Consagración episcopal hoy en la Almudena Una celebración que da que pensar: Hoy en la Almudena
Hoy he participado en la celebración solemne de la Eucaristía en la catedral de la Almudena en la que dos sacerdotes, José Antonio y Vicente han accedido al colegio episcopal, a través de un rito consagratorio tradicional. Vicente es una persona querida a la que conozco desde su formación en el seminario en la que me tocó acompañarle. Su trayectoria ministerial ha sido muy comprometida y seguro que aportará riquezas a la diócesis de Madrid y a la iglesia española dada su experiencia ampia en el ámbito eclesial, fundamentalmente en la praxis de la caridad, de ahí su lema episcopal: “Deus caritas est”. Pero quiero referirme a la celebración que ha durado unas dos horas y media, en la que se ha cuidado el ritual en todos sus elementos. Recordaba un escrito mío de este curso que considero iluminador para la consideración crítica de la ceremonia de hoy, en la que había más de 70 obispos, unos 250 sacerdotes y diáconos, así como cientos de personas sencillas del pueblo de Dios que tenían que ver con las personas que se estaban consagrando. Bastantes venidas de nuestra diócesis de Mérida- Badajoz, así como los miles de televidentes por Tv13. En mi artículo relataba dos conversaciones con mujeres cristianas creyentes y de cierto compromiso eclesial. Hoy sólo han participado dos mujeres en las lecturas bíblicas y algunas para acompañar a los ministros que distribuían la eucaristía en la catedral.
| José Moreno Losada
Obispos, sacerdotes y evangelio: Ante la celebración de hoy.
Un compañero me decía que, entre los símbolos, quizá hubiera bastado con los báculos sencillos al hilo de su misión como pastores, y por la multifunción del bastón en las manos de un buen pastor en medio del rebaño.
La homilía del cardenal y las palabras de acción de gracias de los nuevos obispos indicaban en la dirección del bastón sencillo en medio de los hermanos. La celebración en su conjunto, forma y simbolos, ha estado a muy larga distancia de estos discursos.
Conversaciones y reflexiones sobre símbolos, ritos y liturgias.
En una de las conversaciones con personas queridas y allegadas se provocó un diálogo por audio wasap que me pareció sugerente y que considero que tiene que ver con el primer anuncio, o la primera impresión. Hablaba con Ana que vendrán próximamente a Madrid y quería que nos viéramos con su hijo y la novia para ir preparando la liturgia matrimonial que tendrá lugar a finales de año en Zafra, desean una celebración cuidada que pueda ser significativa e interior y como yo esto aquí en Madrid podré acompañarles en dicho proceso de preparación litúrgica.
Me comentaba al hilo de este tema, que había estado en una celebración presidida por nuestro nuevo arzobispo, don José, con motivo de una celebración memorial de un sacerdote fundador de una institución religiosa de laicas consagradas en nuestra diócesis a las que ella está agradecida y quiere mucho. Ella suele celebrar la eucaristía en las parroquiales sencillas y normales ya sea en Badajoz o cuando está fuera por motivos de estudios e investigación, pues ella ostenta una cátedra de química en la universidad. A Ana le había llamado la atención la celebración y le había dado una impresión de cierta negatividad por desfasada. Los gestos, ritos, símbolos, no decían nada o más bien decían y daban pie a claves no muy acordes con la iglesia sencilla y pobre en la que ella cree y busca. Comparaba con la actitud sencilla del Papa y me hacía referencia incluso a los zapatos que suele usar y la anécdota de que eran los suyos de siempre. No se explica ella cómo intentando el papa ser tan sencillo eso no se traduce en los modos de sus pastores en la iglesia. Yo le explicaba que eso era así en las celebración solemnes y que, a veces a los propios que les invitan a presidir les gusta ese boato.
Algunos detalles extraños para ella que expresaba con cariño y cercanía y nada de acritud, eran los siguientes: “…el gorro que será importante pero no dice nada, el caso es que habló bien, pero al acercarse a las de la institución noté que puso la mano como para que se la besaran, yo estoy en la universidad y eso no me gusta, eso está desfasado, no me imagino un becario besando el anillo al catedrático. Y el bastón de plata, o plateado, yo lo veo innecesario, ya sé que soy inculta… pero si a mí creyente me inspira este sentido, imagina al que lo ve desde fuera. Y había un sacerdote jovencito, que se veía de porte simpático, pero le iba cambiando gorro, trayendo y llevando bastón… no sé, daba sensación de servilismo, pero da la impresión de que están acostumbrados a ese protocolo… ellos lo vivirán como normal, pero a mí me quedo pensante y con cierto dolor como cristiana. Siéndote sincera yo lo de los gorros, el bastón de mando y esa mano con anillo para besar los anularía del rito. “
Al poco entré en conversación y el mismo tema, con otra persona querida conocida de Ana en la facultad, Trini, muy implicada en profesionales cristianos, que ha participado en Pastoral Universitaria y sigue muy implicada en el quehacer eclesial especialmente ahora en lo que se refiere a la ecología integral y el movimiento Laudato Si, con formación creyente que puede entender más lo signos. Le refería yo que a veces hemos hablado que la misma universidad tiene gestos, ritos y símbolos muy de origen eclesiástico, hasta anillos y pectorales de un modo y otro. Y ella me respondía, con criterio pienso yo:”es verdad Pepe, pero la universidad no reivindica el servicio, la humildad y la pobreza como valores propios y prioritarios…sino el saber-conocimiento como referencia suprema de su ser. Además muchos profesores no les gustan esos ceremoniales universitario medievales inspirados en la iglesia…(donde la universidad nació). Siendo sincera, tras mi proceso, hoy día los rituales de la Universidad no me molestan, incluso me gustan en cuanto son recordatorio de dónde venimos. Pero los de la Iglesia no, porque no ayudan a transmitir la imagen real de Jesús pobre y de su iglesia de los sencillos”.
Y terminó Trinidad anotándome que la pena es que nadie les hace llegar de un modo cercano y fraterno a nuestros pastores estos comentarios sinceros, hechos desde la vida real y la normalidad de un hoy eclesial y social. Se alegró cuando le dije que yo se los había hecho llegar a nuestro arzobispo porque lo encuentro sencillo y cercano y con actitud de escucha, queriendo conocer de verdad lo que piensa y siente el pueblo de Dios al que acaba de llegar. Lo recibió Monseñor Carvallo dándome las gracias, tras pedirle yo perdón por mi atrevimiento, hecho de corazón sincero.
Sé que hay gente que piden esos elementos como adorno y gloria de los actos que organizan, o sea que tienen su público, pero son opciones que dan imagen y que anuncian a los cristianos sencillos y a la sociedad este sentir que más que anunciar, aleja y echa para atrás.
Lo traigo a colación, porque viendo todo el montaje articulado en torno al primer anuncio en estos días, queriendo llegar en forma y mensajes al mundo, no estaría de más comenzar el anuncio con la escucha de cosas tan sencillas como estas, que están al orden de la calle, recogerlas de los que tienen buen corazón y creen en el evangelio, aunque tengan fallos y comenzar a desvestirnos y desapropiarnos de todos aquellos gestos, símbolos, ritos que realmente no vienen, ni tienen nada que ver con una verdadera base neotestamentaria.
Volvamos a las fuentes y entremos en los más sencillo e insignificante de estos datos, si queremos externos, pero muy expresivos de un contexto y una consideración de la iglesia, la religión, la sociedad, la política que no es de recibo en estos momentos en que la Iglesia quiere anunciar un evangelio con frescura y sencillez máxima. No se trata de juzgar el pasado sino de escuchar el presente, para dejarnos interpelar por las claves evangélicas de Jesús y de su Iglesia. No nos escudemos en que esto lo tienen que decidir desde arriba y que cada uno no puede hacer de su capa un sayo. Ya tenemos ejemplos directos y vivos de obispos, arzobispos, cardenales… que dejaron la capa y supieron hacer cosas muy sencillas y directas obviando todas estas que no son de recibo, aunque estén en muchas rúbricas ancestrales de hoy. No indico nombres, porque está muy feo señalar, ni para un lado ni para otro, pero no hay que irse muy lejos. Hasta en nuestra propia Extremadura puedo ver ya signos. Para muestra el detalle señalado de Ana con respecto a los zapatos del Papa Francisco y sus sotanas.
No estaría mal sin en función de los reflexionado del primer anuncio, los obispos y los sacerdotes, comprendiéramos que el primer paso sería despojarnos de todo aquello sencillo, simbólico y externo, que más que anunciar, denuncia. Yo mismo soy consciente de mi propia vida y ministerio que está llamada a escuchar mensajes que me llegan desde mis espacios ministeriales hechos con respeto, cariño y con una invitación directa a ser más comunitario, sinodal y fraterno. He de hacerlo claro está en cosas fundamentales, desde mi encuentro con Cristo y su palabra, en la construcción de la comunidad cristiana, pero eso implica también, me lo apunto, cambios en cosas externas, costumbres, modos de vestir, celebrar, predicar, consumir, organizar mi casa y mis cuentas, etc. Qué bueno sería que diéramos pasos rápidos en esta dirección, personales y comunitarios, como equipos apostólicos, tanto episcopales como presbiterales. Ya digo, yo intento tomar nota para que este congreso no quede en anécdota de cumplimiento formal y espectacular, sin cambios de formas y modos. Sería comenzar por cosas muy sencillas y viables.