"Francisco dejó claro y sobre todo con sus gestos -insisto- que la Iglesia de Jesús es la de los Evangelios" Francisco, clave aunque de paso

"Fue, según mi propio cargo y opinión, el papa más importante desde Juan XIII hacia aquí"
"Abrir la Iglesia como lo que es, servidora de todos y especialmente de los vulnerados y pobres, en lugar de una ceremoniosa y petulante institución de la que no pocos se sirvieron en nombre del poder"
"Expuso y denunció con su obrar y sin ofender, a tantos consagrados que se sirven de sus ministerios"
"Expuso y denunció con su obrar y sin ofender, a tantos consagrados que se sirven de sus ministerios"
| Alberto Roselli, diácono y periodista
Más allá de que la salud del papa Francisco se veía cada día más frágil, todos quienes creemos entender su magisterio de padre cercano, pastor involucrado, iglesia servidora hasta la inmediatez, obras antes que palabras, dignidad humana innegociable antes que tradiciones rígidas, atemporales y muertas entre muchas otras imágenes, pensábamos -o quizás deseábamos- un tiempito más de ministerio: físicamente en ruinas, su lucidez de corazón y cabeza se veían claramente.
Pero no. El lunes de Pascua el buen Dios a quién siempre estuvo entregado, encendió el Cirio de la Resurrección eterna en su alma.
Fue, según mi propio cargo y opinión, el papa más importante desde Juan XIII hacia aquí.

Por lo que dijo, claro, pero sobre todo por lo que hizo.
Abrir la Iglesia como lo que es, servidora de todos y especialmente de los vulnerados y pobres, en lugar de una ceremoniosa y petulante institución de la que no pocos se sirvieron en nombre del poder; personajotes impresentables y movimientos adalides de la mentira con intereses siempre económicos escondidos detrás de una falsa, vieja y manipulada doctrina.
Francisco dejó claro y sobre todo con sus gestos -insisto- que la Iglesia de Jesús es la de los Evangelios. Y todo desde allí.
También consiguió depurar, mejorar hacia adentro y hacia afuera porque priorizó su ministerio, es decir su intentar diario por ser coherente con su “si” vocacional sin que nunca la importara su propia persona y muchísimo menos su figura y cargo: ser ministro es ser servidor de todos a pesar de uno mismo.
Expuso y denunció con su obrar y sin ofender, a tantos consagrados que se sirven de sus ministerios guardándose con énfasis el falaz derecho de “garantizar el futuro cuando sea viejo”, en una mediocre demostración de creer tener derechos por servir a Dios y peor aún, un insulto a la Providencia.
A ellos Francisco siempre los llamó a convertirse sobre todo invitándolos a rezar mejor y servir sin reservas, sin horarios ni agendas fijas.
Se esforzó por vivir siempre eso con una santa brutalidad para ser siempre todo de Dios. Y así pasó y pagó caro momentos de su vida donde fue atacado precisamente en su persona, fuerte y ofensivamente, hasta llegar al intento de expulsarlo.

Bueno, mucho se está escribiendo de Francisco, mucho se escribió y con seguridad se seguirá escribiendo.
Pero la pregunta que se intenta plantear aquí es la referida a cómo pensar lo que viene.
Lo primero que surge es que Francisco sembró lo que creyó que era la voluntad de Dios, y eso incluye una nueva manera de entender y ejercer la eclesiología y su clave: el servicio y la puerta abierta a todos.
Lo segundo es que se ve claro cómo Francisco, así como hizo lo que hizo, siempre puso su confianza en Dios Trino, no especulando ni politizando la “Iglesia que viene”.
Lo que sí parece seguro es que sea quien sea el próximo habrá temas y sobre todo realidades que no podrán soslayarse ni retroceder: los abusados y los abusadores; los mafiosos que estafan en nombre de Dios escondidos en la Iglesia, la formación sacerdotal y diaconal, la cercanía al dolor y a la necesidad sin argumentos ni condiciones, la sonrisa acogedora sin importar quién es quién, en qué se tiene fe o incluso qué ideología -siempre dañina- cultivan.
En síntesis: el marco que permite comprender su magisterio sin caer en errores maledicentes ni críticas necias y estúpidas: todo se entiende desde la innegociable dignidad de cada persona humana. Desde la economía a las guerras, desde el medio ambiente hasta los pobres.
Concluyendo: considero que sería un enorme error pensar que lo mejor sería elegir a “otro Francisco”.
Estoy seguro que él no estaría de acuerdo.
Creo que se trata de elegir a quien vea aún más allá de Francisco. Que con esa misma parresia y confianza plena en Dios siga caminando, haciendo, dando el ejemplo, consolando, cuestionando… pero mirando más allá…. Como solo enseña a mirar el Espíritu Santo … como se dejó modelar este sin duda santo Papa que ya nos cuida desde el cielo.

Bendito sea Dios por Francisco, que, como todos quienes queremos el bien y ser fieles, somos claves, en mayor o menor medida, pero estamos de paso.
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