"Su presencia nos sigue ayudando cuando más nos conviene que esté" La herencia espiritual y personal de Rosa Deulofeu, una mujer que marcó la Iglesia de Barcelona
“Era capaz de congregar a personas con pensamientos totalmente opuestos, entre las que había, también, sacerdotes”, argumenta Figueras desde su despacho, rebosante de carteles, pósters y todo tipo de merchandising, pero en el que destaca una fotografía de Deulofeu sobre la mesa
Su proceso canónico de beatificación tendrá avances significativos en breve
| Xavier Pete, Agencia Flama
En los bajos de un edificio situado en la Antigua Izquierda del Eixample de Barcelona, un grupo de jóvenes trabaja en el interior de una oficina con un ambiente que podría pasar por el de cualquier empresa. La mayoría de ellos (entre los que se cuenta una chica embarazada) eran niños cuando murió de cáncer Rosa Deulofeu (1959-2004), la delegada de Juventud de la archidiócesis de Barcelona desde 1993.
Aunque todavía haya alguien junto a esta plantilla, que conforma el Secretariado Pastoral de Juventud de la Diócesis de Barcelona, que siga trasladándoles la influencia de quien en 2009 entró en un proceso canónico de beatificación que “tendrá avances significativos en breve”, como reconoce Francesc Figueras. Con sesenta años, es una de las personas que mejor conoció a quien “cada día se procura tener presente entre nosotros”.
En el cargo de Figueras, interviene la gestión de la administración, de la logística y, aunque “cada vez con menos peso”, de la pastoral juvenil, ya que “cuando llega una edad debe dejarse pilotar este barco a los que tienen mayor facilidad de entender a los jóvenes creyentes”, asume este barcelonés. Lejos quedan los once años en los que trabajó codo con codo con alguien que "servía para todo".
Incluso para descargar un camión si era necesario hacerlo cuando se organizaba un acto multitudinario, con motivo de un Año Jubilar, como el de hace 25 años en Roma, de una Jornada Mundial de Jóvenes o de un evento de grandes dimensiones. "Pero si tenemos que hablar de multitudes, nada es comparable con la cantidad de gente que la despidió en su funeral", sostiene.
"Congregaba mentalidades que podían ser opuestas entre ellas"
En este sentido, la mujer que “recibía llamadas de políticos como del expresidente catalán, Jordi Pujol, para asesorarse en torno a asuntos juveniles y educativos de la época” acabó dejando una huella tan larga como la cantidad de reconocimientos póstumos que ha recibido, en los que destaca un jardín con su nombre en el centro de la capital catalana.
“Era capaz de congregar a personas con pensamientos totalmente opuestos, entre las que había, también, sacerdotes”, argumenta Figueras desde su despacho, rebosante de carteles, pósters y todo tipo de merchandising, pero en el que destaca una fotografía de Deulofeu sobre la mesa.
Es uno de los documentos —en este caso, gráfico— que se han convertido en la herencia de una mujer exigente, trabajadora, “que se maquillaba cuando era necesario y salía a comer cuando quería”, y que “abrió un camino hacia el papel de la mujer” en la Iglesia, junto al entonces arzobispo de Barcelona, el cardenal Ricard Maria Carles, “sin hacer de ello una tarea que se encasillaría rápidamente como feminista”, añade.
Para preservar su memoria, durante todos estos años ha sido relevante un diario personal de Deulofeu —encontrado en la habitación de la casa de sus padres, donde vivió, en el centro de Barcelona— que “se convierte en el testimonio más íntimo, clarividente y evangélico de una Rosa, influida por pensadoras como la filósofa y mártir Edith Stein, que creyó tanto en Dios que ni siquiera tenía miedo de irse con él”, subraya. Esta actitud, como asegura Figueras, “fue determinante para dejar atrás un trabajo de responsabilidad en el despacho de un banco con sede en Barcelona y dedicarse así a los niños, jóvenes y, en definitiva, al afloramiento de una pasión por la ayuda y el acompañamiento que sigue entre nosotros”.
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