Gracias a la vida
Sería una lástima que el lapso entre ser demasiado joven y demasiado viejo sea tan breve que tengamos que decir con tristeza: ¡Qué temprano se nos hizo tarde!
Hoy, al cumplir 60 años, no quiero que se me haga tarde.
Quiero anclarme en una interioridad muy viva, que me permita poner cabeza, corazón y alma en cuanto haga.
Quiero construir mi felicidad desde la amistad, el cariño, la gratitud, la amabilidad, el perdón.
Quiero adquirir la madurez que me permita soportar una injusticia sin desear la venganza; tolerar los defectos ajenos y no por eso justificar los míos. Y tampoco llegar al grado de que la tolerancia se convierta en sumisión.
Quiero saberme querido por el Dios en el que creo.
La vida me ha sonreído en muchos momentos y quiero dar gracias por ello.
Doy gracias, especialmente, por Pilar: mi mejor mitad.
Doy gracias por Lucia e Irene, que son mi mejor legado y lo mejor que he hecho en esta vida.
Si en alguna circunstancia mi vida no es la alegre fiesta a la que esperaba llegar quiero fuerzas para no tirar la toalla. Y seguir asumiendo, con gusto, la responsabilidad de ser feliz y hacer felices a los que se crucen en mi camino vital.
Aprendí de Rabindranath Tagore que “las palabras van al corazón cuando han salido del corazón”. Desde el corazón y con el corazón quiero, en mi cumpleaños, dar las gracias a quienes han dado vida a mis años.