Pujol, los Reyes y la ética

Hoy tengo malas noticias políticas que comentar. Pero también importantes atisbos de esperanza en torno a las mismas.

Jordi Pujol ha reconocido que tenía dinero sin regularizar fuera de España. Mucho dinero. Y no lo ha hecho por arrepentimiento sino porque lo habían pillado.

El “España nos roba”, con el que los nacionalistas catalanes han adoptado el papel de víctimas y han engañado a su pueblo, ahora suena irónico.

El que durante mucho tiempo fuera icono de la Transición y referente moral de mucha gente ha caído. No es cierto, pues, que los corruptos se vayan de rositas. Será bueno que se imponga el criterio de que “el que la hace la paga”. Ya veremos lo que Pujol paga. Materialmente es posible que mucho menos. Pero moralmente tanto o más, porque se va con el más absoluto deprecio de la gente de bien.

También se ha ido desprestigiado el Rey Juan Carlos. En octubre de 2012 el The New York Times publicó que su fortuna se elevaba a 2.300 millones de dólares. Una cantidad inalcanzable con los 8,4 millones de euros de fondos públicos asignados al Rey.

La esperanza que emerge de esos escándalos es que el nuevo Rey ha decidido cortar con esas prácticas corruptas. Y lo ha hecho prohibiendo que la familia real (su padre incluido) puedan trabajar en el sector privado. Es un código de conducta ética que celebro y que deseo se aplique.

Puedo decirlo más alto pero no más claro.
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