"La ciudad es toda ella una catedral" Antonio Aradillas: "Ávila de los santos y de los cantos"
"Diríamos que 'Ávila es la catedral y otros monumentos', de tanta importancia artística como religiosa, que convierten sus calles y plazas, al menos, en otros tantos claustros"
"Quién de Castilla señor quiera ser, a Ávila… de su parte ha de tener"
Don Miguel de Unamuno la definió como nadie: "Ávila tan callada, tan silenciosa, tan recogida, parece una ciudad musical y sonora; en ella canta nuestra historia, pero nuestra historia eterna"
"La visita a la catedral de Ávila, repleta con obras pletóricas de devoción y de arte, reclama tiempo, atención y cultura, con satisfactoria y cultural justificación de una y muchas visitas a la 'catedral de los santos y de los cantos'"
Don Miguel de Unamuno la definió como nadie: "Ávila tan callada, tan silenciosa, tan recogida, parece una ciudad musical y sonora; en ella canta nuestra historia, pero nuestra historia eterna"
"La visita a la catedral de Ávila, repleta con obras pletóricas de devoción y de arte, reclama tiempo, atención y cultura, con satisfactoria y cultural justificación de una y muchas visitas a la 'catedral de los santos y de los cantos'"
La ciudad de Ávila es toda ella una catedral. Diríamos que “Ávila es la catedral y otros monumentos”, de tanta importancia artística como religiosa, que convierten sus calles y plazas, al menos, en otros tantos claustros. “Ávila de los santos y de los cantos” (de los de piedra y de los salmos), “Ávila de los Caballeros”,”Ávila de Teresa de Jesús”, “Ávila de los leales”, “Quién de Castilla señor quiera ser, a Ávila… de su parte ha de tener”, nosotros con respeto, admiración y agradecimiento le damos la palabra adon Miguel de Unamuno, que filosofó de esta manera, para preparar la visita a su catedral:
“Ávila es ciudad vertebrada. En su campo rocoso, entre los berruecos, que son como los huesos de esta tierra de Castilla, toda ella roca, donde la gea domina a la fauna, rocambre que es fuego cristalizado. Ávila tan callada, tan silenciosa, tan recogida, parece una ciudad musical y sonora; en ella canta nuestra historia, pero nuestra historia eterna. En ella canta nuestra nunca satisfecha hambre de eternidad..Ávila es un verdadero hogar para el alma, una ciudad que recibe y conserva el deje del espíritu. Viendo Ávila se comprende cómo y donde se le ocurrió a santa Teresa su imagen del castillo interior y de las moradas y del diamante. Porque Ávila es un diamante de piedra berroqueña dorada por soles de siglos y por siglos de soles…”
Las obras de la catedral se iniciaron el 24 de abril de 1091, sobre planos del legendario arquitecto navarro Alvar García de Estella. El obispo Pedro Sánchez de Zurraquín recolectó donativos por Francia, Italia y Argón. Ante esta catedral actual cobran vigencia descriptiva estas palabras “la catedral de Ávila no es clara ni riente como la de Toledo; ni pomposa como la de Sevilla; ni fascinante como la de León; ni mística como la de Barcelona. La catedral de Ávila es fuerte. No acaricia. Obliga a meditar. Flotan en ella la espada y la cruz”.
La catedral es a la vez, templo y alcázar y, como fortaleza, está integrada en el complejo defensivo de las murallas, con sus 2526 metros de perímetro y cuyas obras, con altura de doce metros, nueve puertas, cuatro postigos, 88 torreones de planta semi-circular, con cita expresa por parte de los cronistas de que quien bendijo obra tan magna y espectacular fue el obispo don Pelayo de Oviedo, que acaudillaba los orimeros repobladores de la reconquista.
Bajo la dirección del arquitecto Fruchel, de ascendencia borgoñona, se construyó la Capilla Mayor y la doble girola en estilo románico cluniacense, genuinamente francés, tal vez inspirado en la abadía de Saint- Denís, al igual que el ábside, desde el que parece que se presentara a los aragoneses el Rey Niño, cuyo recuerdo permanecería después en el escudo de la ciudad. En el siglo XIV, el Deán Blasco Velasco -¡ qué deanes canónigos los de entonces¡-, costeó la construcción del crucero. Sancho IV “el Bravo” fue proclamado rey de Castilla en 1284, y en 1420 se celebraron las bodas de Juan II con doña María de Aragón. En las Salas Capitulares se reunieron los nobles que se revelaron contra Enrique IV en 1468, como también habrían de hacerlo los Comuneros en 1525.
Considerada como la primera catedral gótica de España, en su exterior hay que admirar el bastión almenado de su ábside o “cimborrio” de 46 metros de diámetro y el pórtico de los Apóstoles, que es el más bello conjunto escultórico gótico de la ciudad. La torre, con sus 42 metros de altura, está poderosamente coronada de almenas. La puerta principal está flanqueada por dos colosos de granito, que legendariamente podrían representar a Hércules y Alcides, míticos fundadores de Ávila. La fachada la corona la imagen de san Miguel, y en las jambas de la puerta se colocaron dos salvajes con escamas a los que llaman “Pierres” y “Caco”
Ya en el interior, en la capilla existente bajo la torre, está el sepulcro de Esteban Domingo, fundador de la poderosa familia de los Dávila, de trece roeles, de la que descendió Blasco Jimeno, el “Retador”. Los miembros de esta familia dueños de la ciudad durante siglos. El trascoro es obra de Juan Rodríguez y Lucas Giraldo. En altorrelieves se desarrollan con realismo y expresividad, escenas de la vida de Cristo. La cruz es obra de Vasco de la Zarza. En el brazo derecho del crucero están los sepulcros de Pedro y Alonso González de Valderrábanos, obra de Juan Guas. En la pared sur se hallan también el sepulcro gótico del obispo Alonso II, el de Sancho Dávila –“que murió en el asalto a la Alhambra de Granada, por cuyo esfuerzo se tomó”- y el del Obispo Blasco Dávila.
El magnífico coro de nogal fue tallado porLucas Giraldo. Al coro perteneció quien habría de ser el más excelso polifonista barroco, Tomás Luís de Vitoria. En el testero derecho del ala izquierda, se venera la Virgen de la Caridad, conocida con el título de “Maestra de la Santa”, de la que refiere la misma santa Teresa que “cuando murió mi madre quedé yo a la edad de doce años afligida, y fuíme a la imagen y le supliqué que fuese mi madre, con muchas lágrimas”. Los dos púlpitos del templo son ejemplares preciosos en obsequio a la palabra de Dios que desde ellos se impartía.
El retablo mayor es posiblemente el más valioso exponente de la pintura primitiva castellana. Son obras de Berruguete las ocho tallas de la predela y la de la Flagelación, la Oración del Huerto y la Crucifixión. Juan de Borgoña, Roldán y Vasco de la Zarza también pusieron sus manos de artistas en el altar y retablo. La girola es arquitectónicamente la parte más interesante de la catedral. Cobija nueve capillas absidales entre las que destaca la consagrada a la Virgen de Gracia, con tablas hispano-flamencas atribuidas a Fernando Gallego. En la de san Nicolás hay una curiosa urna que admite “limosnas para casar a doncellas pobres”.
El sepulcro de “El Tostado” merece capítulo aparte. También lo merece la historia de su personaje. Se trata de un soberbio panteón renacentista, de alabastro concebido a modo de retablo, con relieves escultóricos, obra maestra del renacentista portugués Vasco de la Zarza. Acoge los restos del obispo abulense y prolífico escritor don Alonso de Madrigal, conocido como “El Tostado”, por su apellido, de quien reza su epitafio que “es muy cierto que escribió/ por cada día tres pliegos/ de los días que vivió”. Hay constancia de que fueron nada menos que 60,225 pliegues los escritos por este “intelectual puro” –una media de tres por cada uno de los días de los 55 años que vivió-. Entre tantas anécdotas que se cuentan de su vida, se refiere que, de menguada estatura, recibido en cierta ocasión por el papa, este le ordenó que se levantase creyendo que estaba de rodillas. El obispo abulense, sin inmutarse replicó “Santidad, no soy más”. La leyenda añade que, con un gesto hacia la frente, efectuó la precisión sobre donde debe medirse la verdadera altura del hombre… De entre sus tratados de actualidad destaca el de “Cómo al ome le es necesario amar”, con ardiente defensa en su tratado “De óptima política”, de la democracia como forma de gobierno”.
Las capillas de san Rafael, de la Concepción, de la Blanca, de la Piedad, el retablo renacentista de san Antolín, el sepulcro del arcediano Nuño Gonzales del Águila, la pila bautismal de alabastro, la rejería, las vidrieras, la ante-sacristía, la capilla de san Segundo, el museo instalado en la capilla del Cardenal Quiroga con obras pletóricas de devoción y de arte, reclaman tiempo, atención y cultura, con satisfactoria y cultural justificación de una y muchas visitas a la “catedral de los santos y de los cantos”.
Antes de salir al exterior, sorprendidos por tanta riqueza -se dijo que esta catedral era la más rica de la Cristiandad”- hay que recordar que la hacienda capitular catedralicia gozó en el siglo XVI de un inmenso poder inmobiliario, tal y como consta en el inventario del “Libro Becerro de Visitaciones, Casas y Heredades de la Catedral, con 524 edificaciones, además de viñas, tierras, frutales, eras y huertos, disfrutando sus clérigos de la exención de pechar”.