Mi respeto y admiración a las personas con discapacidad

Hoy quiero mostrar mi respeto y admiración a las personas con discapacidad. A las asociaciones que les representan sembrando esperanza, buscando alternativas para conquistar su integración social y reivindicando su hueco en el mundo de los capacitados.

¡Por supuesto que las personas con discapacidad tienen el mismo derecho que cualquier otra persona a su plena integración social! Pero, de hecho, esta sociedad no se lo pone fácil.

En torno a la discapacidad hay un problema no del todo resuelto que se mueve en la disyuntiva asistencialismo /autonomía. Los responsables de las asociaciones apuestan claramente por maximizar la autonomía de los afectados. Pero muchos de estos y de sus familiares quieren la asistencia plena.

Las personas con discapacidades lo tienen difícil y no seré yo quien las juzgue. Pero sí que quiero quitarme el sombrero ante los responsables de sus asociaciones. Porque aun teniendo los mismos problemas que el resto de asociados se les exigen soluciones para todo y se acude a ellos con muchos más derechos que deberes.

En muchos casos se conciben las asociaciones no como un lugar para cooperar “operar juntos” sino para exigir a otros que lo hagan. Y esa labor de los que tiran del carro exige coraje, entrega, compromiso, valentía, energía…

Me asusta que algún día esa energía se pierda y su chispa vital decaiga. Temo que el síndrome del quemado se apodere de ellos. Por el bien de toda nuestra sociedad habría que prevenirlo. Pero no sé muy bien cómo hacerlo. ¡Échame una mano, amigo lector!
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