La montaña es mi escuela
El otro día, sin ir más lejos (que ya está bastante lejitos, jeje) en San Antonio, en el corazón de la montaña de Zarumilla. Llegan mamás con niños, personas mayores, algunos jóvenes, familias... y toditos los agentes de pastoral de esos andurriales. Como me acompañan Jonny y Edwin, los dividimos en grupos y yo trabajo con los dirigentes de las comunidades. Los hay veteranos, pero varios están recién iniciándose, en concreto algunas mujeres. El tema trata sobre las dimensiones de toda comunidad cristiana (comunión-evangelización-celebración-servicio, a los de Santa Ana les tiene que sonar el circulito, ¿no?). Se reúnen por grupos, trabajan textos del Nuevo Testamento con preguntas, y luego, en la puesta en común, procuro que hablen. Y me siento en el pupitre bien atento porque es fascinante.
En el diálogo van ventilándose ideas, experiencias, se habla de materiales, se dan consejos. Se piden apoyo unos a otros, especialmente los más próximos, y hasta conversamos sobre cómo podemos acercarnos a algún pueblo donde la llamita cristiana es muy débil, para revitalizarla. Y ahí, en ese fluir de vida y de intervenciones, el padre orienta, sugiere, encauza, motiva, coordina... Me hago con esta zona de montaña y sus gentes, con el paso de cada caserío, trato de abarcarlo todo... y me encanta. En realidad nomás aprendo, asimilo, me formo, y los agentes de pastoral son mis maestros, aunque ellos no lo saben.
Solea a plomo junto al río, sudamos mientras nos jincamos el plato de arroz con pollo al que nos invitan los anfitriones, y nos refrescamos con una rica chicha. Luego habrá programa, y se irán sucediendo de manera muy espontánea canciones, juegos, chistes y adivinanzas, todo entre risa y risa. Y para concluir, la Eucaristía, siempre en la escuelita porque la capilla está aún sin concluir. Hablamos de que Jesús es rey que reina entregando su propia vida, hay cuento y también carcajadas. Y al final, como siempre, te rodean un montón de manos que estrechar:
- Gracias por la visita. ¿Cuándo la siguiente? - me dicen.
"Gracias por enseñarme" - pienso yo.
César L. Caro