“Cómo podemos ser tan malos los unos con los otros”, dijo uno. “El hombre es un lobo para el hombre”, dijo Hobbes, pontificó el profesor. “Ese señor repitió lo que otros ya habían dicho”, matizó el hombre que vino a ver y se quedó. ¿Perdón?, inquirió el profesor. La tan traída y manoseada frase es de Plauto, en “Asinaria” (2011-206 a.C.). Luego la repitió, en “Relectio de Indis”, Francisco de Victoria. Habiéndola leído o tal vez sin haber leído en los anteriores la dice el “Leviatán”. Antes que Plauto, “Job” dice algo igual o muy parecido, matizó mi amigo. El profesor quiso justificarse, pero ya todo el mundo estaba enfrascado en hablar sobre la maldad de la guerra. La corriente del pensamiento es como un río caudaloso que, a medida que avanza, va aumentado porque va incorporando todo lo que encuentra por delante, pero la fuente está en el origen.