¿Qué ha pasado? Nos hemos arrastrado contra el quitamiedos y nada más. ¿Estáis bien todos? Ahora mismo salimos para allá. No, estaos tranquilos. Llega la guardia civil, los atiende con infinita amabilidad, Estaos tranquilos, estamos bien. Llega la grúa. Envían fotos del coche. ¡Dios mío! No es posible que el coche esté así y a ellos no les haya pasado nada, piensan en casa. Dentro de un rato llegará un taxi. ¿Ya ha llegado la ambulancia? No, por dios, no hace falta. Estamos bien. “No se dan cuenta de nada porque están en estado de choque, pero sabe dios como están”, piensan en casa. Veinte y algunos casi todos los días de las vacaciones. Un instante más breve que un abrir y cerrar de ojos, como un arañazo de un gato nos devuelve al antes de todo y al después de nada. Llegan en taxi, ninguno tiene nada. Un pinchazo, un bandazo que pudo haber sido mortal pero que no fue nada. Ayer la familia ha vuelto a nacer. Todos de nuevo en casa. Hoy comida familiar de acción de gracias.