La encíclica Fratelli Tutti, a debate en el mundo empresarial David López Royo: "Como sociedad nos debemos exigir generar riqueza social y hacer un uso justo de los bienes y de los recursos"
"Los objetivos lícitos de obtener beneficios económicos deben interrelacionarse con la promoción de bienes sociales"
"El Papa Francisco también pone en duda que el Estado pueda adueñarse de todo generando populismos que no conducen sino a la muerte"
"Un verdadero Estado de Bienestar no clientelista y cerrado a los intereses propios de quienes nos gobiernan; al mismo tiempo que deben de favorecer que las personas podamos contribuir libremente con nuestro dinero en aquellos recursos que consideremos oportunos"
"Un verdadero Estado de Bienestar no clientelista y cerrado a los intereses propios de quienes nos gobiernan; al mismo tiempo que deben de favorecer que las personas podamos contribuir libremente con nuestro dinero en aquellos recursos que consideremos oportunos"
La Encíclica fratelli tutti no ha dejado indiferente a nadie. Han corrido ríos de tinta intentando explicar qué ha querido señalar el Papa Francisco. Está muy bien que gobernantes, políticos, empresarios, sindicatos, profesionales y gente sencilla se hayan hecho eco de este texto.
Por mi parte me sitúo en lo que he escrito en mis artículos cuando he reflexionado sobre la Doctrina Social de la Iglesia; para mí un punto esencial en el desarrollo social y humano hay que fijarlo en lo que puede significar el generar riqueza social. Los objetivos lícitos de obtener beneficios económicos deben interrelacionarse con la promoción de bienes sociales. Desde mi punto de vista el número 123 de esta Encíclica deja claro lo que puede ser o significar la generación de la riqueza social.
"Es verdad que la actividad de los empresarios es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos. Dios nos promueve, espera que desarrollemos las capacidades que nos dio y lleno el universo de potencialidades. En sus designios cada hombre está llamado a promover su propio progreso, y esto incluye la riqueza. Pero en todo caso estas capacidades de los empresarios, que son un don de Dios, tendrían que orientarse claramente al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo diversificadas".
Ser emprendedor empresarial es muy necesario, no creo que el Papa Francisco esté en contra de esta dimensión; pero es cierto que el emprendimiento hoy, en este presente, y más en el futuro conlleva el tener una alta sensibilidad social hacia los problemas que muchas personas puedan estar viviendo.
La visión del Papa Francisco también pone en duda que el Estado pueda adueñarse de todo generando populismos que no conducen sino a la muerte. Nos dice con toda firmeza y claridad que "la pretensión de instalar el populismo como clave de la lectura de la realidad social, tiene otra debilidad: que ignora la legitimidad de la noción de pueblo. El intento por hacer desaparecer del lenguaje esta categoría podría llevar a eliminar la misma palabra -democracia- es decir -el gobierno del pueblo-.....deriva en insano populismo cuando se convierte en la habilidad de alguien para cautivar en orden a instrumentalizar políticamente la cultura del pueblo, con cualquier signo ideológico, al servicio de su proyecto personal y de su perpetuación en el poder. Otras veces busca sumar popularidad exacerbando las inclinaciones más bajas y egoístas de algunos sectores de la población. Esto se agrava cuando se convierte, con formas groseras o sutiles, en un avasallamiento de las instituciones y de la legalidad".
Generar riqueza social implica buscar, ante todo, la dignificación de las personas. Esto debe estar muy presente en la cultura empresarial más allá de los propios acuerdos o convenios existentes. Emprender un proyecto empresarial que busque esta dimensión hará posible que la realidad social pueda ir cambiando poco a poco. Tener presente que arriesgar tu patrimonio para, además de ganar lo justo y lícito, preocuparte por las personas y por su propia situación hacen del empresario una persona altamente comprometida con la sociedad.
Los políticos que todo lo quieren controlar no aceptan que el empresario trabaje esta dimensión social, porque todo lo acotan a que con los impuestos que éstos paguen se podrá mantener el mejor Estado de Bienestar; por esta razón la única contribución posible será el que paguen impuestos para que los políticos decidan cómo asignarlos y gastarlos. Una sociedad madura sabe que tiene que contribuir al Bienestar Social a través de los impuestos; pero también sabe que los políticos no deben de ejercer su poder para gestionar de manera exclusiva el dinero obtenido a través de los impuestos; deben de tutelar y hacer que sean asignados a proyectos que busquen un verdadero Estado de Bienestar no clientelista y cerrado a los intereses propios de quienes nos gobiernan; al mismo tiempo que deben de favorecer que las personas podamos contribuir libremente con nuestro dinero en aquellos recursos que consideremos oportunos.
Los empresarios generan riqueza social en primer lugar a través del fomento del trabajo, por esta razón deben de esforzarse por hacer que éste sea digno y ayude a dignificar a las personas; la iniciativa privada tiene una alta responsabilidad al respecto, que unida al fomento de programas sociales con recursos propios puede hacer que el mundo mejore. El trabajo es un eje que puede vertebrar el progreso social y hacer que la riqueza no quede circunscrita a la mera obtención de un beneficio económico y a la tendencia de acaparar por acaparar.
La Encíclica nos dice que "lo verdaderamente popular -porque promueve el bien del pueblo- (esto para mí es generar riqueza social) es asegurar a todos la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas. Esa es la mejor ayuda para un pobre, el mejor camino hacia una existencia digna. Por ello insisto en que ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo...En una sociedad realmente desarrollada el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no sólo es un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva para vivir como pueblo".
El Papa quiere que el emprendedor empresarial no pierda de vista esta dimensión y le pide que se implique para que esto sea posible. Al mismo tiempo, con esta llamada al tejido empresarial, hace también, de manera implícita, que los responsables políticos potencien leyes que ayuden a los empresarios a emprender para desarrollar proyectos en donde se pueda alcanzar la dignificación de las personas.
La generación de la riqueza social debe alejarnos de la especulación económica que solo se mira a sí misma porque esto puede conducir a las sociedades a situaciones muy comprometidas, el Papa nos pide "el volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos".
La política debe ser capaz de interaccionar con el tejido empresarial para que ambas dimensiones puedan dar consistencia a una sociedad que mira hacia el bien común a través de la dignificación de todas las estructuras de la sociedad.
Actualmente estamos viviendo una crisis de gran magnitud, hay que reconocerlo. Esto nos exige a todos alejarnos de la mera confrontación y sentarnos en una mesa para construir conjuntamente. La Encíclica recoge un texto que nos puede ilustrar en la necesidad que tenemos de que los políticos se pongan a trabajar en equipo, alejados de los parámetros ideológicos, "al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación y más aún en un proyecto común para la humanidad presente y futura. Pensar en los que vendrán no sirve a los fines electorales, pero es lo que exige una justicia auténtica.....sólo una sana política podría liderarlo, convocando a los más diversos sectores y a los saberes más variados. De esta manera, una economía integrada en un proyecto político, social, cultural y popular que busque el bien común puede abrir camino de oportunidades diferentes, que no implican detener la creatividad humana y su sueño de progreso, sino orientar esa energía con cauces nuevos".
Como sociedad nos debemos exigir el generar riqueza social y esto conlleva revisar en profundidad nuestra propia existencia para lograr emprendedores empresariales dispuestos a fomentar las dignificación de las personas y a hacer un uso justo de los bienes y de los recursos; al mismo tiempo que deben de aparecer políticos que no destruyan, que no siembren odio, que no vivan confrontados permanentemente, que no se muevan por intereses partidistas y exclusivos, que no basen su acción en una política para mantenerse en un gobierno que merme derechos, que no se consideran los salvadores del mundo. Precisamos políticos que como nos dice Francisco que trabajen para "que la auténtica vida política, fundada en el derecho y en un diálogo leal entre los protagonistas, se renueve con la convicción de que cada mujer, cada hombre y cada generación encierran en sí mismos una promesa que puede liberar nuevas energías relacionales, intelectuales, culturales y espirituales".