Los tertulianos hablaron del comportamiento de ciertos subalternos quienes, para captar la benevolencia de sus jefes, no hablan de sí mismos a no ser que se lo pidan o sugieran y entonces lo hacen con suma modestia y humildad. Siguiendo instrucciones emanadas del entorno del jefe, muestran con rotundidad, venga o no venga al caso, su más absoluta conformidad con lo que dice el jefe. Tales personajes no se interesan por la personalidad ni los intereses ni las necesidades de aquel con quien tratan sino solamente por lo que podrán obtener de cualquier persona. Si se interesan por conocer al otro será para mejor entrarle y sacar de él lo que pretenden. Cuando su jefe cae dejarán de hablarle si al nuevo jefe le parece bien. Son personas sin ningún tipo de escrúpulos ni principios. El único mérito de muchos altos cargos no es otro que tirar alfombras al paso del jefe cuando los visitan y presentar humildemente cajas de bombones cuando ellos lo visitan. Los jefes lo saben y se ríen de ellos, pero les encanta que les regalen y sobre todo que les adulen. Cuando llegan a jefes, la cogen con papel de fumar.