"Quienes se lanzan al Camino no van buscando los restos de Santiago, sino quiénes son ellos" Mandianes: "El Camino fue el cordón umbilical de la Europa de los pueblos"
"El peregrinaje es una conversación del peregrino con los otros peregrinos y consigo mismo, un diálogo entre el peregrino y el mundo, entre el peregrino y Dios. El peregrinaje es una especie de vida a trozos, a la intemperie"
"El Camino fue el cordón umbilical de la Europa de los pueblos. El Camino es un país sin límites, un río de ideas, de culturas, de costumbres que atraviesa los pueblos; el documento, escrito sobre la geografía, de la fundación de Europa, la historia espacializada, una marcha hacia lo desconocido para descubrirlo; es la polinización entre gentes, antaño de Europa, hoy de todo el mundo"
"La sea verdad histórica o realidad mítica, el pluralismo es indisociable, inherente, a la reconstrucción que cada peregrino haga tratando de explicar racionalmente lo que encuentra y siente en el Camino y en Santiago"
"Quienes se lanzan al Camino no van buscando lo restos de Santiago ni verificar si Santiago estuvo o no estuvo en Galicia, sino que van buscando quienes son ellos"
"La sea verdad histórica o realidad mítica, el pluralismo es indisociable, inherente, a la reconstrucción que cada peregrino haga tratando de explicar racionalmente lo que encuentra y siente en el Camino y en Santiago"
"Quienes se lanzan al Camino no van buscando lo restos de Santiago ni verificar si Santiago estuvo o no estuvo en Galicia, sino que van buscando quienes son ellos"
La peregrinación, fruto de una necesidad de sagrado y de la búsqueda de otra cosa, es un viaje contra el anquilosamiento, contra el inmovilismo físico y espiritual, un intento de profundizar el conocimiento del otro, de lo otro y de sí mismo, de conocer y conocerse. Saber cosas sobre las demás gentes, su identidad, facilita el conocimiento de la propia. El peregrinaje es una conversación del peregrino con los otros peregrinos y consigo mismo, un diálogo entre el peregrino y el mundo, entre el peregrino y Dios. El peregrinaje es una especie de vida a trozos, a la intemperie. A veces la peregrinación introduce orden en el caos y a veces introduce un poco de caos en el orden que asfixiaba al peregrino. Peregrinar es, esencialmente, estar a la espera de lo que le vaya a llegar. Durante la peregrinación, los peregrinos fundan una sociedad efímera y festiva.
Los peregrinos traen y llevan innovación. Los verdaderos motores del Camino fueron siempre la curiosidad y la fe. La curiosidad impide quedar anclados y la fe da fuerza para echarse al camino y para seguir en momentos de desaliento y zozobra. La curiosidad desencadena, desmelena, abre puertas a la fe. El peregrino deja de oírse a si mismo para escuchar a los demás para comprenderse a sí mismo y puede ensanchar su conciencia al vivir nuevas experiencias de acontecimientos, de lugares y de situaciones que le eran ajenos. El silencio, necesario para rumiar lo comprendido, es una manera de hablar. Si hablar es articular lo comprendido, lo contemplado, lo escuchado, guardar silencio es una manera de hablar.
El Camino fue el cordón umbilical de la Europa de los pueblos. El Camino es un país sin límites, un río de ideas, de culturas, de costumbres que atraviesa los pueblos; el documento, escrito sobre la geografía, de la fundación de Europa, la historia espacializada, una marcha hacia lo desconocido para descubrirlo; es la polinización entre gentes, antaño de Europa, hoy de todo el mundo. Todo lo demás, historias, anécdotas, fechas, milagros, son accidentes que enriquecen lo esencial. La cultura híbrida busca las identidades en la libertad lejos de las identidades adscritas e inertes, disfrutando de licencia para desafiar e ignorar los marcadores culturales, las etiquetas y los estigmas que circunscriben y limitan los movimientos y las decisiones del resto de los mortales ligados a un lugar.
Cruzar la puerta de entrada de un templo es realizar un trayecto simbólico de lo profano a lo espiritual. Este año Santo Jacobeo, el peregrino, cuando llega a Santiago, se pregunta, antes de franquear la puerta santa: ¿qué hay detrás de esta puerta? Esta puerta nos lleva a un mundo de aventuras interiores, del corazón. Al franquearla, el peregrino se abre un camino misterioso que va hacia dentro y puede sentir como un impulso a dejarse abrazar por lo desconocido, por lo sagrado, por el misterio, por la oscuridad del recinto, por la luz que se filtra por las vidrieras, por la sensación de estar entrando en un terreno prohibido. La puerta es un límite detrás del cual algo emerge que permite llegar a la presencia o a la ausencia de lo que se busca.
El misterio es el sentido de lo que aún no hemos descubierto. Lo divino, lo espiritual, lo sagrado, puede ser un momento de la vida incrementado por el dolor o por la alegría de algún acontecimiento. Quien ha experimentado la presencia de lo divino o su ausencia que sufrirá como una pérdida de sí mismo y crecerá el desierto interior. La verdad y el descubrimiento de cada uno reposa en el sentido que cada uno da a su encuentro con Santiago. Ya sea verdad histórica o realidad mítica, el pluralismo es indisociable, inherente, a la reconstrucción que cada peregrino haga tratando de explicar racionalmente lo que encuentra y siente en el Camino y en Santiago. La verdad ya no se piensa como adecuación del intelecto a la cosa sino como plausibilidad y capacidad de persuasión en el contexto de un sistema de premisas.
El peregrino se da cuenta de lo que ha encontrado, de la necesidad de seguir buscando, de que la relación consigo mismo y con los demás ha cambiado, de que lo que buscaba es una utopía, de que ha descubierto algo que nunca había imaginado que hubiera podido suceder y caerá en la cuenta de que jamás había pensado en aquello que había estado siempre ahí y se derrumba. Muchos peregrinos, sentados en un recoveco de la catedral permanecen durante todo el tiempo que dura la misa del peregrino, durante una hora para dejar brotar a chorro de sus ojos como de dos manantiales vivos, en forma de lágrimas, todos estos sentimientos, fragancia del Camino
Todo relato mítico pasa de generación en generación, se transforma con la transformación de los hombres y constituye un inagotable suministro de imágenes relevantes, no desaparece, perdura y parece que cada día se revitaliza. El mito es la explicación poética de algo que de otra manera no podríamos hacer o nos sería muy difícil hacerlo entender. El mito me lleva y me dice qué sintieron quienes hicieron el Camino, qué buscaban, qué encontraron, o me permite comprender el vacío que sintieron por no haber encontrado nada.
El Camino encarna en sí mismo algo inexpresable y logra encapsular lo oscuro, lo irracional, lo inarticulable; trasmite la profunda oscuridad de todo en imágenes relevantes que nos llevan a otras y que apuntan hacia una dirección infinita, y que expresan lo que no puede ser dicho de otra manera. Imágenes que dicen lo indecible. El camino no se reduce a un trayecto en el sentido de un alejamiento o de una distancia entre dos puntos, es un trecho y un tiempo, una búsqueda que el peregrino hace para sacar a la luz lo que le está oculto, un método para orientar la vida, para llegar a la verdad que busca. El encuentro con la realidad, mítica o histórica, al final del camino, es el inicio del Camino que resta.
Aquellos que dicen que en Santiago no hay nada, que todo es una mentira, no entienden ni saben lo que es ni cómo funciona un mito. El mito es un río que no tiene por qué fundarse en un hecho o verdad histórica; es la explicación poética de algo que de otra manera a los que lo hacen les sería muy difícil de hacerlo entender a los demás. El mito habla para decir al peregrino quién es él no quién fue Santiago. Quienes se lanzan al Camino no van buscando lo restos de Santiago ni verificar si Santiago estuvo o no estuvo en Galicia, sino que van buscando quienes son ellos. El mito es el límite para poder experimentar de algún modo lo carente de límite.
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