción… Como me decían algunos de los que más me conocen, se ve un proceso que más que estar llevado por mí, me ha ido llevando y de algún modo he ido aprendiendo a obedecer desde la realidad, en todo aquello que se me ofrecía y me interpelaba.
El momento y el clima fraterno que se respiraba me ayudó a desgranar las líneas pastorales en las que me he movido, las claves que he adquirido, las cuestiones diocesanas, apostólicos, parroquiales, docentes, así como las personales. Planteaba yo la posibilidad de tener en cuenta los elementos que en este momento más me llamaban: estudio del evangelio, cercanía al mundo de los inmigrantes, sinodalidad y corresponsabilidad laical, así como dimensión comunitaria cercana. Junto a otros había reflexionado con paz, que lo importante no era el dónde, ni siquiera el qué, sino el cómo, las actitudes fundamentales que me gustaría tener presentes en esta etapa última ministerial, después de todo lo vivido y realizado. Fue rico el contraste y la comunión en la valoración y reflexión de lo que se iba suscitando en mi esquema trabajado y sintetizado.
Don Celso fue aportando y compartiendo, desde su vida, sentimientos y visión de lo importante. Al analizar su tiempo en nuestra diócesis ahora que ya está en tiempo de propina, tras haber cumplido los setenta y cinco años hace tiempo - compartiendo tarea con el nuevo arzobispo-, me expresaba con vehemencia que está muy contento, que ha sido feliz: “Me siento muy bien con este pueblo y sus gentes, con el presbiterio, pero también con esa multitud de personas sencillas en todas las parroquias, que son fieles, sean como sean sus curas. Muchas mujeres profundas que se agarran a Dios como referente y resisten en su vivir generoso y participativo a su manera”. Manifestaba que ese vivir le ha llegado y sobrepasado positivamente. Me recordaba a mi madre cuando ya tenía su edad y decía que era propina de Dios, ella no tenía prisas.
Desde ese sentimiento, se dirigía a mí expresándome que agradece todo lo que yo había trabajado, deseaba que sintiera que lo valora y admira. Me encantó su deseo profundo y sincero al decirme con sencillez: “Pepe yo quiero, que tú estés contento, sereno, feliz, en lo que hagas y donde estés”. Lo entendí perfectamente, se trataba de buscar la verdad del evangelio en la misión más allá de lo que hacemos, más en la compasión que en la perfección. Ahí seguiremos, con esa alegría que nadie nos podrá quitar, que es la que nos das Dios y la gente sencilla que nos rodea.
Recuerdo ahora pensamientos cuando su anunciaba que podía ser él nuestro arzobispo:
¿ Don Celso eres tú el que ha de venir?
José Moreno Losada.
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