"Convertir la incertidumbre en un camino a una sociedad más consciente" Vulnerabilidad y segunda conversión

David López Royo
David López Royo

"En estos momentos son muchas las preguntas que nos estamos haciendo, nuestro cerebro se encuentra sometido a un número indeterminado de preguntas"

"Hemos empezado a perder la perspectiva del presente convirtiéndose en un hoy con un mañana inseguro. Somos altamente vulnerables porque los condicionamientos que existen a nuestro alrededor"

"En este caminar, recientemente un buen amigo me regaló el libro titulado "La segunda conversión" escrito por Damián Fernández, es un texto que recomiendo leer a políticos, eclesiásticos, economistas..."

"El libro tiene como referencia el texto del "camino de emaús". En todo camino el encuentro nos da la posibilidad de reconocer que nuestra vulnerabilidad, la personal y la de la sociedad, puede ser superada"

¿Qué nos está pasando? ¿Dónde quedó nuestra libertad? ¿Dónde está el camino? En estos momentos son muchas las preguntas que nos estamos haciendo, nuestro cerebro se encuentra sometido a un número indeterminado de preguntas. Es un cerebro conectado al corazón y éste no deja de latir enviándonos mensajes de alerta, porque las respuestas se han tornado en un laberinto del cual, hoy por hoy, es difícil salir.

Hemos empezado a perder la perspectiva del presente convirtiéndose en un hoy con un mañana inseguro. Hasta hace poco todo pareciera que lo teníamos controlado, éramos capaces de dibujar el futuro, teníamos la certeza que diseñar nuestro propio futuro dependía exclusivamente de nosotros. Sin embargo, en este presente tocado por lo inesperado de un virus expansivo, hemos comenzado a descubrir que somos altamente vulnerables y que nuestras relaciones sociales están siendo afectadas. Empezamos a reconocer, y esto nos está costando hacerlo, que no somos lo que pensábamos sino que estamos sometidos a un destino bastante incierto.

De pronto, nuestro corazón se plantea en el fluir hacia el cerebro dos posibilidades, una latir débilmente u otra asegurar la fuerza necesaria para que nuestro cerebro reciba el flujo necesario para ayudarnos a superar las dificultades. Nuestro cerebro es capaz de reorganizar nuestro espíritu situándonos ante la elección que marcará nuestro futuro. La realidad está ahí, no podemos huir de la misma; pero existe la posibilidad de trabajar por convertir la incertidumbre en un camino que nos conduzca a una sociedad más consciente de sus limitaciones y, por tanto, más humilde y menos avasalladora. Debemos repensar el camino y lograr que éste sea un espacio de encuentro, para ello nuestro corazón y nuestro cerebro deben estar acompasados y gozar de una armonía que nos haga interaccionar lo afectivo y lo racional que cada persona tiene en su ser.

Somos altamente vulnerables porque los condicionamientos que existen a nuestro alrededor nos hacen perder la perspectiva de un camino que debería ayudarnos a descubrir nuestras potencialidades, aunque sea en momentos de gran tensión, momentos como los que nos están tocando vivir. La incertidumbre del destino no podemos convertirla en el caos de nuestras vidas, hay que lograr que no afecte ni al corazón ni al cerebro, debemos de racionalizar lo que nos está ocurriendo y lograr que de nuestro corazón fluyan, con pasión, los latidos suficientes para que el cerebro no se estanque ni languidezca. Debemos estar dispuestos a realizar un camino diferente, en donde descubramos en cada detalle de nuestras vidas la belleza existente. Belleza que nace al percibir que siempre es posible poder cambiar lo que acontece en nuestra vida. Sí, transformar la oscuridad por una luz nueva y diferente a la que pueda existir de en la actualidad.

La vulnerabilidad se presenta en nuestras vidas de muchas formas y maneras, nadie está libre de pasar por una experiencia que nos haga altamente vulnerables. Existe vulnerabilidad social referida a los acontecimientos que la sociedad puede estar pasando, la pandemia es un ejemplo claro de esto; pero también se da una vulnerabilidad personal que aparece por diversas circunstancias. Hay momentos en la vida que ambas posibilidades se mezclan y esto se torna en un camino, en donde no se logra descubrir las claves oportunas para responder a las preguntas que inicialmente planteaba en este artículo. Sin embargo, un gesto de una persona amiga puede hacer que la vulnerabilidad pueda ser superada por la experiencia del encuentro. Mi amiga Sara Dobarro habla de la interacción existente entre el corazón y el cerebro, por cuanto de ésta fluye la energía necesaria para ver lo que hasta la fecha no éramos capaces de vislumbrar, y de esta manera nos podemos posicionar de forma diferente ante las preguntas que nos podamos ir haciendo, hallando respuestas que nos llenarán de energía y de positividad.

En este caminar, recientemente un buen amigo me regaló el libro titulado "La segunda conversión" escrito por Damián Fernández, es un texto que recomiendo leer a políticos, eclesiásticos, economistas, emprendedores, jueces, médicos, abogados, periodistas, etc... no es necesario tener fe o ser católico, es un libro que se puede disfrutar sin ser un católico practicante. Se trata de saber interpretar lo que el autor nos describe desde su propia experiencia personal, desde lo que ha podido experimentar en su vida cotidiana. Insisto que este libro se puede leer por personas ateas y agnósticas, y que con toda probabilidad le podrán sacar mayor partido para sus vidas que muchos de los considerados católicos, porque hay católicos encerrados en su propio mundo que es bastante irreal al existente.

El libro tiene como referencia el texto del "camino de emaús". En todo camino el encuentro nos da la posibilidad de reconocer que nuestra vulnerabilidad, la personal y la de la sociedad, puede ser superada por la vocación de estar dispuestos a dejarnos alumbrar por nuevas formas y maneras de relacionarnos, en donde la escucha y el perdón puedan ser dos variables esenciales para cambiar las claves negativas existentes en nosotros mismos y en el mundo. Cuánto avanzaría la sociedad si existiría verdaderamente una voluntad de escucharnos entre nosotros, cuántos problemas quedarían resueltos sin necesidad de violencia; pero, claro, para esto debemos estar abiertos a realizar un camino con espíritu constructivo y dispuestos a llenar nuestro cerebro y nuestro corazón del Espíritu con mayúscula; lo que mi amiga Sara Dobarro denomina el fluir de la razón con el latir del corazón, el afecto del corazón con la racionalización del cerebro.

En la página treinta el autor de la segunda conversión dice lo que: "Dios se sigue apareciendo a la vera del camino de nuestra vida. Dios se expresa, por ejemplo, con los acontecimientos. Hay etapas confusas, desconcertantes, carentes de sentido si se las observa al ras, muy pegadas a los sucesos. Acumulación de pequeñas o grandes cruces: enfermedades, problemas económicos y peleas de familia; fracasos, injusticias y humillaciones; mal ejemplo, autoritarismo y falta de criterio en la Iglesia ¿De qué le puede servir a Dios esta aridez, este hastío, este aburrimiento que se prolonga? No hace tanto que yo era alguien fecundo en el trabajo y en el apostolado ¿No le sirve más a Dios mi seguridad, mi magnanimidad? ¿no puedo hacer más bien al prójimo estando yo bien? Esta sucesión de episodios humanamente absurdos guarda, sin embargo, un sentido. Un sentido que puede ser más profundo y fecundo que los momentos en los que confiamos en nuestra inteligencia y en nuestra voluntad. Como las líneas de Nazca, esos dibujos gigantescos en el suelo de Perú, cuyo diseño solo se puede ver desde la altura, hay episodios que adquieren significado a cierta distancia, desde lo alto"

Conversión

Somos vulnerables; pero también somos cerebro y corazón con la interacción de ambos podremos lograr superar aquello que nos limita; si además somos capaces de reiniciar un camino que busque el encuentro estaremos en el lugar adecuado para dejarnos conducir por los dos ejes que deberían de aflorar en nuestras relaciones: la escucha y el perdón.

Falta en nuestra sociedad ambos ejes y esto nos está perjudicando de tal manera que estamos perdiendo la perspectiva de lo somos. Somos afectivos y racionales, somos corazón y cerebro, somos caminantes dispuestos a relanzar en nuestras vidas la fuerza de nuestro afecto y la energía de nuestra capacidad racional, no podemos ser tibios porque esto nos puede destruir. No hay mayor vulnerabilidad que pasar por la vida como personas tibias, de esto hay mucho en nuestro mundo. El autor de libro citado nos recuerda que lo tibio es mediocre y que esto destruye "conozco tus obras -le dice Dios a san Juan en el Apocalipsis (3,15-16) para que él lo transmita a la Iglesia de Laodicea- que ni eres frío ni caliente ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero en cuanto eres tibio no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Es una revelación dura. Dios dice que rechaza al tibio más que al frío. Pero el que pacta con la mediocridad, el que dejó de luchar, el calculador y egoísta que deja pasar de largo a los hermanos que sufren, el ontológicamente cómodo, el que se estanca y se rinde".

Concluyo señalando que, para los que tienen fe el libro de la segunda conversión es una llamada de atención a lo que somos en la actualidad y para los que no tienen fe, ateos y agnósticos o creyentes de otras religiones, es un texto que les puede ayudar a redescubrir la bondad existente en su corazón; tanto a unos como a otros es una propuesta para hacer un camino conjuntamente.

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